EL MUNDO › LAS CLAVES PARA ENTENDER LA REFORMA FINANCIERA QUE EMPRENDIO FRANCISCO EN EL IOR
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Sobre la continuidad del IOR (Instituto para las Obras de Religión) o banco vaticano, aprobada por el papa Francisco y anunciada por el Vaticano el lunes, las opiniones son dispares. Hay quienes hablan de que el Papa finalmente “activó”, es decir puso en marcha, a través de medidas concretas, la mentada reforma financiera de la Santa Sede. Otros, en cambio, se muestran sorprendidos por las características del anuncio, que no habla de cómo funcionará el banco vaticano, sino sólo de que seguirá existiendo, como si lo más importante fuera confirmar su existencia, tal vez para dar tranquilidad a los inversores o a los mercados internacionales. No faltan los desilusionados que esperaban que el IOR, centro de numerosos escándalos financieros en los últimos decenios, para honor de la Iglesia fuera suprimido o transformado en un “banco ético, es decir que no persiguiera la ganancia, sino hacer sólo obras de bien”.
El comunicado vaticano dijo específicamente que el papa Francisco aprobó una “propuesta” sobre el futuro del IOR. “El IOR –dijo además el comunicado– seguirá sirviendo con atención y proporcionará servicios financieros especializados para la Iglesia Católica de todo el mundo. Los significativos servicios que puede ofrecer el Instituto ayudan al Santo Padre en su misión de pastor universal y dan apoyo además a instituciones y a individuos que colaboran con él en su ministerio.” Sin embargo, según algunas fuentes, el IOR no controlará una parte del patrimonio de la Santa Sede que podría terminar bajo la égida de nuevos entes o de la misma APSA (Administración del Patrimonio de la Santa Sede), a la que algunos consideran el Banco Central del Vaticano.
Después de haber escuchado el informe de las comisiones encargadas de analizar la situación financiera del IOR y de las demás instituciones económicas de la Santa Sede, al parecer los cardenales habrían comprendido que no era posible cerrar el Instituto, sino que era necesario reorganizar sus funciones y las de la APSA. El IOR controla junto con la APSA la mayor parte del inmenso patrimonio inmobiliario del Vaticano, sobre todo en Italia. Pero el IOR también tiene en mano los depósitos de los miembros de la Iglesia, congregaciones y entes de la Santa Sede, custodia títulos y valores, hace transferencias internacionales de dinero y paga los sueldos y jubilaciones de los 5000 empleados y ex empleados vaticanos.
Según datos de 2012, el IOR, con sus 114 empleados, administraba unos seis mil millones de euros en calidad de depósitos, gestión patrimonial y administración de títulos, con una ganancia neta de 86,6 millones de euros.
Sobre el plan reorganizativo tanto del IOR como de las demás instituciones financieras de la Santa Sede, el comunicado vaticano no entró en detalles. Es decir, no se sabe por ahora cuáles serán las nuevas características de este banco, acusado en la década de 1980 de lavar dinero de la mafia y, años después, de otros negocios poco claros. Se dijo en cambio que la propuesta de plan será presentada al Papa y a los cardenales del G-8, que se reunirán en Roma después de Pascuas. Elaborado por numerosos entes y comisiones encargados por Francisco para analizar los pros y los contras y diseñar un nuevo camino para esta institución, y que contó con la colaboración, y el control si se quiere, del nuevo virtual Ministerio de Economía vaticano, la Secretaría de Economía, cuyo prefecto es el cardenal australiano George Pell, el plan prevé la conclusión, antes del verano (europeo), del análisis de la clientela –varias cuentas de privados han sido cerradas hasta ahora– y de los datos registrados, según el portavoz del Instituto, Max Hohenberg. La siguiente tarea será “trabajar para una mejor integración del instituto con los distintos entes” de la Santa Sede así como “introducir una serie de mejoras operativas”, agregó.
Los medios de difusión italianos recordaron las palabras del papa Francisco sobre el IOR en su viaje de retorno de Río de Janeiro, el año pasado, en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, cuando los periodistas le preguntaron sobre el tema en la tradicional rueda de prensa que hace en el avión. “Yo no sé –dijo entonces– cómo terminará lo del IOR. Algunos dicen que tal vez es mejor que sea un banco, otros dicen que un fondo de ayuda, otros dicen que hay que cerrarlo. Se escuchan muchas voces. Yo no lo sé. Confío en las personas que están trabajando sobre este tema. Pero ya sea un banco, un fondo de ayuda o cualquier otra cosa, las características del IOR deben ser transparencia y honestidad.” En el Vaticano se había trabajado sobre algunas hipótesis fundamentalmente: la posibilidad de transformarlo en un banco ético, con mayor transparencia pero conservando sus funciones y, por último, cerrarlo completamente. La operación transparencia, de todas maneras, comenzó en octubre pasado con la publicación on line, por primera vez, del balance oficial del Instituto.
Algunos sectores, dentro y fuera del Vaticano, no recibieron la noticia con mucha alegría. “El Papa no cierra el IOR, lo reforma”, tituló un artículo la versión italiana de la revista católica progresista Familia Cristiana, que meses atrás había manifestado su esperanza de que lo transformara en un banco ético. Pero se trata “de una propuesta, que no quiere decir una decisión definitiva. Más bien parece ser la aprobación del trabajo hecho hasta ahora por las comisiones”, explicó el periodista Alberto Bobbio. “Esto no quiere decir que se haya puesto la palabra fin, aun cuando queda claro que, para el Papa, el IOR sigue siendo un instrumento importante, a condición de que sea usado bien. Y para usarlo bien se necesita honestidad y transparencia”, concluyó el artículo, citando las palabras del Papa en el avión. El problema, para estos sectores de la Iglesia no es tanto el instrumento sino el uso que se hace de él.
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