EL MUNDO › GRAN BRETAñA DEBATE LAS CONCESIONES PROMETIDAS PARA EVITAR LA SECESIóN DE ESCOCIA
La Constitución británica permite que diputados escoceses o galeses voten en temas ingleses, pero no al revés.
› Por Marcelo Justo
Página/12 En Gran Bretaña
Desde Londres
El referéndum por la independencia de Escocia abrió una caja de Pandora en Gran Bretaña. Aterrorizado por la posible disolución del Reino Unido, el gobierno británico prometió mayor autonomía a los escoceses que terminaron votando contra la independencia el jueves pasado. Un día después, el primer ministro David Cameron condicionó la promesa a que los ingleses tuvieran el mismo nivel de autonomía, algo que implica una modificación sustancial del actual acuerdo constitucional.
En el discurso ante el congreso anual del Partido Laborista, ayer el jefe de la oposición Ed Miliband se presentó como el salvador del estatal Servicio Nacional de Salud de cara a las elecciones de mayo, pero no pudo eludir esta telaraña constitucional que, de manera inesperada, está dominando el debate político a menos de ocho meses de las elecciones generales de mayo. “Es hora de completar la reforma de la Cámara de los Lores para que tengamos un Senado que responda a los distintos países del reino y a sus regiones. Es hora de devolver poderes a Inglaterra”, señaló Miliband.
La propuesta de Miliband es formar una Convención que analice el dilema constitucional británico en toda su complejidad. El Reino Unido está compuesto de cuatro unidades con diferentes atribuciones. Escocia tiene Parlamento y un alto nivel de autonomía que debería incrementarse hasta un virtual federalismo si el gobierno cumple con su promesa. Irlanda del Norte y Gales tienen un Ejecutivo propio, suerte de gobierno provincial, y una Asamblea Legislativa sin prerrogativas impositivas. Inglaterra, que conforma el 85 por ciento de la población, sólo municipios.
Este Frankenstein con distintos niveles de atribuciones para distintas regiones permite que los 41 diputados escoceses o los 40 galeses voten en temas ingleses, pero los ingleses no puedan hacerlo en Escocia o Gales. Cameron ha dicho que esto es “unfair” (palabra clave en cualquier debate británico: injusto) y los ingleses, que hasta ahora permanecían indiferentes al asunto, se han visto espoleados por el referendo escocés y quieren lo mismo, al menos mientras dure la fiebre mediática.
En un intento por torear esta demanda inglesa, Miliband asoció el tema de la reforma constitucional con el malestar político y corrió el eje con un plan a 10 años –larguísimo plazo para los tiempos políticos modernos– para “arreglar al Reino Unido”. El plan contiene seis promesas para solucionar el desempleo, la salud, la vivienda y la educación, claves en lo que el laborismo ha llamado la “crisis del nivel de vida”.
Miliband concentró la mayor parte de su ataque en la política de desinversión y semiprivatización del estatal NHS bajo la coalición conservadora-liberal demócrata que gobierna desde 2010. El líder laborista prometió revertir este proceso con una inversión adicional de 2500 millones de libras (más de 4 mil millones de dólares). Como la oposición en Gran Bretaña no tiene un cheque en blanco para prometer cualquier cosa, Miliband explicó que financiaría esta inversión con un impuesto especial a las firmas de tabaco, otro a las mansiones que cuesten más de dos millones de libras y el resto con la lucha contra los mecanismos de elusión impositiva de los fondos de inversión.
Miliband prometió también la construcción de unas 200 mil viviendas populares para contrarrestar la burbuja inmobiliaria que ha dejado fuera del mercado a los jóvenes, bautizados como la “rent generation” (generación que alquila). “Millones de personas han perdido su fe en el futuro. En Inglaterra la gente no tiene fe en la política. El 45 por ciento de los escoceses, que votaron por la independencia, muestran que no están contentos con la marcha de las cosas en este país. La pregunta que va a decidir las elecciones es quién puede construir un futuro mejor para los trabajadores británicos.”
Las encuestas, que dan una ajustada ventaja a los laboristas, muestran que la salud, la economía y la inmigración son los tres temas que más preocupan al electorado. En salud, el laborismo les lleva una amplia ventaja a los conservadores; en la economía los tories inspiran más confianza. En inmigración, el electorado no parece confiar en nadie. Dada la amplia cobertura mediática, los congresos anuales partidarios –transmitidos en vivo por la BBC y ampliamente debatidos en todos lo medios– constituyen una gran oportunidad para presentar a los británicos sus propuestas de gobierno.
En su editorial este martes por la noche el Evening Standard se preguntaba si las promesas de Miliband bastarán para que en mayo próximo gane las elecciones. “Las promesas son sobrias, modestas. Los laboristas han dicho que no pedirán prestado, de modo que han quedado pegados a la austeridad de los conservadores. La lógica de esto es recobrar la confianza de los votantes en que pueden hacerse cargo de la economía. La realidad es que, así como están las cosas y a pesar de la escasa popularidad de Miliband como líder en las encuestas, es posible que sea nuestro próximo primer ministro.”
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