Lun 01.09.2014

EL MUNDO  › POR PRIMERA VEZ, EL MANDATARIO RUSO EVOCó LA CREACIóN DE UN ESTADO AL ESTE DE UCRANIA

Promesas de Putin al este ucraniano

El jefe del Estado ruso ve a la ex república soviética según un esquema federal en donde cada una de las regiones cuente con suficiente autonomía como para gestionar sus propias finanzas y elegir a sus responsables políticos.

› Por Eduardo Febbro

Página/12 En Francia

Desde París

Europa se fijó un plazo de una semana para enojarse más con Rusia al tiempo que el presidente Vladimir Putin ponía otra pieza más a su favor en el alterado tablero de Ucrania. Los 28 miembros de la Unión Europea pidieron a la Comisión Europea que preparara una nueva batería de sanciones contra Moscú de aquí a una semana. Signo de que poco le importan las sanciones y de que siempre mueve los hilos con anticipación, el mandatario ruso salió al paso de la retórica europea con una propuesta asombrosa. Por primera vez, Vladimir Putin evocó la creación de un Estado al este de Ucrania. Según dijo el mandatario en la televisión pública, “debemos comenzar inmediatamente discusiones sustanciales, pero no acerca de temas técnicos sino sobre los que atañen a la organización política de la sociedad y el estatuto de Estado para el sudeste de Ucrania para proteger los intereses legítimos de las personas que viven”.

La provocación es fuerte, tanto más cuanto que el jefe del Estado ruso les devolvió a los europeos el reflejo de sus propios errores, muy bien disimulados por la batería de periodistas y analistas occidentales que hacen caso omiso de la irresponsabilidad europea. Putin dijo que eran los occidentales quienes tenían la responsabilidad de la crisis en Ucrania porque apoyaron el movimiento de protesta que condujo al derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich “sin pensar que otro conflicto estallaría”. El manto de las mutuas retóricas no deja en la sombra la gravedad de la situación. Este fin de semana, en Bruselas, el actual presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, recordó que Rusia y Ucrania estaban muy cerca del “punto sin retorno. Ese punto sin retorno es la guerra”. La crisis en Ucrania desembocó en la más drástica degradación de las relaciones entre Moscú y Occidente desde el fin de la Guerra Fría. Y cada semana, el antagonismo se torna más comprometido. Esta semana, la OTAN denunció que más de mil soldados rusos habían penetrado en Ucrania, una información desmentida por Moscú. La Alianza Atlántica, no obstante, presentó imágenes de satélite para probar la veracidad de su denuncia. El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, advirtió que la situación podría tornarse muy pronto “fuera de todo control”.

Los europeos parecen desamparados ante la implacable estrategia rusa. Europa es poco menos que una potencia fantasma, limitada a adoptar sanciones por las que también paga un tributo sin que éstas logren parar el avance de Putin. Ya anexó Crimea y se calcula como muy probable que consiga reordenar a su gusto el este de Ucrania. Fuera de las amenazas verbales, la OTAN no puede entrar en el juego más allá de un puñado de ejercicios militares o patrullas aéreas en las fronteras de Ucrania. Algunas declaraciones escuchadas en los últimos días en boca de los responsables suenan como una declaración de impotencia. El general Philip Breedlove, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, dijo que la “organización respondería militarmente” a cualquier incursión rusa en el territorio de los miembros de la OTAN. La posibilidad parece tanto más lejana porque Ucrania no es miembro de la Alianza Atlántica.

Las sanciones occidentales tuvieron un fuerte impacto en Rusia: la Bolsa se desplomó, el rublo bajó, pero hasta ahora nada doblegó a Putin. Muy por el contrario: el presidente ruso respondió decretando un embargo sobre las importaciones agrícolas europeas. Recesión en Europa, dependencia energética frente al gas de Moscú, intereses divergentes entre los Estados que componen la UE, tibieza y contradicciones en la política exterior norteamericana, la configuración le es muy favorable a Putin. Occidente quedó prisionero de su propia red. La última salida del mandatario afianza aún más su posición de fuerza. El jefe del Estado ruso ve a Ucrania según un esquema federal en donde cada una de las regiones cuente con suficiente autonomía como para gestionar sus propias finanzas y elegir a sus responsables políticos. Detalle por demás curioso: quienes gobiernan las regiones de Ucrania son designados directamente por la capital, Kiev. El presidente francés, François Hollande, se preguntó en Bruselas si acaso Europa iba a dejar que la situación empeore cada vez más “hasta que lleguemos a la guerra”. Esas fronteras se acercan sin que Occidente haya encontrado la clave para impedirla o para negociar con Putin un pacto de paz.

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