EL MUNDO › LA POBLACIóN BLANCA DE LA CIUDAD REGRESó MUCHO MáS RáPIDAMENTE QUE LA POBLACIóN NEGRA
Antes de que Katrina golpeara, el 67 por ciento de los habitantes de Nueva Orleáns eran afroamericanos: hoy el porcentaje es del 59 por ciento. Hay alrededor de 80.000 personas menos de raza negra que en 2005. El cambio se sintió en Bywater.
› Por Andrew Buncombe *
Desde Nueva Orleáns
Han pasado diez años desde que Jennifer Hill y su madre fueron “evacuadas” de Nueva Orleáns y trasladadas a Virginia Occidental. Aparte de un viaje apurado y angustioso para recoger sus pertenencias unos meses después de que Katrina devastara su ciudad nunca volvió.
Pero la próxima semana –días después del décimo aniversario de la tormenta– va a visitarla con su novio, una oportunidad de mostrarle los lugares de interés del lugar donde creció. “Creíamos que volveríamos en unos pocos meses”, dijo Jennifer, trabajadora social, de la ciudad de Huntington, West Virginia. “Pero fuimos maltratadas por la gente que tratábamos en Nueva Orleáns, no parecía que quisieran que volviéramos.”
Cientos de miles de personas abandonaron Nueva Orleáns tras el huracán, ya sea por sus propios medios o bien evacuados por las autoridades. En total, alrededor de 1,5 millón fueron desplazadas de la región, la mayor movida de gente desde la depresión Dust Bowl de 1930. Hoy en día, la población se recuperó en un 80 por ciento por ciento de su número original. Pero los expertos dicen que la población blanca de la ciudad regresó mucho más rápidamente que la población negra.
La investigación realizada por la socióloga Corina Graif, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, en un grupo de mujeres negras de bajos ingresos que fueron evacuadas mostró que la mayoría terminó viviendo en comunidades de ingresos más altos de aquellos en que habían vivido en Nueva Orleáns. Muchos optaron por permanecer lejos.
Antes de que Katrina golpeara, el 67 por ciento de los habitantes de Nueva Orleáns eran afroamericanos: hoy el porcentaje es del 59 por ciento. Hay alrededor de 80.000 personas menos de raza negra que en 2005. El cambio se sintió profundamente en barrios como Bywater, antiguamente el barrio negro de clase obrera famoso por su jazz en vivo, que se convirtió en un lugar de moda para los jóvenes profesionales blancos para comprar propiedades.
Lee Meitzen Grue, poeta y escritor de ficción a veces descripto como el poeta laureado de Nueva Orleáns, vivió aquí durante décadas. La señora Grue, que es blanca y de 81 años, dijo que desde que Katrina golpeó, el vecindario se aburguesó cada vez más. Los alquileres y los precios habían subido, tiendas tradicionales, como la Market St. Roch, se corporatizaron, las personas de menores ingresos se habían mudado y la zona se había convertido en más blanca.
“La música es parte de la ciudad. Pero ahora hay gente que se muda a este barrio y se queja de la música”, dijo ella, parada en el balcón de la casa de madera en la que vivió desde 1971.” En estos días la gente está bromeando que es demasiado blanco para los blancos.
Elizabeth Fussell, profesora de estudios de población en la Universidad de Brown, dijo que las personas de bajos ingresos que se fueron se enfrentaron con retos más difíciles al regresar. Había menos propiedades en alquiler disponibles, lo que aumenta los alquileres, los negocios había cerrado, y los pagos del gobierno beneficiaron a personas que poseían sus propios hogares más que a los que alquilaban.
“Hay una gran cantidad de personas de bajos ingresos en Nueva Orleáns y la correlación entre ser negro y ser pobre es muy fuerte”, afirmó. Y agregó: “Las personas que recibieron la ayuda para alquilar recibían la misma cantidad de dinero donde se mudaban. No tenía sentido volver porque se podía alquilar un apartamento más bonito, más grande, en Houston o donde fuera. El incentivo para las personas de bajos ingresos era quedarse fuera de Nueva Orleáns.”
The Independent primero entrevistó a Jennifer Hill hace diez años, en los días después de que golpeara la tormenta, cuando ella y su madre estaban varadas junto a más de 20.000 personas en medio de la suciedad y el horror del Superdome de la ciudad. “Todavía tengo días malos”, dijo Hill de sus recuerdos de esa época. “Cada aniversario todavía me duele. Todavía aparece. A pesar de que mi vida se rehízo, no fue mi elección.”
Como la mayoría de los que fueron evacuados, Hill y su madre no tenían idea de dónde iban. Mientras que la vida y la cultura en Huntington –que tiene una población abrumadoramente blanca– era diferente de lo que habían conocido, y se habían sorprendidos por la calidez que la gente había mostrado.
“Echo de menos la comida, echo de menos el acceso a la cultura, el sentimiento del barrio, la música, el Mardi Gras y también la comunidad internacional”, dijo sobre Nueva Orleáns. “Aquí las cosas son muy diferentes. En Nueva Orleáns hay bares abiertos las 24 horas del día. Pero la gente aquí está arraigada.”
Todo esto fue en un marcado contraste con la onda que recibió de los de Nueva Orleáns en los meses después de Katrina. Tuvo problemas con su casera y su empleador. Dijo: “Me sentía como si estuviera enamorada de alguien que no estaban enamorados de mí. Yo no puedo superar ese dolor”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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