EL MUNDO › EL EXPERTO GILBERTO CONDE SEñALA QUE LA IRRUPCIóN DE LOS JIHADISTAS PROVOCó ACERCAMIENTOS IMPENSADOS
Conde afirma que Washington y Teherán apoyan a los kurdos de Irak en contra de los jihadistas, pero con Siria no existen puntos en común. La guerra contra Al Assad quedó en segundo plano con el avance del Estado Islámico.
Pese al avance del Estado Islámico (EI), el presidente estadounidense Barack Obama no encuentra consenso para emprender una acción militar en Medio Oriente. Tras la experiencia en Irak y la complejidad de la guerra civil siria, Estados Unidos evalúa las alternativas a una intervención directa. “Obama tiene que considerar no sólo lo que es más eficaz, sino lo que implica para sus alianzas. Si va por la opción bélica de armar a los kurdos y al ejército iraquí para avanzar sobre el EI y de realizar vuelos sobre territorio sirio para recabar información, es porque el objetivo inicial era bombardear Siria. Bashar Al Assad lo habría aplaudido si hubiera invitado a su ejército y dado financiamiento a sus fuerzas armadas. Pero eso está descartado por las presiones de Arabia Saudita, Turquía y otros aliados en la región”, aseguró a Página/12 Gilberto Conde, especialista en Medio Oriente y director de la revista Estudios de Asia y Africa de El Colegio de México.
La irrupción del EI, una organización sunnita radical que nació en Irak de la mano de Al Qaida en tiempos de la ocupación estadounidense, impactó en la dinámica de la región y posibilitó acercamientos impensados. “Hay una alianza tácita con Irán. Irán y Estados Unidos están armando a los kurdos de Irak. Las primeras armas que les llegaron a los kurdos no venían del Pentágono sino de Teherán. Hay una coincidencia respecto de Irak, pero en cuanto a Siria no se ponen de acuerdo”, sostuvo Conde. Esta dificultad radica en la figura del presidente sirio Bashar Al Assad, enemigo de Estados Unidos y aliado destacado de Irán. “Si vemos la estrategia en Líbano, donde el EI está haciendo sus incursiones, no hay estos escrúpulos precisamente con Hezbolá. No quieren fortalecerlo pero saben que es parte de cualquier ecuación en contra del EI. Entonces están dispuestos a hacer concesiones. Pero Siria es un nudo que ellos contribuyeron a crear. Cuando el presidente Obama dice que no hay una estrategia en realidad dice que no hay una estrategia de conjunto”, agregó el experto.
Conde, que es autor del libro Turquía, Siria e Irak: entre amistad y geopolítica, consideró que los países que armaron inicialmente al EI son los responsables de cuestionar su base de legitimidad. “En la guerra civil siria, Estados Unidos no quiso involucrarse directamente. Pero sus aliados en la región –Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes, Kuwait, Turquía y Qatar– financiaron a organizaciones armadas. Estos fondos no iban a grupos laicos, sino a quienes se opusieran a Al Assad desde un punto de vista religioso. Como el presidente sirio es miembro de la secta alauita, y una parte importante de los aparatos de seguridad de Siria está controlada por miembros de esta secta, empezaron a etiquetar al gobierno sirio como chiíta sectario. Entonces plantearon que la lucha en Siria no era por la democracia, sino de los sunnitas contra un gobierno herético”, afirmó.
En tanto, el EI se desplegó en zonas donde abunda el petróleo y la guerra contra Al Assad quedó en un segundo plano. Los recursos petroleros se convirtieron en una fuente de financiamiento que le permitió a la organización ganar autonomía respecto de sus patrocinadores del Golfo Pérsico. “Para el EI no hay una división estatal. Para los islamistas en general, las fronteras estatales y nacionales no tienen sentido. Todos los musulmanes conformarían una sociedad y un Estado islámico, de ahí viene el nombre de la organización. Un Estado que va más allá de las naciones y las etnias. Cuando ellos cambian de nombre y dejan de llamarse Estado Islámico de Irak y de Siria, rompen con esas fronteras nacionales y aspiran a crear un califato universal”, explicó Conde, quien destacó además que la organización califica a los musulmanes chiítas de herejes y se cree autorizada “para definir quién es un verdadero creyente y quién ha hecho apostasía, la cual es condenable con pena de muerte”.
El EI se transformó en una opción atractiva para los yihadistas de distintos rincones del mundo, desilusionados con Al Qaida. Por esta razón, Conde expresó que una estrategia puramente militar –como la ideada por George W. Bush en 2003– es un recurso poco realista y de corto plazo. “Debe haber una estrategia simultáneamente militar y política. No puede ser únicamente militar, porque le daría cierto liderazgo al EI en algunos poblados en los que se encuentra. Al escindirse de Al Qaida y obtener algunos éxitos, el EI es visto por individuos o células como una alternativa eficaz de lucha contra todos los que consideran sus enemigos. Estas células le ofrecen su lealtad a la nueva organización y se construye rápidamente con un componente internacional y como una alternativa a Al Qaida. Hay grupos que se adhieren a ellos en cuanto ven que el EI tiene una cierta eficacia”, aseveró el especialista mexicano.
De hecho, organizaciones radicalizadas como el EI son producto de la intervención en Irak. Tras la caída de Saddam Hussein, Washington excluyó a los musulmanes sunnitas de cualquier puesto de relevancia en un futuro gobierno. “Algo que no era necesario, primero porque no existía esa tradición en Irak, y segundo porque sentaba un precedente para establecer divisiones artificiales en base a la religión. El gobierno confesional fue muy severo con los árabes sunnitas, considerados como opuestos a la ocupación estadounidense y al gobierno encabezado por chiítas. Otro elemento es que el gobierno de ocupación decidió que todos los que tuvieran credencial del partido Baaz, que lideraba Saddam Hussein, no tenían derecho a formar parte de ninguna administración pública. Entre ellos había kurdos, chiítas, pero había una mayoría de sunnitas. Entonces muchos sunnitas consideraron que el gobierno surgido de la ocupación estaba en contra de ellos como grupo confesional”, subrayó Conde.
Sin embargo, para Conde es más fácil revertir el respaldo al EI en Irak que en Siria. “En Irak, los actores internos –el gobierno iraquí y el gobierno de la región kurda–, se pueden poner de acuerdo más fácilmente con actores externos como Irán y Estados Unidos para tratar de enmendar los agravios de los que ha sido objeto la población árabe sunnita. Si se lograra eso, se podría reducir la fuerza del EI. En Siria la situación es bastante más compleja. Ahora tenemos cuatro grandes frentes: uno es el gobierno sirio con todos sus aliados internacionales y locales; por otro lado el EI; los kurdos de Siria, distintos de los de Irak, que están más ligados a los kurdos de Turquía, y este arco iris de organizaciones opositoras que van desde grupos liberales y laicos hasta los islamistas radicalizados que tienen posiciones no tan lejanas a las del EI, pero que –aseguró– estarían interesados en debilitarlo.”
Entrevista: Patricio Porta
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