EL MUNDO › CONSERVADORES Y LABORISTAS LLEGAN A LA JORNADA ELECTORAL DE HOY EMPATADOS EN LAS ENCUESTAS
Cameron y Miliband dieron un último mensaje procurando sacar ventaja. Mucho dependerá del alto porcentaje de indecisos, del voto táctico y de la participación de jóvenes y sectores escépticos del proceso democrático.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
El Reino Unido elige hoy Parlamento y gobierno en las elecciones más reñidas en décadas. Con conservadores y laboristas empatados en las encuestas y una plétora de partidos menores que pueden sacarles apoyo en el conteo final de votos, mucho dependerá del alto porcentaje de indecisos, el voto táctico y la participación electoral de jóvenes y sectores escépticos del proceso democrático. El consenso de los pronósticos apunta a un maratón de duras negociaciones para formar un gobierno de coalición cuyo color exacto es, por el momento, tan impredecible como el clima británico.
El último mensaje de los líderes partidarios procuró sacar una última ventaja en una campaña que ha registrado un constante empate técnico. En un rally que lo llevó del centro de Inglaterra a Gales el primer ministro conservador, David Cameron, usó el miedo para reivindicar su programa económico de ajuste a fin de evitar que un gobierno laborista “destruya todo lo ganado en estos cinco años” y conduzca al Reino Unido a su desintegración de la mano de una alianza con los separatistas escoceses, del Partido Nacional Escocés (SNP). “Tenemos que evitar la pesadilla de un gobierno de Miliband sostenido por el SNP”, dijo Cameron.
En un rally similar, el líder laborista, Ed Miliband, apuntó en su mensaje a un grupo dispar de indecisos, golpeados por los recortes del gobierno conservador-liberal demócrata y el enigmático voto juvenil en el que ha invertido buena parte de su campaña. “Mucha gente está todavía decidiendo el voto. Mi mensaje para ellos es que tienen la opción entre votar a un gobierno liderado por el actual primer ministro que dará prioridad a los intereses de los ricos y los poderosos o un gobierno liderado por mí que, gobernará en nombre de los trabajadores”, dijo Miliband.
Con encuestas tan reñidas, las apuestas se inclinan por un gobierno de coalición, aunque nadie se atreve a afirmar de qué color será. Las opciones son varias, pero dependen de la cantidad de diputados que sumen para conseguir la cifra mágica de 323, que serían mayoría en un Parlamento de 650 miembros, ya que el separatista pro irlandés Sinn Fein, que fuera ala política de la guerrilla del IRA, no asumirá los cinco escaños que se espera que ganen hoy.
Una alta participación electoral, que suele favorecer al laborismo, será decisiva. En 2010 sólo un 64,1 por ciento de los votantes fueron a las urnas: unos 16 millones no votaron. Esta vez hay un número record de votantes registrados, a pesar de que un total de siete millones no hizo el trámite necesario para ejercer el voto. Entre los registrados hay unos 700 mil jóvenes de entre 18 y 24 años.
Ed Miliband consiguió esta semana un apoyo que puede resultar decisivo en este sector del electorado, cuando un cómico alternativo, Russell Brand, que había aconsejado previamente la abstención a sus millones de seguidores en su canal de YouTube y su cuenta Twitter, cambió de posición y manifestó su apoyo a Miliband como dirigente dispuesto a escuchar. Los indecisos igual forman un considerable 23 por ciento y serán clave en la distribución de escaños en el Parlamento.
El cálculo es que Cameron necesita un mínimo de 290 escaños y que los liberal demócratas no caigan por debajo de los 30 diputados para formar una alianza viable, similar a la que gobernó en los últimos cinco años, aunque sin mayoría propia. En las últimas encuestas, el bloque anticonservador, que une a nivel ideológico a laboristas, independentistas escoceses, autonomistas galeses, socialdemócratas de Irlanda del Norte, es mayoría y podría dar un resultado paradójico: que los laboristas puedan formar gobierno a pesar de que pueda ganar menos votos que los conservadores.
En unos 200 escaños el resultado está predeterminado. Los 106 escaños seguros de los conservadores se concentran en el afluente sudeste de Inglaterra. Los 83 de los laboristas en Manchester, Liverpool, el Norte de Inglaterra, Gales y algunos distritos londinenses. El resto de estos escaños seguros se distribuye entre liberal demócratas, separatistas escoceses y partidos más pequeños.
La clave está en los 196 escaños con “resultados marginales”. Unos 82 diputados conservadores tienen diferencias mínimas con sus seguidores, sean laboristas, liberal demócratas o los xenófobos independentistas británicos del UKIP. La situación es igualmente compleja para 79 diputados laboristas. En estos escaños pesará más el voto de los indecisos y el táctico que en algunos casos son la misma cosa.
En el influyente sudeste inglés una persona de izquierda sabe que la única alternativa real de los conservadores es un diputado liberal demócrata que disminuirá la representación final parlamentaria del partido de Cameron y mejorará las chances de Miliband de formar gobierno. Algo similar ocurre en el norte inglés para un conservador que quiera evitar un gobierno laborista.
Nick Clegg, líder de los liberal demócratas, actual tercer partido, necesita a los votantes conservadores para salvar su escaño hoy sin el cual pierde el liderazgo partidario y toda relevancia política (de primer ministro a subsecretario de Estado, el gobierno está formado por diputados y solo se es líder de un partido si se tiene un mandato electoral para representar a un distrito en el Parlamento).
Una encuesta en su distrito en Sheffield, norte de Inglaterra, le da cinco puntos de ventaja sobre su rival laborista gracias a que la mitad de los votantes que a nivel nacional se inclinan por los conservadores van a votarlo para evitar una victoria de Ed Miliband. El sistema es tan sesgado en contra de una representación proporcional que este domingo un conservador en Escocia confesaba que estaba dispuesto a votar a los laboristas para evitar un avance de los nacionalistas escoceses.
El cansancio de muchos votantes con este sistema hace que esta vez muchos se puedan inclinar por el voto de la convicción más que el de la conveniencia. En algunos distritos rurales del sur del país, como Lincoln, obsesionados con una oleada inmigratoria que termine con una imaginaria raza británica, una decisión así en las urnas podría privar a los conservadores de su escaño a manos del xenófobo ultrathatcherista UKIP, favoreciendo la formación un Parlamento pro laborista.
No es que falten temas apasionantes y decisivos para el futuro del país. Los conservadores han prometido recortes en el gasto fiscal equivalentes a unos 20 mil millones de dólares que diezmarán un ya golpeado Estado de Bienestar británico. En su programa figura otro tema clave internacional, apenas mencionado en la campaña: una promesa de referéndum en 2017 sobre si el Reino Unido debe seguir o no formando parte de la Unión Europea.
Ambas cosas tienen el potencial de cambiar la faz de este reino y, sin embargo, el actual sistema electoral favorece un voto calculado y utilitario que muchas veces en el pasado desembocó en apatía y alto abstencionismo electoral.
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