Vie 19.09.2014

EL MUNDO  › INDEPENDENTISTAS Y UNIONISTAS SE ENFRENTARON EN UN REFERENDUM HISTORICO, QUE CONTO CON UNA PARTICIPACION MASIVA

Escocia votó entre el miedo y la esperanza

Al cierre de esta edición, las primeras indicaciones eran que el “no” estaba ganando por una ajustadísima ventaja. Pero nadie aventuraba resultados definitivos hasta que se contase el último voto de los 32 distritos electorales.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

Con Gran Bretaña entre el divorcio y la pareja abierta, Escocia votó en un referéndum histórico que puede poner fin a su unión con Inglaterra y Gales. Al cierre de esta edición, las primeras indicaciones eran que el “no” estaba ganando por una ajustadísima ventaja. Pero nadie aventuraba resultados definitivos hasta que se contase el último voto de los 32 distritos electorales. El anuncio definitivo será a las 6.30 de la mañana (2.30 hora argentina). Los principales bancos británicos mantuvieron grupos especiales de operadores durante la noche para reaccionar a los mercados asiáticos y a un viernes que se espera muy caliente en la city.

Con un 97 por ciento de votantes registrados y una participación superior al 80 por ciento, el “no” y el “sí” se enfrentaron entre el miedo y la esperanza. Las últimas encuestas no sólo predecían un triunfo del “no” con una ventaja mayor de la esperada –54 a 47%– sino que explicaban por qué. Según el sondeo de Mori, seis de cada diez votantes por el “no” no lo hacían por amor sino por espanto: el miedo era el principal motivo para que Escocia siguiera en Gran Bretaña.

La misma encuesta detectó entre ocho de cada diez votantes por el “sí” que el sentimiento predominante era la esperanza de un futuro mejor que podrían construir con sus propias manos. Esta dicotomía miedo por el no/ esperanza por el sí marcó la campaña. En los últimos frenéticos diez días de campaña, empresarios y banqueros advirtieron que abandonarían Escocia a su suerte si decidía romper Gran Bretaña. Los nacionalistas enfatizaron la democracia y el debate abierto para la fundación de una Nueva Escocia, aunque también subrayaron que un voto por el “no” era a favor de una Escocia dominada por los conservadores y su agenda de destrucción social, que incluía la privatización del Servicio Nacional de Salud.

Con este nivel de pasión y debate no sorprende que incluso las encuestas que predecían una victoria del “no” abrieran el paraguas señalando que aún detectaban un 4 por ciento de indecisos que podían cambiar el signo de la votación. El analista político de la BBC Nick Robinson advertía anoche que el referendo era un hecho que no tenía precedentes y que, por lo tanto, estos sondeos no eran enteramente fiables. “Desde los ’50 que no hay este nivel de participación electoral. Es la primera vez que votan chicos de 16 y 17 años. Y mi experiencia fue de muchísima gente que no sabía qué iba a votar no porque no tuviera idea de lo que se estaba debatiendo sino porque tenía tanta información y debate que agonizaba intentando definirse en una dirección u otra”, señaló Robinson.

Este nivel de debate ha dividido familias y ha abierto profundas heridas. “Ha habido peleas muy fuertes. Es un tema muy emocional”, comentó Tommi Kerr, un manager de 25 años que votó “no” mientras que sus dos hermanos mayores lo hacían por el “sí”. “El legado de Margaret Thatcher decidió el voto de ellos. Espero que cuando termine todo esto podamos volver a ser los mismos más allá del resultado”, señaló.

La realidad es que se vote “sí” o “no”, Escocia no será la misma. El cambio será indudablemente más radical si se vota “sí” porque implicará un cambio drástico con los últimos 307 años de historia equivalente a un divorcio. Pero incluso el “no” será un éxito para los nacionalistas que habrán ganado la “maxidevolución”, un concepto que acerca la actual autonomía a un federalismo, parecido a una pareja abierta. Escocia, que hoy maneja educación o salud, pasará a tener amplias atribuciones para la recolección de impuestos y mantendrá la “fórmula Barnett”, que otorga a los escoceses un mayor financiamiento del gobierno central por persona que cualquier otra región de Gran Bretaña.

Esto ha despertado recelos en Inglaterra. La laborista Margaret Hodge, jefa del comité de cuentas públicas de la Cámara de los Comunes y posible candidata a la alcaldía de Londres, ha dicho que si hay maxidevolución en Escocia debería haberla en Londres. “El alcalde de Nueva York se queda con un 50 por ciento de los impuestos que cobra. Londres sólo con un 7 por ciento. Si la maxidevolución es buena para Escocia, debería serlo para Londres también”, señaló Hodge.

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