EL MUNDO › CERCA DE CINCUENTA ITALIANOS O INMIGRANTES RESIDENTES EN ITALIA PELEAN JUNTO AL ESTADO ISLáMICO EN SIRIA
Algunos islamistas radicales podrían volver y no ser identificados porque tienen pasaporte europeo. En Italia temen que puedan querer atentar contra Francisco o el Vaticano, portadores, según ellos, de “falsas verdades”.
› Por Elena Llorente
Página/12 En Italia
Desde Roma
La desocupación, la desesperación, la crisis de identidad generada por el destierro, el racismo, la falta de esperanza, la vida sin futuro, ha sido la base emocional sobre la que han crecido la rabia, la rebeldía, los sentimientos justicieros; la venganza transforma luego en exasperación religiosa. Así nació al menos una parte de los jihadistas italianos –serían entre 40 y 50–, esos “guerreros extranjeros”, como han sido bautizados, que han dejado la propia patria pare entregarse al islamismo extremo y combatir del lado del Estado Islámico en Siria. Algunos de ellos han muerto luchando. Los servicios secretos italianos y europeos los siguen de cerca, intercambiando informaciones, porque temen que pueda desencadenarse una nueva ola de atentados en Europa. Algunos podrían volver y no ser identificados porque tienen pasaporte europeo y/o apariencia europea. En Italia se teme sobre todo que se pueda querer atentar contra el papa Francisco o el Vaticano, portadores, según ellos, de “falsas verdades”.
“Hemos hecho un control regular y se siguen haciendo controles que son actualizados periódicamente. Y esos controles nos hablan de 48 jihadistas ligados a Italia de alguna manera, tanto porque han vivido un cierto tiempo aquí como porque han venido varias veces a nuestro país”, dijo el ministro del Interior Angelino Alfano en la Conferencia de Seguridad que se hizo en Bruselas a fines de septiembre. No todos los jóvenes emigrados de Italia para luchar con el califato islámico tienen pasaporte italiano, pese a que tal vez han crecido en alguna ciudad italiana donde llegaron siendo niños. Es que las leyes italianas no conceden la ciudadanía tan fácilmente. Si se ha nacido en el territorio nacional, sólo después de los 18 años se podrá solicitar la ciudadanía. Pero muchos no la piden porque puede significar la pérdida de la nacionalidad de origen, según los acuerdos bilaterales que existan. Pero son italianos de alguna manera, por la cultura que los ha nutrido, por el idioma, por el conocimiento del país, aunque religiosamente puedan no ser católicos como la mayoría de los italianos. La mayor parte son inmigrantes llegados de Egipto, Marruecos, Libia, Argelia y Marruecos, en la década del 1980 y 1990. Y según la proveniencia se han ido concentrando en ciertos lugares; los argelinos sobre todo en Nápoles (sur de Roma), los tunecinos en Bolonia (centro de Italia), los marroquíes en Turín, Verona y Cremona, todas ciudades del norte. En Milán (norte) hay muchos egipcios.
Según los investigadores, la cantidad de jihadistas que está peleando en Siria provenientes de Italia (40-50) es mucho menor que los provenientes de Francia y Gran Bretaña (cerca de 600), Alemania (250), Bélgica (220), Dinamarca (120) y Holanda (110). Se habla de 20.000 combatientes extranjeros que luchan a favor del Estado Islámico en Siria. De ese total, 3000 son europeos. Lorenzo Vidino, experto en terrorismo islámico del Centre for Security de Zurigo, en Suiza, ilustró a la prensa italiana sobre los caminos que pueden recorrer los voluntarios para integrarse a las filas del terrorismo islámico. “Para llegar a Siria, el camino más rápido es tomar un avión a Turquía, Ankara por ejemplo. Y de ahí tomar un micro para acercarse a la frontera con Siria. Pero ha habido casos en que, como unos holandeses, han robado un auto y luego lo han vendido entregando el dinero a la causa jihadista. Pero para ser aceptado en estos grupos jihadistas y evitar infiltraciones sirve una especie de recomendación de alguien conocido por el grupo “, explicó Vidino.
Hay un caso emblemático, el de Anas el Abboubi, que nació en Marruecos en 1992 y llegó a Italia cuando tenía siete años. Vivió cerca de Brescia (norte de Italia) y frecuentó un instituto técnico llegando luego a transformarse en un rapero de cierta fama que hizo incluso un video difundido por un conocido canal televisivo de música. Su nombre artístico era Mc Khalifhy. Un día se presentó a la policía de Brescia pidiendo autorización para quemar en la calle una bandera de Estados Unidos y otra de Israel. De ahí en más la policía empezó a controlarlo y descubrió a través de su computadora que tenía contacto con grupos extremistas y había fundado una organización, Sharia4Italy. Fue arrestado pero poco después salió en libertad. Unos dos meses más tarde fue descubierto en Siria, donde había abierto una página de Facebook con el nombre de Anas al Italy.
Otro caso fue el del italiano Giuliano Delnevo, hijo de profesores de escuela, que trabajaba en un astillero de Ancona (este de Italia). Se convirtió al Islam y tomó el nombre de Ibrahim. En 2010 partió para Turquía y dio vueltas por la frontera con Siria durante algunas semanas. Pero no logró entrar en contacto con el grupo. Volvió a Italia y probablemente encontró un contacto. Después de casi un año fue enrolado y en julio de 2013 se supo que había muerto en Siria. Según los servicios secretos, estaba en contacto con un grupo fundado en Italia, Sharia4Italy.
Cerantonio M., de Calabria, convertido al Islam, es imán y tiene un portal en Internet donde muchos jóvenes buscan consuelo a la desazón y a la soledad que provoca en ellos el destierro. De ahí que en muchos ambientes se intente estimular al Islam moderado y no violento, para que los jóvenes inmigrantes puedan encontrar respuestas en él. Estos y muchos otros casos han sido revelados por los servicios secretos. Pero no está dicho que todo sea exacto. En Europa se han cometido muchos errores contra normales musulmanes perseguidos sin razón desde el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York en 2001. El caso más alucinante fue tal vez el del imán Abu Omar de Milán, secuestrado por la CIA (Central de Inteligencia Americana) en 2003 en Milán con la anuencia de los servicios secretos italianos. Omar fue llevado a Egipto, donde fue torturado repetidamente. Finalmente fue dejado en libertad y volvió a Italia.
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