EL MUNDO › EN UN DEBATE TELEVISADO, LA PRESIDENTA CUESTIONó EL PROGRAMA ECONóMICO DE SU PRINCIPAL RIVAL, MARINA SILVA
La mandataria brasileña recordó, mirando a su adversaria ecologista, que en su gobierno y el de Lula la prioridad fue luchar contra la pobreza y dudó de que esto se pueda hacer restaurando las políticas neoliberales.
› Por Darío Pignotti
Página/12 En Brasil
Desde Brasilia
A poco más de un mes de las elecciones, Dilma Rousseff recuperó el centro del ring. Disfónica, la presidenta y candidata a la reelección tomó la iniciativa durante un debate televisado ayer, cuando insistió en la defensa de Petrobras y cuestionó el programa de su principal adversaria, Marina Silva, la ambientalista que en las últimas encuestas se proyecta como favorita en un eventual ballotage a disputarse el 26 de octubre. “Candidata Marina, en su programa de gobierno de 242 paginas usted dedicó una línea al petróleo de pre sal (aguas ultraprofundas)”, cuestionó Dilma, de traje rojo, fijando los ojos en su adversaria, con un vestido blanco y el cabello invariablemente recogido. “Marina, ¿por qué tiene ese desprecio ante esa riqueza tan importante... y tan envidiada en todo el mundo? El petróleo de pre sal tiene que ser explotado para financiar la educación, la salud, son recursos de 1 billón de reales (casi 500 mil millones dólares), no podemos dejarlos de lado.”
Las reservas, de unos 50.000 millones de barriles de crudo alojadas en los yacimientos del área conocida como pre sal, fueron descubiertas a partir de 2007, durante el segundo mandato del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que en el primer gobierno había alcanzado el autoabastecimiento petrolero. Posteriormente, durante la gestión de Rousseff fue aprobada una ley complementaria que destina a la educación y la salud los royalties cobrados por la explotación petrolera. La mandataria recordó, mirando a su adversaria, que en su gobierno y el de Lula la prioridad fue luchar contra la pobreza y dudó de que esto se pueda hacer restaurando las políticas neoliberales.
Dilma y el Partido de los Trabajadores (PT) escogieron la defensa de las políticas sociales y en particular la energética, que supuso la renacionalización de Petrobras, como uno de los argumentos para refutar a la ascendente Marina Silva y a su reciente aliado, el mercado.
Banqueros y operadores de la Bolsa de Valores de San Pablo expresan, sin medias palabras, su oposición a Dilma, a quien cuestionan su política económica, y especialmente el haber restituido potestades a Petrobras a partir de la reforma de la legislación energética de 2010, último año de la gestión lulista.
Esta semana, al igual que la anterior, subieron las acciones de Petrobras y otras empresas estatales, en línea con el crecimiento de Marina en los sondeos. En el último de éstos, publicado el sábado por la consultora Datafolha, la representante del Partido Socialista Brasileño aparece con el 34 por ciento de intención de voto hacia el primer turno electoral del 5 de octubre, igualando la aprobación de Dilma. En el ballotage del 26 de octubre, dado como posible por varias encuestadoras, Marina, cuyo nombre fue lanzado sólo el 20 de agosto, sería elegida presidenta con el 50 por ciento, frente al 40 de la actual jefa de Estado.
Ex ministra de Medio Ambiente y afiliada al PT durante 29 años, Marina Silva ingresó en la carrera presidencial una semana después de la muerte, en un accidente aéreo, del entonces candidato del PSB Eduardo Campos.
El 13 de agosto, día de la tragedia, Campos sumaba el 9 por ciento de las intenciones de voto, Dilma estaba en la banda del 38 por ciento y Aecio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, contaba con el 22 por ciento. La irrupción del huracán Marina, también bendecida por las empresas periodísticas macizamente antidilmistas, enterró las esperanzas del referente más orgánico de las derechas, Aecio Neves, heredero del ex gobernante Fernando Henrique Cardos, quien retrocedió al 15 por ciento –Cardoso finge que aún apoya a Neves, pero todos saben que abandonó a su muchacho para operar a favor de Marina–.
Paralelamente, el efecto Marina acabó con el favoritismo de Dilma, que ha mostrado una tendencia a la baja en todos los sondeos, aunque poco pronunciada, pero necesita revertir la sangría si pretende mantener su competitividad.
Por eso la nueva estrategia de la presidenta, puesta en evidencia ayer en los estudios del Canal SBT de San Pablo, fue asumir la iniciativa en el duelo contra Marina, quien no perdió su serenidad zen, pero fue evasiva en las respuestas sobre cómo conciliar menos producción petrolera con promesas de recursos para escuelas y hospitales.
Insistió en la promesa de inaugurar la era de “una nueva política”, más allá de los partidos, a los que considera en parte agotados, al igual que las ideologías: “La izquierda es a veces tan dogmática como la derecha”.
Habrá que aguardar las nuevas consultas de opinión pública para saber quién salió victoriosa en el combate de ayer.
Los asesores de imagen consideran que, al cuestionar de frente a Marina, Dilma empleó una táctica arriesgada, pues su adversaria podría victimizarse y ganar más simpatía del gran público. Desde el PT responden que la única forma de frenar el alza de Marina es demostrando que su retórica eco-religiosa no pasa de una gelatina que se deforma hacia la derecha.
Algo de esto se verificó a lo largo de más de 90 minutos de debate en los que sus respuestas fueron genéricas, salvo cuando argumentó con claridad a favor de las premisas económicas del gobierno de Cardoso y asumió el compromiso de sancionar una ley de independencia del Banco Central.
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