Según relata el ministro de finanzas vaticano, el cardenal George Pell, en una entrevista concedida al semanario británico Catholic Herald, cuando por orden del papa Francisco empezó a investigar al polémico Banco del Vaticano, el IOR (Instituto para las Obras de Religión) descubrió que, en contra de lo que en un principio se temía, el banco no estaba en peligro de bancarrota. “De hecho, explica el arzobispo de Sidney, hemos descubierto que las cuentas están mucho más sanas de lo que parecía, y esto es porque algunos cientos de millones de euros habían sido escondidos en cuentas particulares que no habían aparecido en el balance.”

El cardenal Pell fue nombrado prefecto de la recién creada Secretaría de Economía, en febrero, convirtiéndose en el oficial de habla inglesa de más alto rango en el Vaticano. El religioso dice que el descubrimiento significa que las finanzas del Vaticano son más saludables que lo que parecían en principio. “Es importante señalar que el Vaticano no está en quiebra. Además del fondo de pensiones, que debe fortalecerse para las demandas que tendrá en 15 o 20 años, la Santa Sede está forjando su camino, mientras que posee importantes activos e inversiones.” “De hecho, hemos descubierto que la situación es mucho más saludable de lo que parecía, ya que algunos cientos de millones de euros se encuentran escondidos en cuentas seccionales particulares y no aparecen en el balance general. Es otra pregunta, imposible de responder, si el Vaticano debería tener reservas mucho más grandes.”

El cardenal afirma que “las finanzas vaticanas, congregaciones, consejos y, sobre todo, la Secretaría de Estado disfrutaron y defendieron una sana independencia. Los problemas se mantuvieron ‘en casa’ (como era costumbre en la mayoría de las instituciones seculares y religiosas, hasta hace poco). Muy pocos fueron tentados a decir al mundo exterior lo que estaba sucediendo, excepto cuando necesitaban ayuda adicional”. El ministro de Finanzas sugiere que durante siglos figuras inescrupulosas se aprovecharon de la ingenuidad financiera del Vaticano y de sus procedimientos secretos. “Las finanzas del Vaticano no estaban reguladas y se les permitía andar a los tumbos, sin tener en cuenta las normas de la contabilidad modernas. Pero ya no, las nuevas estructuras y organizaciones colocan a las finanzas del Vaticano en el siglo XX –agrega el cardenal Pell– y hacen que su funcionamiento sea transparente y totalmente responsable.”