Mar 21.01.2014

EL MUNDO  › LOS EUROPEOS CONSTATAN EL FRACASO DE LA “POSICIóN COMúN” Y LOS CAMBIOS ECONóMICOS EN LA ISLA

La era del deshielo empezó entre Europa y Cuba

Los 28 miembros de la UE acordaron entablar negociaciones con La Habana a partir de febrero, con el fin de pactar un acuerdo que podría entrar en vigor en 2015. Pese a la desatinada “posición común”, la UE es el primer inversor en la isla.

› Por Eduardo Febbro

Desde Bruselas

La Unión Europea se acerca a la era del deshielo en sus relaciones con Cuba. Casi 20 años después del bloqueo institucional vigente desde 1996, la UE se apresta a vencer el último obstáculo que la separa de una normalización de sus relaciones con el gobierno cubano a través de un acuerdo bilateral. “Es hora de que la Unión Europea reactualice sus relaciones con Cuba sobre la base de los de-sarrollos en curso.” La frase pronunciada a principios de mes en la isla por el ministro holandés de Relaciones Exteriores, Frans Timmermans, marcó el casi deshielo público de unas relaciones más que controvertidas. En 1996, bajo el impulso de la España del conservador José María Aznar, los europeos adoptaron la llamada “posición común”, que condicionaba cualquier diálogo institucional con la isla a cambio de evoluciones en el campo de los derechos humanos y la democracia pluralista. Luego, en pleno siglo XXI, a pesar de los esfuerzos hechos por España y Francia, el despegue de las relaciones quedó bloqueado en tierra por dos países miembros del bloque que pertenecieron al orbe comunista: Polonia y República Checa. Ambos países levantaron su veto y aseguran que hoy tienen “garantías” con respecto al tema central de los derechos humanos.

Los europeos constatan hoy dos cosas: el fracaso de esa “posición común” y los cambios introdu cidos en la isla. Los 28 miembros de la UE acordaron entablar negociaciones con La Habana a partir del mes de febrero con el fin de pactar un acuerdo bilateral que podría entrar en vigor en 2015. La última vez que la UE suspendió su cooperación con Cuba fue en 2003, en protesta por la ola de arrestos de miembros de la oposición durante la cual 75 disidentes fueron condenados a fuertes penas de cárcel (hoy ya liberados). Luego, cuando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero asumió las riendas del gobierno en España (2004-2008/2008-2011) logró distender la atmósfera sin reconectar el diálogo pleno. Sin embargo, el paso más amplio se dio en 2008, cuando el conservador Nicolas Sarkozy presidía Francia y le tocó la presidencia semestral del grupo europeo. El mandatario francés reactivó de hecho la relación euro-cubana con un esquema de diálogo amparado bajo el lema “respeto mutuo”.

Los 28 parecen terminar de rendirse ante los encantos isleños y las posibilidades que se desprenden de una nueva relación, sobre todo las económicas. Cuba resultó una excepción absoluta en la geometría variable de la política exterior europea. La Unión Europea mantenía relaciones abiertas con casi todos los regímenes represores y brontosaurios del planeta, pero había hecho de Cuba un caso aparte. La sombra del seguidismo norteamericano dictó en muchos casos la política hacia La Habana. El caso cubano roza el absurdo y el cinismo. La Unión Europea tiene, de hecho, dos políticas de “posición común”: una con Cuba, la otra con... Al Qaida. Egipto, Zimbabwe, Irán, Irak, Siria, en suma, los otros poderes poco o nada democráticos, nunca le plantearon problemas. Cuba es el único país de la Tierra al que Bruselas le aplica esa sanción. Pero los horizontes están cambiando.

En Bruselas, varias fuentes confirman que el apretón de manos intercambiado en Africa del Sur entre el presidente norteamericano Barack Obama y el cubano Raúl Castro durante los funerales de Nelson Mandela “tuvo un gran impacto e influenció, al final, el rumbo de las decisiones”. En diciembre de 2012, Europa empezó a operar un giro importante. Según Bruselas, un puñado de decisiones y medidas adoptadas en la isla abrió los espíritus: la introducción de cambios en la economía como la creación de cooperativas privadas, la apertura a las inversiones exteriores, el ejercicio de actividades independientes, la mayor libertad de acceso a Internet, la nueva reglamentación para viajar al exterior y la mayor libertad de movimiento de los ciudadanos. Las cifras nunca están lejos de estas decisiones. Bruselas teme, en lo concreto, quedarse afuera del festín y del reparto de la torta en caso de que lo que aquí se llama “la transición cubana” de-semboque en un modelo democrático sin reproches. Cabe recalar que, pese a diálogos, rupturas y reanudaciones, la desatinada “posición común” que rige las relaciones desde el ’96 sigue vigente. Ello, con todo, no les ha impedido a los europeos hacer excelentes negocios. La UE es el primer inversor en la isla y el segundo socio comercial (el primero es Venezuela). El Viejo Continente exporta hacia la isla mercaderías por unos dos mil millones de euros. Esa política común resultaba tanto más aberrante cuanto que varios países del eurobloque ya firmaron acuerdos bilaterales con la isla. Desde el año 2008, quince Estados europeos tienen acuerdos de ese tipo con La Habana (Francia entre ellos).

La historia siempre está llena de paradojas. La “posición común” es un instrumento que los mismos europeos describen como “insensato, aberrante”. Fue introducida por el derechista Aznar, del Partido Popular español. Si se cumple el calendario de 2015, el acuerdo bilateral se plasmará con un responsable español, Mariano Rajoy, perteneciente al mismo partido que Aznar. La UE había hecho con Cuba una suerte de excepción descabellada cuyo único resultado ha sido empeorar lo que pretendía mejorar mientras que, paralelamente, beneficiaba a otros países cuyos dirigentes firmaban con sangre en las manos jugosos acuerdos en Bruselas. Para ellos no hubo “posición común”. Hubo negocios comunes.

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