EL MUNDO › LA REACCION AL ATENTADO EN LOS SUBURBIOS POBRES DE PARIS
Inmigrantes árabes y africanos dicen que no se llevan bien con la policía, que sufren la discriminación, el desempleo y la falta de oportunidades. Pero que nada de eso justifica masacrar a dibujantes en nombre de un dios que no lo aprobaría.
› Por Cahal Milmo *
Refugiándose en el hueco de la escalera de un edificio en el suburbio parisino de Pantin-Aubervilliers, Alim pasó el día de ayer como pasa la mayoría de los días, en busca de un puesto de trabajo, preguntándose si puede tener algún futuro.
El joven de 20 años es uno de los miles de franceses argelinos que viven en los suburbios del norte de la capital, donde la tasa de desempleo es hasta cuatro veces el promedio nacional del 10 por ciento y el cisma social entra en erupción esporádicamente en forma de desorden y disturbios. Es aquí donde Cherif y Saïd Kouachi, los dos hermanos sospechosos de asesinar a doce personas en las oficinas de Charlie Hebdo, huyeron 24 horas antes. Como muchos de sus compañeros, Alim tiene poco tiempo para la policía, que él dice son racistas y culpables de los aleatorios y opresivos controles documentales.
Pero tiene aún menos tiempo para los hermanos Kouachi, que se radicalizaron alrededor de 2003, mientras vivían en el otro lado de la carretera de circunvalación de París, en el vecino distrito 19º. Escupiendo al suelo con disgusto, dijo: “Estos chicos son peligrosos. Y también son tontos. ¿Qué creen que esto va a hacer para los musulmanes en Francia? ¿Qué va a hacer por la gente como yo, cuando ya nos es difícil conseguir trabajo? Lo que pasó fue asqueroso. Un montón de chicos de por aquí están enojados por vivir aquí. No nos gusta la policía: nos hacen pasar un mal rato. Pero otra cosa es entrar en una oficina y matar a la gente así como así en nombre de dios. No es mi dios, ni de cualquier otra persona de por aquí”.
Con su alta población migrante y las bolsas de pobreza, la zona resultó, no obstante, un terreno de reclutamiento fértil para islamistas radicalizados que buscan mentes jóvenes para inclinarlos a su causa. Pero las principales razones de por qué las calles de Pantin-Aubervilliers fueron durante mucho tiempo de las más volátiles en los suburbios tienen poco que ver con la religión. El barrio es uno de los lugares más densamente poblados de Europa, con 52.000 personas apretadas en apenas tres kilómetros cuadrados de viviendas y altos edificios de departamentos. El desempleo es de un promedio del 20 por ciento, llegando a 40 por ciento en algunos lugares.
Fue aquí que los años de privaciones y tensiones sociales estallaron en el otoño de 2005 como algunos de los peores disturbios vistos en Francia en décadas, después de la muerte de dos adolescentes francoargelinos jóvenes, en la cercana localidad de Clichy-sous-Bois.
Rachida Hakim, de 45 años, gerente de un restaurante tradicional de cuscús, dijo: “Si usted está buscando las razones de la infelicidad aquí, son éstas. Tenemos una clase baja que es árabe y africana. Algunos caen en manos de los jihadistas, pero lo que se necesita es convencer a estos chicos de que ser francés es mejor, más tranquilo, incluso, que ser un fanático”. Faty Plaucoste, un trabajador musulmán en el agente inmobiliario Sofá empapelada con posters de “Je Suis Charlie”, dijo: “Esto es en realidad un barrio tranquilo. Somos tolerantes, no tenemos un lugar para la gente detrás del tiroteo Charlie Hebdo. Creo que si el Profeta mismo hubiera visto esas caricaturas, no le habría dado importancia”.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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