EL MUNDO › MURIO MARIA RAMONA ARMAS, LA ABUELA DE WALTER BULACIO
Falleció a los 85 años, luego de que se hiciera el juicio oral contra el comisario Miguel Angel Espósito, que fue condenado sólo a una pena en suspenso. Ella encabezó el pedido de justicia.
› Por Carlos Rodríguez
“Murió Mary...” Con la voz quebrada, María del Carmen Verdú, la abogada de Correpi, le anunció a Página/12 la muerte de una mujer emblemática: María Ramona Armas, la abuela de Walter Bulacio, la que encabezó durante dos décadas las marchas para reclamar justicia para su nieto. “Yo aprendí a luchar cuando la policía mató a Walter”, repetía una y otra vez con su voz finita, desde su metro cuarenta de altura y la mirada firme, clavada en el interlocutor. Tenía 62 años cuando su nieto de 17 murió luego de ser detenido en forma arbitraria, sin ningún motivo, por orden del comisario Miguel Angel Espósito, en abril de 1991. Mary falleció ayer, a los 85, cuando su cuerpo dijo basta, luego de acompañarla hasta llegar al juicio oral contra Espósito, condenado en noviembre del año pasado a tres años de prisión en suspenso, sin cumplimiento efectivo de la pena. Sólo lo juzgaron por la detención ilegal; nadie pagó por la muerte de Walter.
María, que el año pasado había sufrido un edema pulmonar, no pudo asistir a las audiencias del juicio, pero lo siguió por Internet, a través de la transmisión en vivo que hizo el canal del Poder Judicial. Ella siempre decía que no se quería morir hasta que llegara el juicio. Poco antes del comienzo le dijeron que se hacía, para que no sufriera la espera, “porque ella fue una de las personas que más luchó para que se llegara a ese juicio”, le comentó a este diario Tamara Bulacio, la hermana de Walter, en una entrevista realizada en septiembre del año pasado. Ayer Tamara estaba despidiendo a su abuela y esperando a su tercer hijo.
Desde los seis años Tamara acompañó a su abuela en las marchas. “La primera vez que fui, estuve de la mano de Carmen (Verdú), porque la abuela iba siempre para todos lados, a protestar, y no daba que yo, con seis años, anduviera de la mano de ella.” Al recordar todo lo que anduvo Mary buscando justicia para su nieto, la Correpi, en un comunicado, resaltó “su cara humilde y sufrida, detrás de esos anteojos que le sirvieron para conocer las atrocidades de un sistema aniquilador y desquiciado”, en referencia a los más de 22 años que pasaron hasta acceder a un juicio que finalmente llegó “tarde y mal”.
En su casa, Mary tenía cerca de 50 fotos de su nieto y se las mostraba siempre a los hijos de Tamara, para que no se olvidaran de su tío. La abuela de Bulacio estuvo en marchas, en reclamos frente a los juzgados por los que pasó la causa durante más de dos décadas y también en los escraches frente al domicilio del comisario Espósito. “Mary trabajó en relación de dependencia hasta bien pasados los 70 y en cada marcha agradecía en la calle a los miles de chicos que no habían conocido a Walter pero que igual concurrían.” Mary marchaba levantando la pancarta con la foto de su nieto.
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