Mar 16.09.2014

EL MUNDO  › LA COALICIóN INTERNACIONAL SE PROPONE “LUCHAR EFICAZMENTE” CONTRA EL GRUPO ESTADO ISLáMICO EN IRAK

Una nueva aventura militar se selló en París

Casi al mismo tiempo en que el presidente francés, François Hollande, se dirigía a los 24 representantes de los países presentes en la cumbre “por la paz y la seguridad de Irak”, Francia empezaba en Bagdad la campaña militar contra los jihadistas.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

La coalición internacional contra el grupo sunnita radical Estado Islámico tomó forma en París en el curso de una cumbre etiquetada con un título paradójico cuando se trata de entrar en guerra: “conferencia internacional por la paz y la seguridad en Irak”. Casi al mismo tiempo en que el presidente francés, François Hollande, se dirigía a los 24 representantes de los países presentes, Francia empezaba en Irak la campaña militar. Los aviones Rafale acompañados por aviones espía recibieron la orden de efectuar misiones de reconocimiento como una etapa previa a los ataques que París contempla lanzar contra el Estado Islámico. No existe ninguna resolución colectiva de las Naciones Unidas que autorice esta nueva aventura militar animada con voracidad por París, Washington y Londres. Sin embargo, en su alocución, el jefe de Estado francés salió al paso de esa ausencia de legitimidad. Hollande remitió a la resolución 2170 de la ONU adoptada el pasado 15 de agosto, en la cual el organismo multilateral condena en términos duros la violencia desatada por éstos y otros grupos terroristas, que incurren en matanzas, persecución de minorías, ejecuciones sumarias y violaciones masivas de los derechos humanos. Esa resolución no evoca en ningún caso el uso específico de la fuerza. Sin embargo, Hollande entiende que sí: “El EI constituye un inmenso peligro para la comunidad internacional”, dijo el mandatario, para quien “el combate de los iraquíes contra el terrorismo es también el nuestro (...) No hay tiempo para perder”.

La retórica guerrera cumplió con todos los requisitos. “Estén listos para intervenir”, dijo el ministro francés de Defensa, JeanYves Le Dirán, cuando se dirigió a los militares franceses con base en los Emiratos Arabes Unidos. Lo más concreto de esta cumbre es que se abrirá en Irak un nuevo conflicto internacional y que los países presentes en la capital francesa tomarán “todas las medidas necesarias para luchar eficazmente contra el Estado Islámico”, medidas que incluyen “una ayuda militar apropiada”. No se sabe aún qué papel y qué profundidad tendrá la participación de cada país de la coalición. La contribución será en todo caso mixta y comprende ataques aéreos, espionaje con drones, servicios secretos, ayuda humanitaria a las poblaciones y hasta el refuerzo de los controles fronterizos con el fin de mermar el arribo constante de combatientes extranjeros. Este ha sido uno de los grandes problemas con los que ha chocado occidente, tanto en Siria como en Irak.

Según el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, más de 900 jihadistas franceses han ido a combatir a la zona. El ministro calculó que estos combatientes son oriundos de unos 51 países. Con la notoria ausencia de Irán, la cumbre de París no distribuyó los roles con precisión. Francia parece dispuesta a asumir el liderazgo de un operativo que todos los especialistas juzgan delicado e incierto. Por lo pronto, además de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, en París estuvieron presentes una decena de países vecinos de los dos Estados donde opera el Estado Islámico –Irak y Siria–, Arabia Saudita, Bahrein, Egipto, Emiratos Arabes Unidos, Líbano, Jordania, Kuwait, Omán, Qatar y Turquía. Nada trascendió sobre el grado de compromiso de estas naciones, dos de las cuales, Arabia Saudita y Qatar, son señaladas a menudo como “patrocinadoras” iniciales del Estado islámico. Detalle importante: contrariamente a lo que había adelantado el presidente norteamericano, Barack Obama, Siria no figura en la lista de objetivos detallada en el comunicado final. Desde ya, Rusia e Irán se oponen a ello. Lo que parece resuelta es la no inclusión oficial de Teherán en este operativo (ver aparte), y ello a pesar de que los sunnitas del Estado Islámico son enemigos acérrimos de la mayoría chiíta que gobierna Irak desde la caída de Saddam Hussein (2003). Había rumores acerca de un acuerdo tácito entre Washington y Teherán para la intervención en Irak. Sin embargo, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, declaró que Estados Unidos está buscando “un pretexto para hacer en Irak y en Siria lo que hace en Pakistán: bombardear a su gusto sin autorización”. La conferencia parisina no resolvió las numerosas imprecisiones que pesan tanto sobre la intervención como sobre el mapa regional. Se ignora qué harán exactamente los países árabes presentes en la coalición. Tampoco se fijó una estrategia para el Estado Islámico en Siria, país en donde el grupo ocupa el 25 por ciento del territorio. Las divergencias entre las potencias, principalmente entre Estados Unidos y Francia, complican cualquier predicción futura. Una es en todo caso inobjetable: como cada vez que Occidente interviene, todo será peor.

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