EL MUNDO › OPINIóN
› Por Alicia Bárcena *
Hemos asistido con enorme optimismo a la difusión de buenas nuevas. Señales que ansiábamos desde hace demasiado tiempo, gestos que hablan de la común voluntad de hacer de la integración regional –a través del diálogo, la colaboración y el respeto mutuo– la herramienta de una nueva relación entre Cuba y Estados Unidos que, aunque formalmente bilateral, impacta al conjunto de nuestra región.
En la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) valoramos este histórico paso como un giro bienvenido tras más de medio siglo de ruptura de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Este anuncio se hace eco de la voz unánime de un continente que venía reiterando la voluntad común de terminar con las anacrónicas limitaciones impuestas a Cuba.
Como dijo el presidente Obama, “todos somos americanos”. Las naciones de nuestro hemisferio están unidas por crecientes y entrañables lazos familiares, culturales, geográficos y económicos.
América latina y el Caribe es hoy una región con voz propia, que abraza con respeto su diversidad y pluralidad política, que se empeña en acortar las dolorosas brechas sociales que la distinguen, que intenta superar el legado de la desigualdad y que reclama un lugar propio en el concierto de las naciones.
Se abre un camino que esperamos que arribe pronto al fin del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba, el mismo propósito por el que abogaron 188 países el pasado octubre en la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Cepal hace un llamado a continuar trabajando para desmantelar dicho bloqueo, que tanto daño ha hecho a los cubanos y que ha contaminado la relación entre Estados Unidos y América latina.
Valoramos la nueva disposición del gobierno estadounidense, su voluntad por abordar de manera constructiva una relación distinta con Cuba y con América latina y el Caribe, una región que intenta superar por caminos originales el peso de la desigualdad y que reclama cooperación y no tutelajes.
Frente a los desafíos presentes de la región y del mundo, un nuevo estatus del vínculo entre Cuba y Estados Unidos, desprovisto de antagonismos irreductibles, no sólo permite cerrar en el hemisferio las resabios de la Guerra Fría, sino también encarar de mejor manera esfuerzos estratégicos de interés común, como el combate global frente a la epidemia del ébola, que cuenta en su primera trinchera con el despliegue heroico de los trabajadores de la salud cubanos y militares estadounidenses colaborando juntos.
Para la Cepal, que mantiene con Cuba una activa agenda de colaboración, los anuncios conocidos ayer son un augurio feliz. Sabemos, de primera mano, el lastre que han supuesto para el desarrollo nacional cubano las restricciones que le han sido unilateralmente impuestas. Sabemos también de las enormes potencialidades que, por la calidad y formación de su gente, por su localización geográfica estratégica y por los esfuerzos de actualización de su modelo económico, pueden abrirse para Cuba al retomar un normal intercambio con el mundo. La Cepal, como entidad de las Naciones Unidas, reitera su disposición para continuar trabajando en Cuba con renovados esfuerzos a partir de este propicio momento.
* Secretaria ejecutiva de la Cepal.
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