EL MUNDO › MIENTRAS SIGUEN LAS PROTESTAS Y LOS DISTURBIOS POR EL ASESINATO DEL JOVEN NEGRO MICHAEL BROWN
La llegada de la Guardia Nacional a Ferguson no bajó la tensión. En un hecho que tuvo lugar a pocos kilómetros, un afrodescendiente de 23 años fue baleado por dos agentes a los que supuestamente atacó con un cuchillo.
El envío de la Guardia Nacional no bajó la tensión en Ferguson, donde dos personas resultaron heridas de bala y 78 fueron detenidas ayer en uno de los disturbios más violentos desde el inicio de las protestas por el asesinato de un joven negro baleado por un policía. Centenares de personas volvieron a ocupar la Avenida West Florissant, epicentro de la bronca en la localidad de Mi-ssouri; las concentraciones comenzaron pacíficamente y terminaron con choques entre manifestantes y la policía, que lanzó gases lacrimógenos. “Los manifestantes pacíficos no son el enemigo. Pero hoy hemos tenido disparos. Dos personas han tenido que ser trasladadas a un hospital y quienes les dispararon no eran agentes”, señaló el capitán de la Patrulla de Carreteras de Missouri, Ron Johnson. En un hecho que tuvo lugar a pocos kilómetros de las protestas, un joven afroamericano de 23 años fue muerto a tiros por dos policías a los que supuestamente atacó con un cuchillo, luego de protagonizar un robo en un almacén, informó la policía. Los agentes abrieron fuego luego de que el hombre ignorara en repetidas ocasiones la orden de arrojar su arma, dijo el jefe de policía de St. Louis, Sam Dotson. El episodio puede exaltar aún más los ánimos.
Por su parte, el capitán de la Patrulla de Carreras de Missouri, quien además es responsable de la seguridad de Ferguson, aseguró que la mayoría de los manifestantes se comportó pacíficamente ayer, pero que un grupo de delincuentes aprovechó la ocasión para atacar a la policía con cócteles molotov. A los detenidos se les incautó dos armas de fuego, agregó. Según Johnson, algunos de los manifestantes se habían desplazado a Ferguson desde lugares tan lejanos como Nueva York y California, ante la magnitud de los disturbios. El despliegue de las tropas de la Guardia Nacional, la milicia estatal que suele movilizarse en catástrofes naturales y también para afrontar situaciones de desorden público, no logró aplacar las protestas, que se iniciaron el 10 de agosto, al día siguiente de la muerte del joven Michael Brown, de 18 años.
La tensión se disparó a las 22 de anteayer, cuando la policía comenzó a avisar a los manifestantes que debían despejar la calle si no querían ser arrestados, después de que varias personas lanzaran cócteles molotov, botellas y otros objetos contra los agentes. Casi dos horas después, justo antes de la medianoche, los agentes empezaron a avanzar, protegidos por material antidisturbios y alertando a través de los altavoces de que el área dejaba de ser segura, la gente debía volver a sus casas y los periodistas debían salir de la zona de las protestas. La mayoría de los manifestantes atendió la orden, aunque un grupo reducido –menos de cien personas– se resistió y en ese momento se sucedieron los arrestos, que sumaron 78, según la policía.
Desde Nueva York, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) se mostró alarmado por las amenazas a los trabajadores de prensa que cubren las manifestaciones y que dejaron como saldo el arresto de al menos 11 reporteros durante las protestas en Ferguson. El CPJ condenó el hostigamiento a los cronistas cuando realizan su trabajo. “El acoso y las detenciones de periodistas tienen que parar. Desde los altos mandos tienen que ordenar a las fuerzas de seguridad que les permitan trabajar”, dijo el subdirector del CPJ, Robert Mahoney. Los periodistas fueron posteriormente liberados sin cargos.
Según testigos, el joven negro asesinado ayer en St. Louis, cuya identidad todavía no fue divulgada por la policía, entró en un almacén y robó algunas cosas. Cuando el dueño del local le pidió que pagara, tiró lo que había robado a la calle. El joven iba armado con un cuchillo y comenzó a caminar por la calle de un lado a otro y a hablar en voz alta, por lo que el dueño del comercio y una concejala municipal llamaron a la policía, explicó el jefe de policía de St. Louis, Sam Dotson. El hombre, que se comportaba erráticamente antes de la llegada de la policía, se puso más nervioso con la presencia de los uniformados, a quienes gritó: “¡Dispárenme ahora, mátenme ahora!”, señaló Dotson.
Los agentes que llegaron a la tienda, que eran blancos, le ordenaron que parara, pero el joven afroamericano no lo hizo. Cuando supuestamente intentó atacar con un cuchillo a uno de los policías, el agente le disparó, siempre según la versión policial. El joven fue declarado muerto en el lugar de los hechos. A los dos agentes, que salieron ilesos del incidente, se les impuso una licencia administrativa pendiente de la investigación, según informó el diario St. Louis Post Dispatch. El asesinato de otro afroamericano a manos de la policía en Missouri contribuirá a aumentar las tensiones raciales, provocadas por la muerte de Brown a manos de un policía blanco.
Brown, que iba desarmado, recibió al menos seis disparos: dos en la cabeza y cuatro en el brazo derecho, según determinó una segunda autopsia. El agente que le disparó, Darren Wilson, lleva seis años en el puesto y no tiene antecedentes disciplinarios. La policía no divulgó su raza, pero testigos del tiroteo aseguran que es blanco. El funeral del joven se celebrará la próxima semana, informaron los abogados de la familia a los medios locales. Anthony Gray, uno de los letrados de la familia, indicó al St. Louis Post Dispatch que el funeral se hará el lunes 25 de agosto. El lugar y la hora todavía no fueron determinados.
Se espera que el fiscal general Eric Holder, quien ordenó a un médico forense federal que realice hoy otra autopsia al cadáver de Brown, viaje a Missouri en las próximas horas. Hoy también está previsto que el gran jurado del tribunal del Condado de St. Louis revise las evidencias presentadas sobre el caso antes de elevarlo a juicio. La prensa estadounidense hizo hincapié, en los últimos días, en la brecha racial que separa a la policía de los habitantes de Ferguson. De los 53 policías de esta localidad sureña, sólo tres son afroamericanos, a pesar de que el 67 por ciento de sus habitantes son negros.
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