Desde Brasilia

El teólogo Leonardo Boff sostiene que en las elecciones presidenciales de hoy los más de 142 millones de brasileños habilitados para sufragar enfrentan un dilema de importancia histórica: votar a Dilma Rousseff para continuar con las “transformaciones profundas” iniciadas por el Partido de los Trabajadores hace doce años o restablecer en el poder a las “elites conservadoras”, representadas por el socialdemócrata Aécio Neves y la ambientalista Marina Silva.

“Estoy convencido de que el proyecto que lideran el PT y la presidenta Dilma Rousseff es el más adecuado para Brasil”, declaró Boff, autor de libros y ensayos considerados referencias por religiosos y laicos adherentes a la Teología de la Liberación, en la que conviven los preceptos del Concilio Vaticano II del papa Juan XXIII con algunas tesis de Carlos Marx.

Favorita con el 44 por ciento, Dilma afirmó ayer en Belo Horizonte que si no logra ser reelecta con más del 50 por ciento de los votos le es indistinto disputar el ballottage del 26 de octubre ante Aécio Neves o Marina Silva.

Neves, heredero y defensor del legado neoliberal de Fernando Henrique Cardoso, se ubica en segundo lugar con el 26 por ciento, según informó ayer la encuestadora Datafolha, que ubica tercera a Silva, con el 24.

Dilma, camisa roja y afónica, destacó algunas de las naves insignia de su gobierno como la Bolsa Familia, que subsidia a 50 millones de pobres, Mi Casa, Mi Vida, con la que se construyeron unos dos millones de viviendas populares, y Más Médicos, que desplegó 11 mil facultativos cubanos en favelas de las capitales y las provincias del nordeste.

“A lo largo de los tres gobiernos del PT, con el apoyo de los movimientos sociales y otros aliados, se llevó a cabo una revolución democrática y pacífica. Y es para consolidar esa revolución que mi voto será para Dilma”, declara Boff sin rodeos en esta entrevista de Página/12 en la que también abordó las posiciones biblicistas de la evangélica Silva, y la supuesta simpatía del papa Francisco por un cuarto mandato petista.

–¿Los gobiernos del PT afectaron la estructura de poder brasileña?

–Considero que con la llegada de Lula y Dilma a la presidencia de la república hubo una real alternancia de clases sociales en el poder, porque ellos representan a las clases históricamente excluidas del gobierno.

Hay que reconocer que, más allá de los aciertos y los errores ocurridos en estos doce años, los gobiernos del PT representan la llegada a la presidencia de otro sujeto histórico distinto de aquel que ha gobernado Brasil durante siglos. Este proyecto, a pesar de ser capitalista, encontró la forma de aplicar políticas públicas con crecimiento e inclusión social, un crecimiento con multiplicación de empleos. Es verdad que este año el crecimiento del PBI será pequeño (del orden del uno por ciento), pero nunca hubo un desempleo tan bajo como el de agosto, del 5 por ciento (el menor de ese mes), mientras en la zona del Euro la crisis neoliberal dejó 102 millones de desempleados y los salarios en baja. Aquí, en Brasil, los salarios han aumentado el 70 por ciento más que la inflación desde 2003.

–Las protestas de 2013 desnudaron una crisis de representación. ¿Dilma supo dar respuesta a esa demanda?

–Las manifestaciones de 2013 demostraron que la reforma política no se puede postergar y el gobierno de Dilma adoptó una medida correcta promulgando este año el decreto sobre la Política Nacional de Participación Social, institucionalizando la consulta del gobierno con los movimientos sociales. Hay que destacar la importancia de los movimientos, algunos de éstos surgieron en los años ‘30 del siglo pasado y en los últimos años se multiplicaron al punto tal que Noam Chomsky considera que Brasil es el país con más movimientos organizados. El decreto molestó mucho a las corporaciones de medios, a los legisladores de la oposición y los analistas conservadores, pero Dilma no se amedrentó y siguió adelante con él. En estos años de gobierno del PT se ha avanzado en el camino hacia una democracia participativa para poder superar esta caricatura de democracia. Como dice el sociólogo Pedro Demo “nuestra democracia es la escenificación de la hipocresía refinada repleta de leyes hechas para la elite dominante”.

–Marina irrumpió en la campaña como defensora de la nueva política. ¿Cuánto hay de cierto en ese eslogan?

–Si Marina gana, encabezará un gobierno cuyas principales tesis fueron formuladas por los economistas André Lara Rezende y Gianetti da Fonseca, que postulan la conveniencia de un Estado mínimo para dar más espacio al mercado, a las empresas y a los capitales internacionales, y defienden la independencia del Banco Central. Una sociedad que tiene como eje articulador de la economía quitarle a la presidencia de la república su poder sobre el Banco Central es reducir el poder de las autoridades democráticas haciéndolas rehenes de la lógica de los bancos, que buscan maximizar sus ganancias a través de tasas interés cada vez más altas. Una victoria del proyecto que propone Marina sería un retroceso de doce años para el proyecto republicano en curso, un cambio de rumbo ahora sería como cambiar la rueda cuando el auto está en marcha. En mi opinión, ya no hay lugar para aventuras políticas en este contexto de crisis mundial.

–Marina respaldó la unión civil de homosexuales y al día siguiente se desdijo. ¿Como define la ideología religiosa de la candidata?

–Marina es biblicista, quiere decir que ella considera a la Biblia como un depósito donde se encuentran las soluciones de todos los problemas, lo cual que no deja de ser una especie de fundamentalismo religioso.

He hablado con varios correligionarios de Marina a quienes les dije que alguien puede llegar a cometer un delito si siguiera a la Biblia al pie de la letra. Por ejemplo, en el libro del Levítico, capítulo 21, versículo 3, dice que “si un hombre duerme con otro hombre, ambos cometen una perversión y tendrán que ser castigados con la muerte”. Marina, que pertenece a la Asamblea de Dios (corriente neopentecostal), es una persona muy piadosa, pero se dejar guiar por la lectura directa de la Biblia sin tomar los siglos que nos separan de su escritura. Ahora, no todos los evangélicos adoptan una línea tan biblicista ni todos los evangélicos son seguidores de Marina. Además creo que hay evangélicos que están comenzando a ver cómo Marina cambia de posiciones de un día para otro, y una parte de ellos prefiere el camino más seguro que propone Dilma, incluso he visto un sitio llamado Evangélicos por Dilma.

–El 13 de marzo de 2013, cuando surgió la fumata del Vaticano, usted me dijo, antes de que se anuncie quién era el nuevo papa, que se llamaría Francisco. ¿Cuál es su opinión de estos 19 meses de pontificado?

–Es indudable que la llegada de Francisco trajo aires nuevos a la Iglesia, su actitud y sus palabras están claramente en la línea de la pastoral de la opción por los pobres, y siendo así, considero que existe una afinidad natural entre el Papa y los gobiernos de Lula y de Dilma. Este es un papa que se rebela contra la injusticia social, que se rebela contra el capital, que él define como intrínsecamente perverso, un papa que respalda a los movimientos sociales y a la sociedad organizada, contribuyendo a dar pasos hacia la construcción de una democracia sustancial. Desde 2013 se ha comportado como un verdadero jesuita, con rigor y gran rapidez destituyó a varios hombres importantes de la curia y nombró a gente de su confianza. Por su modo de ser y de hablar, Francisco recuerda el estilo de las iglesias latinoamericanas, que son abiertas al diálogo. El une el rigor de un jesuita con la ternura de un franciscano, no es alguien que sólo les habla a los pobres, él va hacia donde ellos están, conversa con ellos sobre el sistema materialista y consumista que domina el mundo.