Dom 10.08.2014

EL MUNDO  › MOSCU PROHIBIO LA IMPORTACION DE PRODUCTOS AGRICOLAS A IMPORTANTES PAISES DE OCCIDENTE

Rusia contragolpea donde más duele

Rusia es el quinto importador mundial de productos agroalimentarios. Moscú ya entabló contactos con países de América latina, como Brasil y la Argentina, a fin de compensar los efectos del embargo que decretó sobre los productos agrícolas.

Desde París

La guerra diplomático-comercial entre Occidente y Rusia entró en la fase “ojo por ojo, diente por diente” con las medidas tomadas por Moscú en respuesta a las sanciones adoptadas por Occidente para forzar a Rusia a cesar su apoyo a los separatistas ucranianos. Vladimir Putin concentró su contraofensiva en el sector que más duele, el agrícola. Moscú prohibió la importación de frutas, legumbres, pescados, leche, carne de chancho y productos lácteos provenientes de varios países occidentales: Estados Unidos, Unión Europea, Australia, Canadá, Noruega. En lo que atañe a la Unión Europea, la cuenta tiene muchos ceros: según cifras de la Comisión Europea, 10 por ciento de las exportaciones agrícolas de la UE van hacia Rusia. El total se eleva a 11 mil millones de euros. Antes de que Moscú respondiera, analistas y auditores bancarios de gigantes como Capital Economics, Bank of America Merrill Lynch o Deutsche Asset & Wealth Management habían anticipado que Europa podría perder alrededor de la mitad del crecimiento previsto a raíz de las sanciones contra Rusia adoptadas por Washington y la Unión Europea. El contraataque al sector agrícola empeorará más las cosas, tanto más cuanto que Moscú ya entabló contactos con países de América latina, como Brasil y la Argentina, a fin de compensar los efectos del embargo que decretó sobre los productos agrícolas.

Rusia es el quinto importador mundial de productos agroalimentarios. El 35 por ciento de su consumo alimentario proviene del exterior. Estados Unidos es el primer distribuidor de alimentos a Rusia, seguido por la Unión Europea. Los europeos, siempre tan húmedos y cínicos, amenazaron con tomar medidas de retorsión y también remitirse a la OMC, Organización Mundial del Comercio. Para Francia, la pérdida puede ser importante. Octavo exportador de productos agroalimentarios hacia Rusia, Francia exportó en 2013 mil millones de euros. El 1 por ciento de las exportaciones francesas de frutas y el 3 por ciento de las de legumbres van rumbo a Rusia (50 mil toneladas anuales). Rusia es igualmente el primer mercado de exportación de manzanas y peras. El embargo ruso inquieta particularmente a los productores de chancho que exportan 75 mil toneladas al año. Pero el efecto es aún más complicado a escala europea. El sector agrícola español exporta 440 millones de euros anuales, el de Polonia 926 millones, el de Lituania 912 y el de Alemania 556. El resigo está en que esos productos se acumulen en el viejo continente y empiecen a circular en los otros países de la Unión a mejor precio. Eso es lo que podría ocurrir con la producción española (100.000 toneladas) o la polaca, cuyos precios son inferiores a los franceses. Xavier Beulin, presidente de la FNSA (Federación Nacional de Sindicatos de explotaciones agrícolas) señaló ese riesgo: “Las producciones que no van a Rusia irán al mercado europeo, donde se teme una situación de crisis”.

El daño va más allá de las sanciones mutuas. Los embargos respectivos rompen una dinámica que funcionaba muy bien desde hace años. Luc Barbier, presidente de la Federación Nacional de productores de Frutas (Francia), declaró en la radio francesa Europa 1 que “los rusos van a seguir comiendo manzanas, tomates y duraznos. La diferencia radica en que el origen no será más europeo. Esos productos vendrán de Asia, Brasil, Africa del Sur, etcétera. Pero cuando ese mercado se vuelva a abrir, harán falta años para conquistarlo otra vez. Es dramático”. Por lo pronto, Moscú ya empezó a explorar otros horizontes, especialmente los latinoamericanos. La agencia veterinaria rusa Rosselkhoznadzor adelantó la organización de reuniones con los “embajadores de Ecuador, Brasil, Chile y el encargado de negocios de la Argentina para discutir sobre una eventual alza del suministro de productos alimentarios provenientes de esos países”. Aunque varía de un país a otro, el impacto de estas medidas es importante en un sector europeo que ya está en crisis hace mucho y que funciona bajo perfusión gracias a ese mecanismo perverso que es la PAC, la Política Agrícola Común. En esa terminología tecnocrática se esconde una de las mayores perversiones comerciales de la historia de la humanidad: las subvenciones agrícolas. Europa subvenciona su agricultura con un presupuesto de 373 mil millones de euros repartidos entre los 13 millones de agricultores de que cuenta la UE. Ese mecanismo falsea los precios, desregula los mercados y priva de ingresos nobles y de desarrollo a los países del sur. El sector agrícola y agroalimentario equivalen al 7 por ciento del empleo europeo y generan 6 por ciento del PIB de la UE. Seguramente, para atenuar el peso de estas contramedidas, la Unión Europea compensará las pérdidas recurriendo al presupuesto de la PAC. El primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, dijo que esperaba “sinceramente que el pragmatismo económico prevalecerá por encima de las consideraciones políticas estúpidas de nuestros socios, y que dejarán de aislar o asustar a Rusia”. El ajedrez de las sanciones comerciales recién empieza. Cada parte detenta un poder altamente nocivo para la otra. Para Europa, la crisis con Rusia ya tuvo un costo: las previsiones del FMI calculaban un crecimiento de 1,1 en el seno de la UE. Ahora, con la crisis a cuestas, las previsiones bajaron a 0,6 por ciento. Este esquema no contempla todavía las medidas que van a afectar durante un año al sector agroalimentario. Desde marzo pasado, cuando Crimea fue anexada por Rusia, dos bancos europeos implicados en grandes negocios con Moscú, el francés Société Générale y el alemán Deutsche Bank, sufrieron pérdidas del 19,5 por ciento y 22,4 por ciento.

La guerra comercial es un pésimo negocio para todos los actores de este creciente antagonismo. Los recelosos y asustadizos mercados bursátiles no tardaron en reaccionar. En los últimos dos meses, la Bolsa de París perdió 10 por ciento. Más precisa es la lectura del llamado “índice bursátil del miedo”, el Vix, cuya misión consiste en medir la volatilidad de los inversores. El Vix subió 16 puntos desde principios de agosto. La tensión en Ucrania y las sucesivas situaciones de crisis que se fueron acumulando rompieron el casi idilio entre Rusia y Occidente. Nadie conoce la extensión de este trance crítico. Rusia y Occidente pueden perfectamente normalizar sus relaciones según la evolución del conflicto en Ucrania y la huella que el juego de sanciones y contrasanciones deje en las respectivas economías. Todo puede también complicarse y beneficiar a los actores periféricos como Brasil, Argentina, Chile o México. La confrontación demuestra una vez más que el mundo está sumergido en un rediseño profundo de la mecánica con la que funcionó hasta hoy.

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