Lun 21.07.2014

EL MUNDO  › ENTREVISTA A PATRIZIA DOGLIANI, PROFESORA DE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE BOLONIA

“No hay una gran presencia neofascista”

A una semana del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, la experta italiana evaluó los efectos particulares de la contienda para su país y su identidad nacional.

La Primera Guerra Mundial creó en Italia un sentimiento de identidad nacional inexistente hasta ese momento. De esta forma explicó la importancia del conflicto bélico para la consolidación del estado italiano Patrizia Dogliani, profesora de Historia de la Universidad de Bolonia. “Cuando se creó la unidad italiana, una de las observaciones era que se había constituido el territorio italiano, el Estado, pero no una ciudadanía verdadera, la llamada italianidad. Las realidades regionales eran muy diversas. A nivel histórico, la Gran Guerra representa la nacionalización de las masas”, aseguró a Página/12. A una semana del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la especialista italiana en fascismo y memoria histórica evaluó las consecuencias particulares de la contienda para su país, muchas de las cuales se extienden hasta la actualidad.

“Italia concibe la Gran Guerra de manera muy distinta a otros países. En Francia, el conflicto es pensado como parte de la guerra franco-alemana que comenzó en 1870 y que terminó en la Segunda Guerra Mundial. En cambio, en Italia es vista como condición de la unidad de la nación, del territorio. Se la considera como la última guerra del Risorgimento –el proceso de unificación de los estados italianos–”, señaló Dogliani, quien vino a Buenos Aires para participar del simposio “La Primera Guerra Mundial: escenarios internacionales y perspectivas argentinas”, organizado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. “Los italianos encuentran en el Estado una fase de coerción con la entrada al ejército y a la guerra. Las grandes masas encuentran por primera vez la autoridad del Estado en la disciplina militar y en la lucha”, expresó.

Asimismo, Dogliani marcó las diferencias con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), signada por la omnipresencia del fascismo. “La Segunda Guerra es vista en dos fases muy distintas en Italia. La primera fase es la guerra fascista, hasta 1943 y luego una guerra civil con una ocupación militar. En la primera, la elite cultural y política sostiene el ingreso del país a la guerra. Italia entra sin un consenso general, no es un país atacado, sino que elige entrar. Entonces el patriotismo y el consenso se crean en la guerra misma”, apuntó. El fascismo –afirmó– fue en parte consecuencia de la incapacidad de los ex combatientes para resguardar políticamente un sistema democrático aún “débil” tras finalizado el primer conflicto bélico.

En tanto, el actual régimen político italiano se configuró al calor de la segunda posguerra mundial. El parlamentarismo fue visto como la posibilidad de superar el autoritarismo y las divergencias internas. “La República Italiana nace con este mito de haberse liberado del fascismo. En 1946, la mayoría de los italianos votan en un referendo por la república en vez de una monarquía, que había estado muy ligada al fascismo. En la historia de Italia se habla de una sola Constitución, que es el único texto fundamental y fue elaborada entre 1946 y 1948. Ahora se está pensando en reformarla”, contó Dogliani.

Uno de los debates sobre la reforma constitucional gira en torno de las funciones del presidente. “Algunos, como el partido de Berlusconi, quieren crear una república presidencial o semipresidencial. Hasta hoy, el presidente es elegido por el Parlamento, no directamente por el pueblo”, dijo. Otra de las discusiones se centra en el llamado “bicameralismo perfecto”. “Las leyes pasan de la cámara de Diputados al Senado y viceversa, con el mismo nivel de discusión y de legitimidad. Hoy se debate transformar al Senado en uno de representantes locales y con menos poder legislativo. El tema es que tras la Segunda Guerra Mundial, la Constitución ha creado un sistema político que ha quedado intacto hasta hoy”, agregó.

La especialista italiana también se refirió al avance de la ultraderecha en las últimas elecciones europeas de mayo, en las que el Frente Nacional de Marine Le Pen obtuvo el 25 por ciento de los votos. “En Italia no hay una fuerte presencia neofascista. Está la Liga Norte, que tiene posiciones xenófobas, pero no reivindica el fascismo. Aquellos que venían de partidos fascistas se han perdido en el tiempo. Existe una nueva manera de sentir la política, que no quiere decir que no haya xenofobia, racismo o miedo a la nueva inmigración. Los jóvenes que han creado una nueva derecha son post fascistas. El fenómeno es distinto. El caso de Marine Le Pen es cercano a la Liga en cuanto a sus posiciones, pero el hecho de que ella sea hija de Jean-Marie Le Pen, y por lo tanto que haya un pasaje generacional, da una persona que es cercana a la experiencia de Vichy y al fascismo francés”, remarcó.

En este sentido, destacó que el neofascismo no constituye un problema considerable en Italia, a diferencia de lo que ocurre en Francia con el triunfo electoral de Le Pen. “En Italia hay fases de alianzas a nivel europeo, pero no creo que este movimiento, aparte del neonazismo en Alemania, se retrotraiga a ese pasado de la guerra. Más bien se trata de salvar a la civilización europea, impedir la nueva inmigración, la contaminación religiosa. Algunos son antieuropeístas. Verifican su propia fuerza nacional a través de las elecciones europeas, pero son una oposición contra Europa y el Parlamento europeo. Busca alianzas políticas e ideológicas de forma extra parlamentaria”, ironizó Dogliani.

Entrevista: Patricio Porta.

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