EL MUNDO › EL VIAJE DEL CANCILLER CUBANO RODRíGUEZ A PARíS ANTECEDE AL DE HOLLANDE A LA HABANA
Normalización de relaciones y negocios. Bruno Rodríguez calificó de “histórica” la próxima visita del mandatario francés a Cuba y elogió la posición de los empresarios franceses en la isla, a quienes juzgó como “socios seguros”.
› Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París
Francia le volvió a ganar parte del camino a la Unión Europea en los regateos diplomáticos que conducen al restablecimiento de las relaciones entre la UE y Cuba. El ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, empezó en la capital francesa su gira por Europa y marca con ello una de las prioridades de La Habana en sus futuros lazos con el Viejo Continente. No es ajeno a este gesto que plasma la casi plena normalización de las relaciones entre Francia y Cuba el viaje que el presidente francés, François Hollande, emprenderá hacia La Habana el próximo 11 de mayo. Hollande será además el primer jefe de Estado de la Unión Europea que pise suelo cubano en este fase que se inicia. Tampoco son ajenos los buenos negocios, presentes y futuros. Turismo, telecomunicaciones, trabajos públicos y construcción, hotelería, energía, alimentación y distribución. Los grandes grupos franceses (unos 60) como Accord, Pernod-Ricard, Total, Alstom, Bouygues o Alcatel están presentes en varios sectores de la economía de la isla. París desplegó entonces la alfombra roja para el canciller cubano, quien fue recibido en el Palacio presidencial del Elíseo por François Hollande, en el Quai d’Orsay, por el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, y por el primer ministro Manuel Valls.
Durante los últimos años, Francia ha sabido distinguirse en sus intentos de acercamiento a Cuba. La pestilente “posición común” adoptada por la UE frente a Cuba y la consiguiente traba que eso supuso en las relaciones entre ambas partes hicieron del intercambio una suerte de abismo sin salida. En 1996, con el impulso del ex presidente del gobierno español José María Aznar, la Unión Europea adoptó un marco excepcional que no había sido puesto en vigencia con ningún otro país: se trata de la “posición común” mediante la cual la UE condicionaba cualquier progreso en las relaciones bilaterales al respeto a los derechos humanos y al incremento de las libertades democráticas en la isla. Un entreguismo y un lacayismo sin medias tintas con respecto a lo que exigía Estados Unidos. Desde luego, la UE no consiguió lo que esperaba. Recién cuando llegó al poder el nuevo presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se abrió un estrecho hueco, sobre todo gracias al jefe de la diplomacia de entonces, Miguel Angel Moratinos, quien siempre abogó por romper con esa “posición común”. El ex presidente francés Nicolas Sarkozy también rasgó un poco el muro de la UE cuando, en 2009, envió al ex ministro de Cultura socialista Jack Lang, en misión especial para reanudar el diálogo con la isla. Pero es el actual ministro de Relaciones Exteriores quien, mucho antes de que Estados Unidos y Cuba iniciaran la etapa que debe conducir al fin del embargo, viajó a La Habana. Laurent Fabius fue a la isla en abril de 2014 y con ello marcó un hito: era la primera visita de un canciller francés en las últimas tres décadas. Fabius fue el primer responsable ministerial europeo que se desplazaba a la isla luego de que, en febrero del mismo año, la Unión Europea abriera la puerta hacia la normalización de sus relaciones con Cuba. Hecho fuera de lo común, Fabius fue recibido en La Habana por Raúl Castro. A título comparativo, el canciller español, José Manuel García Margallo, no obtuvo una audiencia con el presidente Raúl Castro.
París le rinde ahora al canciller cubano los mismos honores. Bruno Rodríguez calificó de “histórica” la próxima visita de François Hollande y elogió también la posición de los empresarios franceses en la isla, a quienes juzgó “socios seguros”. Rodríguez sigue su gira con una escala en Bruselas, donde seguramente terminará de derribar los bloques del muro que quedan de este lado del Atlántico. Las próximas semanas serán también un esplendoroso espectáculo mediático. La prensa francesa es tendenciosa con América latina, brutalmente imparcial, ideológicamente policial y de una mediocridad de novela sentimental. Ya hay una legión de periodistas buscando disidentes por todos los rincones, cazando decepcionados de la apertura democrática antes de que ésta comience realmente, analistas que pronostican un futuro con un “mediocre castrismo de mercado”, y otra no menos importante legión de periodistas con cronómetro en mano dispuestos a apostar cuánto tiempo tardará la sociedad cubana en caer en los brazos de McDonald’s o Apple. Con respecto a América latina, el diario progresista Libération es una historieta escrita entre amiguitos, Le Monde es una suerte de biblia del moralismo y la mala fe. Se salva, paradójicamente, el diario conservador Le Figaro, cuya sección Internacional es todo un ejemplo de sobriedad y mesura. Entre los plumíferos de esta Francia de hoy y América latina hay un incomprensión lastimosa. Cuba pasará por ese filtro en el cual la visión ideológica liberal altera todos los componentes objetivos y subjetivos de la realidad.
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