Mié 28.01.2015

EL MUNDO  › UNA BANDA ARMADA DEL ESTADO ISLáMICO SE INMOLó EN UN HOTEL

Asalto comando en Trípoli

Al menos nueve personas, incluyendo cinco extranjeros y tres guardias de seguridad, murieron durante la toma del conocido hotel Corinthia. Los atacantes hicieron detonar explosivos dentro del hotel y murieron junto a los rehenes.

Nueve personas, entre ellas cinco extranjeros, murieron este martes en el asalto a un conocido hotel de Trípoli, protagonizado por hombres armados que se inmolaron, un nuevo ejemplo del caos que azota Libia. El ataque al hotel Corinthia, muy frecuentado por extranjeros, duró varias horas y fue reivindicado por la rama libia del grupo Estado Islámico (EI).

Si se confirma la autoría, esto indicaría que la organización jihadista que declaró un califato en territorio entre Siria e Irak logró fortalecerse en el Norte de Africa y en Libia, un país donde conviven dos gobiernos en pugna. Según las autoridades, varios hombres armados hicieron estallar un coche bomba y mataron al menos a tres guardias de seguridad, antes de entrar en el establecimiento.

Un portavoz de los servicios de seguridad, Isam al Naas, declaró que “los cinco extranjeros muertos en el ataque eran un estadounidense, un francés, dos mujeres de nacionalidad filipina y un surcoreano”. “Acorralados por las fuerzas de seguridad en el piso 24 del hotel, los asaltantes han hecho detonar el cinturón de explosivos que portaban”, indicó el portavoz.

El ministerio francés de Relaciones Exteriores informó de la muerte de un ciudadano galo y condenó los ataques, mientras que Estados Unidos también confirmó el deceso de una persona de ese país. La identidad del estadounidense muerto es Cliff Taylor, quien trabajaba en la compañía británica APR Energy, mientras que el francés era piloto de una compañía aérea de Georgia. El ciudadano coreano era asistente de piloto y las dos filipinas eran azafatas.

En el ataque, una “persona fue tomada como rehén” y falleció cuando los asaltantes se hicieron estallar, precisó el portavoz. Por el momento se desconoce su nacionalidad. Al menos otras cinco personas resultaron heridas, según fuentes policiales, entre ellas dos empleadas filipinas que se vieron afectadas por la explosión.

El piso 24 de este hotel estaba reservado a la misión diplomática de Qatar, aunque en ese momento no había ningún miembro de la delegación, indicó una fuente de seguridad. El autoproclamado jefe del gobierno de Libia, Omar al Hasi, sí se encontraba en el interior del hotel en el momento del ataque, pero fue evacuado y se encuentra a salvo, según Al Naas. Las fuerzas de seguridad impidieron la entrada de los periodistas en el hotel tras el asalto, mientras los expertos trataban de verificar que no hubiera explosivos escondidos.

En un breve comunicado en Twitter, la rama del EI en Trípoli reivindicó el asalto al hotel mientras aún seguía en curso. En una primera reacción al ataque, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, advirtió en un comunicado de que “no se debería permitir que estos ataques minen el proceso político”. Se refería a la nueva ronda de negociaciones auspiciadas por la ONU entre facciones rivales libias que comenzaron este lunes para implementar una hoja de ruta para crear un gobierno de unidad.

El Ministerio de Relaciones Exteriores francés condenó el ataque y confirmó la muerte de uno de sus ciudadanos, afirmando que “los responsables de este acto odioso responderán por ello”.

En una declaración unánime, los quince países miembro del Consejo de Seguridad de la ONU denunciaron lo que calificaron de ataque “abominable”.

El lujoso hotel, centro de reunión de oficiales gubernamentales, empresarios extranjeros y diplomáticos, era considerado un lugar seguro y un oasis en medio del caos instaurado en la ciudad desde la caída del coronel Muammar Khadafi. Allí se reunieron el primer ministro británico David Cameron y posteriormente el entonces presidente francés Nicolas Sarkozy con altos oficiales tras el cambio de régimen. Pero la seguridad ha decaído desde octubre de 2013, cuando el primer ministro Ali Zeida fue secuestrado allí por hombres armados, que lo liberaron horas después.

Las milicias que derrocaron al dictador Khadafi se disputan el territorio y las riquezas petroleras de Libia y controlan las dos ciudades más importantes del país, Trípoli y Bengasi (este). La situación se ha agravado en los últimos meses, con la aparición de dos gobiernos y dos parlamentos paralelos.

Fajr Libya, una coalición heterogénea de milicias, la mayoría islamistas, que se hizo con el control de Trípoli el pasado verano y asimismo el de Misrata, la tercera ciudad del país, anunció hace unos días un “alto el fuego”, a condición de que “las demás partes respeten la tregua”, para favorecer esas negociaciones de paz.

Pero la decisión de esta coalición, que no participa en las negociaciones de Ginebra, no garantiza pese a todo el fin de la violencia. Hace diez días varios asaltantes atacaron la embajada de Argelia en Trípoli dejando tres heridos, entre ellos un policía. La rama libia del grupo Estado Islámico también reivindicó el ataque.

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