EL MUNDO › LA UE ACTIVA UN PLAN PARA EVITAR NAUFRAGIOS DESPUéS DE LAS úLTIMAS TRAGEDIAS EN EL MAR
Los ministros europeos adoptaron un plan que refuerza las operaciones de vigilancia y de rescate de inmigrantes en el Mediterráneo, aunque es menos ambicioso que el texto original. La intervención militar de Occidente en Libia generó un efecto boomerang.
› Por Eduardo Febbro
No hay ruta más mortal para los migrantes que la del Mediterráneo: cerca de 1200 muertos en los últimos diez días y un record absoluto a lo largo de 2014. Los naufragios más importantes que se produjeron durante abril tuvieron lugar en el llamado Canal de Sicilia. Este espacio marítimo situado entre Túnez, Libia, Sicilia y Malta se ha convertido en el corredor de la muerte para todos los candidatos a la inmigración que, desde la muerte del líder libio Muamar Khadafi, acuden a Libia provenientes desde toda Africa con el propósito de ingresar a la Unión Europea. Según datos suministrados por la Organización Internacional para las migraciones (OIM), la frontera europea ha sido la más mortífera del globo. Sesentay cinco por ciento de los migrantes muertos en el mundo en el curso de 2014 perdieron la vida en el Mediterráneo. Las estadísticas son de una cruel transparencia: 3279 personas murieron en el Mediterráneo, 265 en el Cuerno de Africa, 307 en la frontera norteamericana, 540 en el golfo de Bengala y 626 en otros puntos del planeta. A título aún más comparativo, entre el 1º de enero de 2015 y el 19 de abril, 1600 migrantes murieron en el Mediterráneo contra 41 en la frontera entre México y Estados Unidos. En síntesis, en lo que va de 2015, un inmigrante muere cada dos horas en el Mediterráneo. Desde el año 2000, más de 20 mil personas murieron intentado llegar a Europa, principalmente a través del Mediterráneo.
La caja de Pandora que destapó Occidente con su intervención militar en Libia (2011) no sólo dejó al país en una ruina política absoluta sino que, además, creó uno de los focos de desastre más espantosos de la historia. Carlotta Sami, la representante en Italia del Alto Comisionado de la ONU para los refugiados, no tiene palabras para definir lo ocurrido: “Se trata de una hecatombe nunca vista en el Mediterráneo”. El mismo HCR califica a ese mar de leyendas románticas como “la ruta más peligrosa del mundo”. La Unión Europea, hasta ahora, ha dado muestras de lo que sabe hacer mejor que ninguna potencia mundial: retórica humanitaria encendida y vacío de acciones tangibles. Una vez más, Occidente se confronta a los desastres que él mismo modela, pieza por pieza. Esta barbarie moderna tiene una fecha de gestación, un nombre y un principal responsable, el ex presidente francés Nicolas Sarkozy, agitado promotor del derrocamiento de Khadafi y de la Resolución 1973 de las Naciones Unidas que, el 17 de marzo de 2011, abrió el cielo a la intervención militar de la Alianza Atlántica (OTAN). Dicha resolución creó una zona de exclusión aérea sobre el espacio aéreo libio al tiempo que autorizó a que se “tomaran todas las medidas necesarias” para proteger a la población civil de un país que en ese momento estaba en plena guerra civil. Pero la “protección” se convirtió, de hecho, en una cruzada para derrocar a Khadafi. Los brillantes estrategas de París, Londres o Bruselas no calcularon que el vacío que segaría al largo reinado de Khanada no sería absorbido por nada ni por nadie. Sin sistema político consolidado, la guerra interna continuó y el desmantelamiento del Estado condujo a más violencia y, ahora, a esta nueva ventana hacia el infierno que es la muerte de los migrantes que parten desde Libia. La irrupción de grupos jihadistas también se suma a la hecatombe en permanente gestación. Varios especialistas y responsables políticos están convencidos de que estas olas migratorias desde Africa son también parte de una estrategia de los jihadistas islámicos destinada a desestabilizar a Europa.
La desaparición brutal de los migrantes en altamar es también un asunto de dinero y concierne igualmente la escasa solidaridad europea con Italia. Después del pico de muertos en la localidad italiana de Lampedusa que se registró en 2013, Italia activó el dispositivo Mare Nostrum. Este operativo permitió salvar la vida de 150 mil personas. Su alto costo, nueve millones de euros por mes, y la escasa participación en su financiación de los socios europeos de Roma, llevó a Italia a montar otro operativo mucho más económico, Tritón, esta vez supervisado por Frontex, la Agencia Europea de Vigilancia de las fronteras, y cuyo costo mensual asciende a casi tres millones de euros.
Libia se ha tornado en una bomba migratoria para Europa. El pasado 14 de abril, el ministro de Trabajo libio, Mohammed Abou Al-Khair, dijo en conferencia de prensa que “Europa debe asumir su parte de responsabilidad. Libia no puede asumir sola todo el peso”. La UE Europea convocó para este 23 de abril una cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de gobierno para estudiar una respuesta a la crisis. ¿Qué decidirán? Europa lleva una década tapándose los ojos o respondiendo con amagos. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, consideró que la Unión Europea tiene un “deber moral” con esta problemática, tanto más cuanto que la UE dejó prácticamente sola a Italia al timón de esta crisis. El comisario europeo para la inmigración, Dimitris Avramopoulos, admitió en Bruselas que “los acontecimientos nos sobrepasaron”. Sin embargo, el conteo de cadáveres sigue sin movilizar los cimientos de las democracias europeas. Reunidos ayer en Luxemburgo, los ministros de Interior y de Relaciones Exteriores de la UE adoptaron un plan de 10 puntos que comprende desde el refuerzo de las operaciones de vigilancia hasta el rescate de migrantes en el Mediterráneo. Sin embargo, el texto inicial presentado por la Comisión Europea era mucho más ambicioso y de un alcance financiero dos veces superior al acordado ahora. La comisión había elaborado un plan de refuerzo de la operación Tritón, la cual comprendía un aumento de los medios técnicos (los barcos) y un presupuesto dos veces superior al actual (tres millones de euros). Los ministros optaron por un plan más barato y no sólo en dinero. Bruselas había propuesto que se dieran 5000 autorizaciones suplementarias para los demandantes de asilo. Nada. Esa idea fue borrada del texto final de 10 puntos. Las cifras siguen jugando en contra de Europa y demuestran que el Viejo Continente se desliza hacia la fortificación de un castillo inexpugnable. En 2014, la UE accedió a autorizar 7500 pedidos de asilo mientras, en el mismo período, Estados Unidos aceptó 57 mil.
Libia y la crisis migratoria es la cara de Occidente detrás del espejo. En los naufragios y desapariciones cotidianas, en la guerra que sigue sacudiendo a Libia, están las flores malditas de las semillas que sembraron las potencias occidentales.
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