EL MUNDO › EL AVANCE JIHADISTA CAUSA TERROR EN LA POBLACIóN QUE VIVE EN EL LíMITE SIRIO-TURCO
A medida que la ciudad se acerca a la devastación, a punto de caer en manos del Estado Islámico, los antiguos habitantes de Kobani y combatientes se quejan por igual de la falta de eficacia de los ataques aéreos de la coalición.
› Por Isabel Hunter *
Las columnas de humo denso parecen elevarse en cámara lenta mientras cientos de kurdos enfocan sus prismáticos en la ciudad de Kobani. Una bandera negra del Estado Islámico (EI) flamea a lo lejos en un montículo al este de la ciudad, marcando la posición de los militantes. En lo alto, el zumbido de aviones que no se dejan ver juega con los corazones de los espectadores y sus deseos de que ataquen al EI y ayuden a los kurdos en su batalla por Kobani se burla de los espectadores. La artillería de los tanques del EI se entremezcla con la de los kurdos, mientras la lucha se acerca hacia el centro de la ciudad. Del otro lado de la frontera, en Turquía, los enfrentamientos entre los manifestantes kurdos y la policía hacen que el humo de las explosiones en Kobani sea visto a través de la nube de gas lacrimógeno en Turquía.
Cerca del puesto fronterizo, un grupo de hombres espera para llegar a sus casas en un naranjal polvoriento –tan cerca como las fuerzas turcas lo permiten–. Los hombres desesperados dicen que sus familias están en Kobani, pero los guardias turcos no los dejan pasar a Siria. “Tuve que dejar a mis hijos en Kobani”, dijo Dadoye Evdo, de 60 años, con una bolsa de comestibles en cada mano. “No hay comida allí, así que tuve que venir a buscar algo de comer para mi familia.” Dadoye dijo que cruzó a Turquía ilegalmente la noche del domingo. “Cruzamos corriendo tan pronto como podíamos. Uno de los muchachos recibió un disparo en el pie y se lo llevaron al hospital de Turquía”, dijo. Su tío Hamki de 80 años, no tuvo tanta suerte y murió de un ataque al corazón mientras trataba de cruzar hace tres días. Los disparos de la patrulla fronteriza lo asustaron y murió, dijo Dadoye.
Del otro lado del alambre de púas, hombres, mujeres y niños esperan con las vacas en un estacionamiento improvisado. Hay nubes de polvo en la valla fronteriza mientras varios coches se dirigen a Turquía, seguidos rápidamente por el vehículo blindado Jandarma. La mayoría escapa, pero uno se queda atascado, su propietario huye corriendo a pie.
Las autoridades turcas no han permitido que los coches crucen, a pesar de las protestas de sus propietarios kurdos. “Nosotros simplemente no sabemos qué llevan”, le dijo un soldado turco a The Independent. “Es un gran problema para nosotros.” La frontera se abrió durante dos horas el lunes, lo que permitió pasar a unos 400 refugiados. Según la mayoría de las estimaciones, la cantidad restante de civiles en Kobani es de 3000, muchos de los cuales son mujeres, niños y ancianos.
Soldados turcos vigilan lo que fue la semana pasada un bullicioso centro humanitario y el principal paso de refugiados, equipado por organizaciones de socorro turcos y la ONU, que ahora está desolado. Parece que Turquía renunció a la pequeña ciudad en la frontera, que se convertirá en la tercera ocupada por EI –junto a Jarabulus al Oeste y Tell Abyad, al Este–. “El problema del EI no puede ser resuelto a través de bombardeos aéreos”, dijo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante una visita a un campamento para refugiados sirios. “Ahora mismo Kobani está a punto de caer.”
En la ciudad turca de Aligor, en las afueras de Suruc, Sinan Kandil, de 40 años, está rodeado de familiares y amigos. Dejó Kobani y la línea del frente kurdo el sábado, abandonando a sus hijos, de 18 y 19, para continuar la lucha. Su ojo izquierdo está nublado, dañado por la bala que rebotó en una puerta mientras él estaba luchando contra EI hace tres meses.
A medida que la ciudad se acerca a la devastación, sus antiguos habitantes y combatientes por igual se quejan de la falta de eficacia de los ataques aéreos de la coalición. “Atacamos a los tanques y luego ellos atacan en el mismo lugar”, se queja Sinan. “Es maldad no ayudarnos, el EI y todo el mundo son el mal. Tal vez si empezáramos a cortar cabezas a la gente, el mundo nos daría armas.”
Sinan está convencido de que los combatientes kurdos continuarán hasta el final a pesar de todo, citando a la mujer terrorista suicida de la fuerza, Arin Mirkan, como la primera de muchos. “Tanta gente está dispuesta a sacrificarse como último recurso”, dijo.
Sin embargo, mientras los líderes desafiantemente insisten en que sus combatientes se quedarán hasta el final, otros han huido. “No era nada como lo que dijeron en la televisión”, un combatiente kurdo de 26 años, estudiante de Diyarbakir, le dijo a The Independent, apenas dos horas después de que cruzó de nuevo hacia Turquía.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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