EL MUNDO › OPINIóN
› Por Emir Sader
El paso de los indignados a Syriza y a Podemos es el paso de la resistencia a la disputa de hegemonía. Son las formas concretas que asume la resistencia al neoliberalismo y el camino a la lucha por la construcción de alternativas.
El modelo neoliberal ha promovido un masivo proceso de mercantilización de nuestras sociedades y del mismo Estado. Ha tratado de trasformar los derechos en productos del mercado. Busca que todo tenga precio, todo se pueda vender y comprar.
Ha atacado a la esfera pública, que es la esfera de los derechos, de los ciudadanos, buscando imponer la centralidad de la esfera mercantil, la esfera de los consumidores, de las mercancías. La centralidad del mercado ha significado la conversión de los derechos en mercancías, debilitando el rol del ciudadano en favor del consumidor. Se compran educación, salud, cultura, que dejan de ser derechos. El imperio del dinero es el responsable de la profundización de las desigualdades en el mundo contemporáneo.
En América latina también la lucha contra el neoliberalismo comenzó por la resistencia frente a la avalancha ideológica, económica, social y política. Había que contener esa ofensiva, defendiendo los derechos de la gente, el rol del Estado, la protección del mercado interno, del empleo, de los salarios.
Así se hizo, especialmente en los años noventa, hasta que empezaron a surgir gobiernos que se proponían superar ese modelo, gobiernos posneoliberales. ¿Qué es lo que ha caracterizado a esos gobiernos?, ¿qué han logrado hacer en varios países de la región –la más desigual del mundo– haya disminuido la desigualdad, la pobreza y la miseria, aun en medio de la profunda y prolongada crisis que el neoliberalismo ha generado a escala mundial?
Países como Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay, Bolivia, Ecuador, tienen en común, por sobre todo, la centralidad de las políticas sociales. Aun cuando son necesarios algunos ajustes de las cuentas públicas para controlar la inflación, por ejemplo, esto no es el centro de las políticas de esos gobiernos, que les dan prioridad a las políticas sociales. Han desarrollado modelos de desarrollo económico con distribución de renta, ensanchando el mercado interno de consumo popular. Son políticas de características diversas, pero ninguna ha distribuido tanta renta como la extensión de los empleos formales de trabajo. Pero como mucha gente está fuera de esa condición, políticas como las del Bolsa Familia en Brasil se han extendido y jugado un rol complementario importante en el rescate social de gran parte de la población.
Asimismo, han rescatado el rol activo del Estado como inductor del crecimiento económico, garante de los derechos sociales recuperados y actor político internacional. Porque el tercer aspecto de los gobiernos posneoliberales ha sido la prioridad de los procesos de integración regional y los intercambios Sur-Sur, en lugar de los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos.
A partir de esos tres puntos, las fuerzas antineoliberales han logrado pasar de la resistencia a la construcción de alternativas, de la oposición a la construcción de fuerzas hegemónicas de superación del modelo neoliberal.
El proceso que vive Europa, con la victoria electoral de Syriza y su líder, Alexis Tsipras (foto) en Grecia, con el fortalecimiento de Podemos en España, parece que toma un camino similar de la resistencia a la construcción de alternativas concretas al neoliberalismo, disputando la hegemonía en cada país.
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