EL MUNDO › LAS DOS COREA BAJARON LA TENSIóN TRAS UNA SEMANA DE AMENAZAS
Corea del Norte lamentó haber instalado la mina antipersona que mutiló las piernas de dos sargentos surcoreanos. Y Corea del Sur se comprometió a apagar los altavoces que emitían propaganda política en la frontera.
› Por Donald Kirk *
Desde Seúl
De pronto, Corea pasó de un estado de “semi-guerra” a “semi-paz”. Por el término “semi-guerra” tenemos que agradecer el líder norcoreano Kim Jong-un, quien declaró ese estado de situación la semana pasada cuando ordenó a sus fuerzas estar “listos para la batalla”.
Por el término “semi-paz” para describir el actual estado de las cosas, el crédito le corresponde a Bruce Klinger, un ex analista de la CIA ahora con la conservadora Heritage Foundation en Washington. Klinger llegó para una conferencia mientras los negociadores norcoreanos y surcoreanos estaban terminando las conversaciones de cuarenta horas iniciadas después de que artilleros de ambas partes intercambiaron fuego de artillería el jueves pasado.
Justo cuando parecía que no estaban llegando a ninguna parte, se supo a la 1 am hora de Seúl que anunciaban el resultado de las conversaciones. Nadie dudó, después de todo este lío, que habría concesiones. El Norte logró expresar algo así como “lo siento” por instalar la mina antipersona que había arrancado las piernas de dos sargentos de Corea del Sur. El Sur se comprometió a apagar los altavoces que emitían propaganda política en la frontera con su vecino.
Si el “pesar por la reciente explosión de una mina” del norte en la “zona de la parte sur de la zona desmilitarizada” parecía haber sido dicho un poco a regañadientes, al menos salvó la cara para el Sur. El ministro de Unificación Hong Pyong-se, en la mesa de negociación con el asesor de Corea del Sur de seguridad nacional, Kim Kwan Jin, en la aldea de tregua de Panmunjom, estaba exultante.
Era, dijo Hong horas después, la “primera vez que Corea del Norte ofreció una disculpa y expresó que se lamentaba” en este tipo de negociaciones. “Significativo” era el adjetivo favorito empleado por Kim y Hong mientras hablaban acerca de la negociación más larga Norte-Sur desde la división del Norte y Corea del Sur por la Unión Soviética y los Estados Unidos a finales de la Segunda Guerra Mundial.
La palabra “arrepentimiento”, sin embargo, se sintió significativamente menos que una verdadera disculpa. Parecía un pequeño precio a pagar para que Corea del Norte consiguiera que el Sur detuviera la propaganda.
Los norcoreanos, dirigidos por el vicemariscal Hwang Pyong-So, jefe político de las fuerzas armadas, probablemente el segundo oficial de más alto rango, tuvo que hacer un acuerdo por una razón fundamental: las fuerzas de Corea del Norte no tienen combustible para luchar por mucho tiempo contra Corea del Sur y mucho menos contra Estados Unidos.
Es dudoso, de hecho, que pudieran alimentar esos cincuenta submarinos que fueron dados por desaparecidos de sus puertos en el pico de las conversaciones. Ahora se cree que estaban simplemente en la clandestinidad, dando la impresión de una amenaza. La naturaleza de la fuerza con la que Corea del Norte se enfrentaba era obvia cuando fui testigo de los ejercicios militares protagonizados por tropas estadounidenses y surcoreanos. Mientras miraba los aviones de guerra haciendo un simulacro de bombardeos en las colinas al sur de la zona desmilitarizada, soldados estadounidenses descansaban detrás de sus tanques sin parecer preocupados. “Estuve aquí antes”, dijo el sargento Preston Laybon. “Siempre hacen estas cosas.”
El soldado Israel Corona fue lacónico. “Están tratando de provocar una pelea”, dijo. El sargento primero Todd Archer, un veterano de Irak y Afganistán, “no estaba para nada preocupado”, mientras que el comandante del batallón, el teniente coronel Andrew Tackberry, estaba aún menos impresionado. “Este es mi segundo viaje aquí”, dijo. “Cada vez que hacemos estos ejercicios, la retórica aparece.”
Las tropas estadounidenses y surcoreanas todavía estaban practicando juegos de guerra, mientras que Corea del Sur y del Norte comenzaron a retirar los refuerzos.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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