Sáb 18.10.2003

EL MUNDO  › CAYO SANCHEZ DE LOZADA Y ASUMIO CARLOS MESA

La Paz tiene cara de cambio, Constituyente y referéndum

Después de 32 días de protestas populares y masacre, el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada llegó a su fin anoche en Bolivia con la renuncia del presidente y la toma de posesión por el vice Carlos Mesa, quien prometió cumplir con todas las demandas del movimiento opositor.

La crisis boliviana tuvo finalmente ayer su desenlace: el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada firmó su renuncia y abandonó el país rumbo a Miami, derribado por 32 días de protestas populares que provocaron más de 80 muertos. En La Paz estuvieron de observadores los enviados de Brasil y Argentina. Entrada la noche, el Congreso reunido en sesión extraordinaria –que se inició con cinco horas de retraso por los cortes de ruta– aceptó su renuncia y el traspaso de poder al vicepresidente, Carlos Mesa. Ya con la banda presidencial puesta, Mesa llamó a la unidad del país y a la “construcción de un escenario de paz”. Y en ese sentido, “al desarme de la confrontación”. El designado para completar la gestión se asumió como jefe de la transición, llamó a Asamblea Constituyente y solicitó al Congreso la posibilidad de convocar a elecciones generales. Mesa exhortó a los bolivianos a participar conjuntamente en las decisiones. Para el tema del gas, que fue motor de la protesta general, dijo que llamará a un referéndum vinculante y que habrá una “revisión conjunta” de la Ley de Hidrocarburos. Simultáneamente el avión donde estaba Lozada despegaba del aeropuerto santacruceño de Viru Viru, a las 22.40, hora local.
Precipitaron la caída de Sánchez de Lozada las masacres en las ciudades de El Alto y La Paz, de parte de los militares y la policía, mientras subía el tono de los manifestantes pidiendo la salida del mandatario. Temprano en la mañana de ayer, Manfred Reyes Villa, líder del centroderechista partido aliado Nueva Fuerza Republicana, le retiró su apoyo a Lozada y tres ministros se sumaron a las voces que pedían la dimisión del Goni, como se apoda al hoy ex gobernante. El argentino Eduardo Sguiglia y el brasileño Marco Aurelio García, que habían partido anteayer a La Paz en misión de buenos oficios, se reunieron con Sánchez de Lozada durante la mañana, confirmando luego que el mandatario iba a renunciar. “La renuncia que yo pongo al Congreso debería ser suficiente para la solución de los problemas nacionales, aunque lo deseo fervorosamente, me temo que la solución no sea tan sencilla”, señaló el texto redactado por Sánchez de Lozada y leído en el Parlamento. “Bolivia está viviendo horas cruciales y su democracia está bajo el asedio de grupos corporativos que no creen en ella”, decía la carta. Su sometimiento a votación –a favor, por 97 contra 30 legisladores– fue interrumpida varias veces por gritos de “asesino”. Tras conocerse la renuncia de Sánchez de Lozada, el líder opositor Evo Morales dijo que el mandatario “debe ser juzgado por delitos de lesa humanidad”. Por su parte, Jaime Solares, líder de la Central Obrera Boliviana, calificó a Sánchez de Lozada de “sanguinario asesino psicópata” por las más de 80 muertes producidas en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en el último mes. El líder de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Cstucb), Felipe Quispe, aseguró que la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada no supondría el levantamiento de los bloqueos en las carreteras.
Quispe aseguró que el nuevo gobierno deberá aceptar los 72 puntos que incluyen las demandas sociales y económicas exigidas desde el comienzo de las movilizaciones, el 15 de septiembre. “Nosotros no vamos a levantar ni una sola piedra de los caminos”, indicó Quispe en declaraciones a la emisora Radio Panamericana. “Primeramente vamos a reclamar los 72 puntos que tenemos al nuevo gobierno. Esos son los temas que estábamos planteando y que tienen que ser ya una realidad”, señaló Quispe. Hizo claro que esta historia no terminó: para el dirigente campesino, el nuevo mandatario tiene que “comprometerse” a aprobar las medidas ya que los hombres del campo, dijo, “no se conforman con la renuncia de un sanguinario”. “Hemos hecho las marchas, la huelga de hambre, los bloqueos de caminos y finalmente se ha convulsionado (el país) a nivel nacional gracias a la Confederación Unica, los comités cívicos, las centrales obreras departamentales”, añadió.
El procedimiento de renuncia siguió un camino tortuoso. Reyes Villa le había retirado a Sánchez de Lozada uno de los tres sustentos de la coalición de gobierno al anunciar el retiro de su partido. Sánchez de Lozada ya había perdido en los últimos días el apoyo del vicepresidente, de cuatro ministros y de dos subsecretarios. Su destino estaba sellado. Después de la reunión con Reyes Villa, trascendió que legisladores opositores estaban preparando una movida para sacar a Sánchez de Lozada del poder por vía parlamentaria, para lo cual necesitaban dos tercios de ambas cámaras.
Luego se anunció que Sánchez de Lozada dirigiría un mensaje televisado a la nación a las 4 de la tarde; después, que se presentaría en el Congreso para formalizar su renuncia. “El presidente hablará ante el Congreso y anunciará una decisión patriótica”, anunció, sin demasiados eufemismos, Jaime Paz Zamora, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el otro sostén que le quedaba a Sánchez de Lozada después de la defección de Reyes Villa y aparte de su propio Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
Las últimas reuniones de Sánchez de Lozada fueron con el general Roberto Claros, jefe del Ejército, y otros altos mandos militares. Entonces se supo que el presidente había abandonado su residencia y se había trasladado con su familia al aeropuerto de Santa Cruz.

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