EL MUNDO › OPINION
› Por Alfredo Serrano Mancilla *
Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Esta frase, extraída de un poema de Campoamor, del siglo XIX, bien podría aplicarse a la hora de analizar los resultados de cualquier encuesta. El último informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dependiente del Ministerio de la Presidencia, está siendo objeto de múltiples lecturas para entender lo que está pasando en la sociedad española en estos días. Lo más llamativo de todo es que por primera vez en las últimas décadas, un nuevo partido político, diferente del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), encabeza las encuestas. Según el último barómetro del CIS, Podemos ya es la primera fuerza política en intención directa de voto, con un 17,6 por ciento, seguida por PSOE (14,3 por ciento) y PP (11 por ciento). Otra encuesta, la privada Metroscopia, confirmó recientemente un resultado muy parecido en relación con el orden de preferencia de los españoles frente a las próximas elecciones presidenciales: la formación de Pablo Iglesias se sitúa líder en intención de voto, con el 27 por ciento, seguida del PSOE (26,2) y del PP (20,7). En este asunto, se mire por donde se mire, llevándole la contra a Campoamor, se ratifica que: a) el bipartidismo está en claro riesgo; el PP sigue en caída libre y el PSOE apenas remonta después de su lavado de imagen con el nuevo candidato (una suerte de Peña Nieto, Capriles, Lacalle o Massa a la española), y b) la aparición de Podemos no fue una casualidad fugaz, sino que esta formación política ha venido para quedarse, tal como lo anunciaron sus portavoces cuando fue la sorpresa de la pasada elección europarlamentaria.
A pesar de esta nueva realidad demoscópica incontestable, el maravilloso mundo de la opinología se ha abierto de par en par para interpretar los porqués de esta nueva escena política en España. La mayoría de los titulares de la prensa hegemónica han optado por buscar en el hartazgo-ira-desencanto las causas de este cambio de fichas en el tablero político español. Después de tanta corrupción, del creciente endeudamiento y desabastecimiento social y de la venta absoluta de soberanía española a los poderes económicos-financieros de los países centrales en la Unión Europea, después de todo ello, la mayoría de los editoriales se centra en explicar el apoyo a Podemos a partir del rechazo a los responsables de esta década perdida para la mayoría social española. Sí bien este enfoque argumentativo es absolutamente cierto, deja de lado otra interpretación que es igual o más importante que la anterior. Podemos no crece como consecuencia de un ejercicio simple de lógica de reducción al absurdo, esto es, Podemos no crece únicamente porque el régimen español está completamente agotado. Aceptar que Podemos es sólo el exclusivo reflejo del hartazgo-ira-desencanto es minusvalorar lo que Podemos significa en el nuevo escenario de la política española. El que se vayan todos en España viene acompañado del que vengan otros. Pero esos otros tampoco son unos otros cualesquiera, sino más bien esos otros son aquellos que demuestran día a día que son capaces de entusiasmar, ilusionar y esperanzar a la mayoría social de que es absolutamente posible y real cambiar a favor de otra democracia que democratice activamente con el objetivo de garantizar un nivel de vida digno a toda la ciudadanía sin exclusiones ni excepciones.
Se trata de mirar las dos caras de la misma realidad social y política en España. El pueblo español cada día se muestra más cansado y fastidiado de esta estafa democrática que se viene dando en España en los últimos años, pero al mismo tiempo, ese mismo pueblo comienza a depositar la confianza en otra propuesta alejada del bipartidismo, que cada vez es más creíble, y que combate la campaña del miedo con gran seriedad discursiva, con planteamientos realizables, a sabiendas de que todo lo que se viene en adelante no será solucionable en un día. Mientras el PP y el PSOE se defienden atacando con una curiosa preocupación por lo que los venezolanos comen o dejan de comer, Podemos sigue hablando de corrupción, prácticas especulativas, desempleo, deuda social y falta de democracia en España; mientras el PP y el PSOE siguen abusando de un relato anclado en el pasado, Podemos está decidido a disputar el futuro. De esta manera, se explica por qué aquello que es enojo se puede convertir en entusiasmo. No siempre se consigue que ambos estados anímicos confluyan fácilmente en cualquier ecuación social y política. Todo depende de cómo se construya ese vaso comunicante entre lo uno y lo otro. Pensar que se conquista por sí solo es despreciar el saber político de cada pueblo. Para que lo que unos hacen mal no se estanque en pura resignación es necesario que otros lo hagan bien. Esto es lo que realmente están mostrando las encuestas en España: lo que Podemos es a la anatomía del emergente entusiasmo español.
* Director de la Celag, doctor en Economía.
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