La visita de Francisco a Tierra Santa representa todo un desafío para los servicios secretos y las policías de Jordania, Israel y Palestina. Más de 8000 agentes de la policía y otras fuerzas de seguridad israelíes vigilarán la estadía del Papa en Jerusalén hoy y mañana. “El dispositivo incluirá a más de 8000 agentes, guardias de fronteras y cuerpos especiales”, indicó el portavoz de la policía de Israel, Miki Rosenfeld.

El plan de seguridad incluirá la observación desde helicópteros Bell 206 y labores de Inteligencia en un centro especial situado en la ciudadela antigua, donde más de 320 cámaras vigilarán los movimientos del Papa y su comitiva. La policía israelí también escoltará al pontífice en diferentes zonas, incluido el Santo Sepulcro, el Muro de los Lamentos o la Explanada de las Mezquitas. “Contamos con unidades de apoyo en caso de que se produzcan incidentes, aunque no tenemos información específica de posibles amenazas”, subrayó Rosenfeld.

El inspector policial Johnny Kassabri, oficial de enlace para las comunidades cristianas de Merjav David –organismo encargado de garantizar el orden en torno de la Ciudad Vieja de Jerusalén–, recalcó que el operativo es el más importante de los últimos años. Explicó además que sólo es equiparable a eventos como la celebración del Sábado de Gloria en el Santo Sepulcro durante la Semana Santa, ceremonia a la que asisten miles de peregrinos. La visita de Francisco a la Ciudad Santa, que se iniciará hoy y se prolongará durante la jornada de mañana, será una de las paradas del viaje más complicadas en el aspecto de la seguridad, a raíz de los recientes ataques y amenazas contra propiedades y el clero cristiano por extremistas judíos.

La seguridad papal que viene desde Roma está al tanto y trabaja codo a codo con las fuerzas locales como el Shin Beth, el servicio de seguridad interior de Israel. La policía israelí entregó en los últimos días varias órdenes de alejamiento a radicales judíos miembros de la derecha ultranacionalista para impedir acciones provocativas durante la estancia del obispo de Roma, como le gusta a Francisco que lo llamen, en Jerusalén.

Las órdenes fueron emitidas en respuesta a la campaña lanzada por activistas de extrema derecha para impedir que se desarrollen actos litúrgicos cristianos en la sala del Cenáculo, situada en el segundo piso de un complejo del Monte Sión, donde los judíos veneran en su subsuelo un cenotafio donde se cree que está enterrado el rey David.

En la sala del Cenáculo, el Papa tiene previsto presidir una homilía mañana, el segundo acto litúrgico en importancia que oficie en Jerusalén después del que tendrá lugar hoy en el Santo Sepulcro, que los sectores más radicales consideran un acto de idolatría, perseguido por la ley judía.