Sáb 06.12.2014

EL MUNDO  › OPINION

Ni siquiera una sociedad post-racial

› Por Tim Walker *

Habría que perdonar al observador casual que mire el primer nivel del gobierno de Estados Unidos y llegue a la conclusión de que ese país llegó a algo parecido a la igualdad racial. El presidente Barack Obama y tres de sus ministros son negros, incluyendo al saliente fiscal general Eric Holder. El candidato de Obama para sustituirlo es Loretta Lynch, que sería la primera mujer negra a cargo del Departamento de Justicia.

Pero bajo la superficie la verdad es otra. Los afroamericanos constituyen casi el 14 por ciento de la población de Estados Unidos pero, a cincuenta años de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles, sólo dos de cada 100 senadores son negros. De las empresas de la lista Fortune 500, menos de 10 tienen un presidente o un director negro. De las quinientas mayores fortunas del país, los únicos negros son Oprah Winfrey y Michael Jordan.

En 2010, según el Centro Nacional de la Pobreza, el 27,4 por ciento de los negros vivía por debajo del nivel de la pobreza, comparados con el 9,9 por ciento de los blancos no hispanos. Un estudio de 2013 del Centro de Investigación Pew encontró que los hombres negros eran seis veces más propensos a ser encarcelados que los blancos. Y luego está el tema que actualmente se apodera de América: la muerte de varios hombres negros desarmados a manos de policías blancos.

Es un tema que probablemente complicará el proceso de nominaciones de Lynch, después de que esta semana un gran jurado de Nueva York se negara a procesar a un policía blanco. El policía fue filmado en Staten Island asfixiando hasta la muerte a Eric Garner, de 43 años de edad, desarmado y padre de seis hijos. La decisión dio lugar a manifestaciones en todo el país y Lynch, que es la fiscal federal para el distrito de Nueva York, quedó como responsable de una investigación federal de derechos civiles en el caso.

El departamento de Justicia de Holder ya está llevando a cabo una investigación de derechos civiles en las prácticas policiales en Ferguson, Missouri, tras la muerte de Michael Brown, de 18 años de edad, quien fue asesinado a tiros en agosto. El asesino de Brown, el oficial Darren Wilson, también fue absuelto por un gran jurado la semana pasada, provocando protestas en todo el país y dos noches de disturbios violentos en el suburbio de St. Louis. Las muertes de Brown y de Garner siguieron un patrón ya familiar, que se repitió el 22 de noviembre en Cleveland, Ohio, cuando Tamir Rice, de 12 años de edad, fue muerto a tiros por un policía mientras sostenía una pistola de juguete, y el martes en Phoenix, Arizona, cuando Rumain Brisbon, de 34 años, fue asesinado a tiros por un oficial que creía que iba a sacar un arma (ver aparte).

Darren Wilson escapó sin una acusación formal, al igual que el asesino de Garner, Daniel Pantaleo. George Zimmerman, un voluntario de vigilancia vecinal que mató a tiros en Florida en 2012 a Trayvon Martin, de 17 años y también desarmado, fue absuelto. Algunos hicieron que los detalles poco claros de estos casos disimularan el hecho contundente de que los jóvenes negros son desproporcionadamente víctimas de la violencia armada, y en particular de la policía. Un informe reciente de ProPublica dice que entre 2010 y 2012 los datos federales mostraron que los hombres negros de 15 a 19 años de edad murieron en tiroteos de la policía en un porcentaje de 31,17 por millón, casi 20 veces más que los blancos de la misma edad.

Uno de los manifestantes pacíficos en Ferguson le dijo a The Independent la semana pasada que se sintieron abandonados por el sistema. “Una gran cantidad de jóvenes negros sienten honestamente que su vida no tiene sentido, así que ¿qué importa si se disparan entre sí, tiran cosas a la policía, destruyen edificios?”, dijo Chris, de 34 años, que no quiso dar su apellido. Los disturbios en Ferguson forman otro hito de los peores en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos, uno que demostró que las divisiones raciales del país siguen siendo grandes y profundas. La cadena incluye el asesinato de Martin Luther King, el huracán Katrina, la absolución en 1992 de los cuatro agentes blancos de la policía de Los Angeles que golpearon a Rodney King, lo que provocó días de disturbios que dejaron 55 muertos.

Entre los puntos positivos de la segunda mitad de siglo están la elección de Obama, en 2008. En las primarias de ese año, Obama pronunció un célebre discurso en Filadelfia, en el que citó: “Las complejidades de raza en este país que en realidad nunca hemos abordado”. Y agregó: “Nunca fui tan ingenuo como para creer que podemos ir más allá de nuestras divisiones raciales en un solo ciclo electoral o con una sola candidatura”.

Pero su victoria alentó las esperanzas de los progresistas de poder plantear una sociedad post-racial, así como hizo que los derechistas de Fox News proclamaran el fin del racismo. El comediante negro Chris Rock, comentarista honesto y vital sobre racismo, encaró el significado de la presidencia de Obama en una entrevista reciente con la revista New York. “Decir ‘Obama es progreso’ es decir que él es el primer negro que está calificado para ser presidente”, dijo. “Eso no es progreso negro. Eso es progreso blanco. Hubo gente negra calificada para ser presidente desde hace cientos de años; mis hijos son niños inteligentes, educados, hermosos. Hubo niños negros educados, inteligentes, hermosos, durante cientos de años. La ventaja que tienen mis hijos es que ellos se están encontrando con los blancos más agradables que jamás haya producido este país. Esperemos que siga produciendo los blancos más agradables.”

Esto es, tal vez no sea la comunidad negra la que debería ser objeto de escrutinio, sino la blanca. En ese discurso, en Filadelfia de 2008, Obama sugirió: “El camino a una unión más perfecta significa reconocer que lo que aqueja a la comunidad afroamericana no sólo existe en la mente de los negros; que el legado de la discriminación y los actuales incidentes de discriminación –aunque menos evidentes que en el pasado– son reales y deben ser atendidos”.

Es un mensaje que sigue enviando hoy. Hablando después de los disturbios de Ferguson, Obama retó a los responsables de la violencia, pero agregó: “Las frustraciones que la gente tiene están enraizadas en duras verdades que hay que abordar. El problema no es sólo un problema de Ferguson; se trata de un problema de Estados Unidos”. Fue en Twitter que se expresó muy bien, con mensajes que se convirtieron en virales con nombres como #ManosArribaNoDisparen y #NoPuedoRespirar, que se refieren a la muerte de Brown y de Garner respectivamente. En otro, #CometiendoCrimenesSiendoBlanco, los blancos reconocieron sus privilegios al tratar con la policía, relatando su falta de castigo cuando se ven atrapados violando la ley.

Tras la decisión de no procesar al asesino de Garner, el comediante Jon Stewart pareció ser la conciencia de los Estados Unidos blancos, cuando dijo en el Daily Show que “definitivamente no vivimos en una sociedad post-racial. Y me imagino que hay un montón de gente que se pregunta si realmente vivimos en una sociedad”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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