EL MUNDO › SEGúN EL PAPA, SE RECAUDó PARA PROYECTOS SOLIDARIOS
› Por Elena Llorente
Página/12 En Italia
Desde Roma
Al principio pareció sólo una buena idea de solidaridad, sobre todo viniendo del papa Francisco, hincha de San Lorenzo de Almagro desde que era pequeño. Pero después, con el apoyo de decenas de estrellas del fútbol mundial, entre ellas Diego Maradona, la cosa se hizo todavía más importante. Es así que el gran Partido Interreligioso por la Paz que anoche jugaron en el estadio Olímpico de Roma dos equipos de famosos jugadores de distintas nacionalidades y religiones puede ser un gran intento publicitario para comunicar al mundo que la convivencia entre distintas religiones es posible. Especialmente en estos momentos en los que el mundo tiembla por los enfrentamientos entre religiones y poderes políticos y económicos en Medio Oriente.
En materia de tolerancia religiosa, los argentinos han estado un poquito más adelante que los europeos porque, en un país de inmigrantes como es Argentina, judíos, católicos, protestantes, musulmanes, ortodoxos, entre otras religiones, crecieron todos juntos. La vieja Europa, en cambio, todavía arrastra resabios antijudíos de la Segunda Guerra Mundial, prejuicios contra negros y sudacas desde que empezaron las grandes oleadas migratorias hacia Europa en los años ’70 y ’80 y discriminación de musulmanes, sobre todo desde el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. Ahora la situación está empeorando y por eso el Papa ha lanzado repetidos llamamientos por la paz en Siria, en Palestina e Israel, en Irak, en Ucrania. Por eso impulsó un Partido por la Paz, que nunca antes había sido organizado. “Les agradezco porque ustedes han rápidamente adherido a mi deseo de ver campeones y entrenadores de distintas religiones enfrentarse en un evento basado en los valores de la amistad y la paz”, dijo Francisco a los jugadores y entrenadores que recibió ayer por la tarde en el Aula Paulo VI del Vaticano, poco antes del encuentro deportivo.
“El partido –recordó además el Papa– será una oportunidad para recoger fondos para proyectos de solidaridad pero sobre todo para reflexionar sobre los valores de la pacífica convivencia: la lealtad, el diálogo, la cálida bienvenida, la confianza en el otro. Se trata de valores que existen a prescindir de la raza, la cultura o el credo religioso.” Y la frase del Papa fue interpretada no sólo como alusiva a las zonas en conflicto, sino también a los refugiados que cada día llegan a las costas italianas, 4000 en los últimos cinco días según las fuerzas de seguridad, en busca de paz. Según el pontífice, el partido del Olímpico, al que han respondido asistiendo como jugadores, entrenadores o espectadores más de 50 famosos futbolistas de todo el mundo según la televisión italiana, “es un gesto simbólico para construir la cultura del encuentro, para que los creyentes de las distintas religiones, conservando su propia identidad puedan convivir en armonía y en recíproco respeto”. El deporte, agregó, “y en particular el fútbol, es un fenómeno de grande incidencia social. La gente, los jóvenes, tienen gran admiración por los atletas. Es importante dar el ejemplo dentro y fuera de la cancha”.
Los esfuerzos del papa Francisco en favor de la paz no terminan con el partido, como él mismo recordó ante los jugadores. El jueves, en efecto, recibirá en el Vaticano nuevamente al ex presidente de Israel Shimon Peres, después del encuentro por la paz del que siendo presidente israelí participó junto al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, el 8 de junio en el Vaticano. En julio, Francisco llamó por teléfono a los dos mandatarios –aunque Peres no era ya presidente– para que hicieran todo lo posible por el cese de las hostilidades.
El dinero obtenido con la venta de entradas del partido será destinado a beneficencia, a la Fundación Pupi de Paola y Javier Zanetti –el ex jugador argentino, ex capitán y actual vicepresidente del club Inter de Milán y uno de los organizadores del evento–, y a Scholas Occurrentes, una organización internacional que depende de la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano. Lo recabado servirá para financiar el proyecto “Una alternativa de vida”, que intenta prevenir la deserción escolar y la marginación social de cientos de niños, mediante una propuesta educativa que busca unir el deporte, el arte y las nuevas tecnologías al servicio de la educación. Son antecedentes de esta iniciativa los programas Escuela de Vecinos y Escuelas Hermanas que impulsó el cardenal Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires.
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