EL MUNDO › CONTROL MILITAR DE RUTAS Y AEROPUERTOS
› Por Kim Sengupta *
Desde Semferopol, Crimea
Los aeropuertos pasaron a manos de hombres armados en uniforme de combate. Las barricadas cortan las rutas con la región (foto). Se vieron helicópteros militares volando de un lado al otro de la frontera. Los transportes blindados recorrían las rutas. Y el principal puerto de la península de Crimea, Sebastopol, estaba bloqueado.
Pero a pesar de todo eso, todavía no quedaba claro anoche si Ucrania había sido objeto de una invasión total por las fuerzas del presidente ruso, Vladimir Putin, como el nuevo gobierno de Kiev afirmó. Lo que era muy claro, sin embargo, al final de otro día de rápidos movimientos, era que Kiev había perdido el control de parte de su territorio. Crimea, ya semiautónoma, no podría ser gobernada por el Kremlin, ya que la mayoría de su población es sumamente exigente, pero ayer, esa posibilidad se alejaba casi hora tras hora.
Olexander Turchynov, presidente interino de Ucrania, acusó a Rusia de una “invasión y ocupación militar”, diciendo que las tropas rusas habían tomado posiciones en torno de una base de guardacostas y dos aeropuertos de Crimea.
La administración local en Crimea ya declaró que se llevará a cabo un referéndum el 25 de mayo –cuando Kiev tiene previsto celebrar elecciones nacionales después de la revolución– para determinar si el Estado Autónomo de Crimea debe tener una mayor autonomía.
Esto se anunció después que los diputados se toparan con hombres armados que se habían apoderado de sus edificios del Parlamento en la capital, Simferopol. Ayer fueron nombrados los nuevos funcionarios de Crimea, la mayoría de los cuales eran simpatizantes de la causa del separatismo. La amargura, la división y el deseo de venganza que sufrió desde el derrocamiento de Yanukovich era evidente en las calles de Simferopol ayer. Dolidos por lo que veían como una persecución y humillación por parte de los revolucionarios en la capital y en el oeste del país, bandas de hombres de habla rusa fueron más beligerantes que 24 horas antes, algunos usando epítetos racistas en contra de la minoría tártara de Crimea fuertemente anti Moscú, que había estado haciendo campaña en contra de la secesión.
En esta combustión llegó una aparición de Vladimir Zhirinovsky, visto internacionalmente por muchos como una figura un tanto absurda, pero no aquí, no en el ambiente actual. El veterano demagogo de la extrema derecha rusa se presentó en un control de carretera fuera de Simferopol. Los miembros radiantes de la Brigada de los Pueblos de Crimea locales estaban más que dispuestos a ayudarle en su camino a Sebastopol, sede de la Flota del Mar Negro de Moscú.
Allí, Zhirinovsky celebró dos discursos. Uno, frente a las oficinas del gobierno local. Como corresponde a un portavoz adjunto de la Duma que fue relativamente moderado: “Rusia ayudará a la situación económica aquí en el sureste. Nosotros, los rusos, no queremos dar la impresión de que vamos a tomar Crimea. Crimea debe decidir su futuro por sí sola”.
Más tarde, sin embargo, su discurso a los hombres vestidos con cintas de color naranja y negro de la orden militar rusa de San Jorge fue muy diferente. “Sean fieles a sí mismos, estén orgullosos de ser rusos, estábamos aquí mucho antes que hubiera cualquier ‘ucraniano’. Estos ucranianos tienen su Maidan (Plaza de la Independencia de Kiev), Nosotros tenemos nuestra Magadan.” Hubo aplausos y gritos –la multitud sabía que se refería al gulag en Siberia oriental en la época de Stalin, donde miles murieron.
Los hombres que acompañaban al Zhirinovsky habían llevado con ellos proyectiles de mortero y, según las autoridades aeroportuarias, municiones para dos meses. Los hombres se negaron a responder a las preguntas de los periodistas sobre si eran rusos.
El nuevo ministro del Interior, Arsen Avakov, y el jefe del consejo de seguridad, Valentyn Nalyvaichenko, tenían planeado llegar a Crimea para mantener conversaciones con líderes locales. Este plan fue cancelado, según los informes, debido a que su seguridad no estaba garantizada.
El Avakov denunció que lo que estaba sucediendo en Crimea era “una invasión armada que violaba todos los acuerdos y normas internacionales”. Pero también hubo confesión de impotencia: no hay garantía de que las fuerzas ucranianas intervendrán. Para ello, dijo, sería necesario la declaración de una emergencia nacional. El aeropuerto militar de Sebastopol también pasó a manos de hombres armados. Guardias fronterizos ucranianos informaron que se les negaba el acceso a las rutas a la Flota del Mar Negro por los marines. Una flota de ocho helicópteros de transporte militar también había cruzado el espacio aéreo de Ucrania para aterrizar en Sebastopol, de acuerdo con los guardias.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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