EL MUNDO › OPINION
› Por Eduardo Valdés *
“Estados Unidos dialogará con Cuba cuando tenga un presidente negro y haya un papa latinoamericano”. Esta fue la respuesta de Fidel Castro al periodista Brian Davis quien, en 1973, durante una ronda de prensa a regreso de un viaje a Vietnam, le había preguntado cuándo creía que se podrían restablecer las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Del 19 al 22 de este mes, el papa Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia y además argentino, visitará Cuba como coronamiento del puente más importante que logró construir desde su elección a Sumo Pontífice que consiste justamente en el restablecimiento relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Un deshielo para el cual fue decisiva la reunión que tuvo lugar en marzo del año pasado en el Vaticano entre Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, y el papa Francisco, aunque las conversaciones se desarrollaron en su primera etapa en Canadá. Decisiva fueron también las dos cartas idénticas que el Santo Padre dirigió al presidente Obama y a su par cubano Raúl Castro invitándolos a “resolver cuestiones humanitarias de interés común, con el fin de lanzar una nueva fase en las relaciones entre las dos partes” como precisó al respecto un comunicado emitido por el Vaticano. Dichas cartas fueron entregadas a sus destinatarios por el arzobispo de La Habana, el cardenal Jaime Ortega, otro gran protagonista de esta histórica mediación papal cuyo broche de oro será la llegada del Santo Padre a La Habana.
A ese respecto, los obispos de la Iglesia Católica cubana destacaron que “con esta visita, el Santo Padre quiere mostrarnos su cercanía en un momento en que, gracias también a su mediación, se respiran aires de esperanza en nuestra vida nacional por las nuevas posibilidades de diálogo que están teniendo lugar entre Estados Unidos y Cuba. ¡No es fácil vivir peleados con el vecino de al lado! ¡Por eso es muy importante lo que viene haciendo el Papa, como pastor universal de la Iglesia, en la búsqueda de la reconciliación y la paz entre todos los pueblos de la tierra!”
Con toda probabilidad el papa Francisco aprovechará esta importante visita, y aún más sus discursos ante el Congreso de Estados Unidos y las Naciones Unidas, para reiterar su llamado a la paz y volver a denunciar al tráfico de armas y a los intereses internacionales involucrados en este comercio.
Muchas veces el Santo Padre hizo referencia a este tema:
1) En la entrevista con el periodista Henrique Cymerman, publicada en el periódico catalán La Vanguardia el 12 de junio de 2014, lo explicó de forma muy contundente: “Descartamos a toda una generación para mantener un sistema económico que ya no se sostiene, un sistema que para sobrevivir tiene que hacer la guerra, como siempre han hecho los grandes imperios. Pero, puesto que no se puede hacer la tercera guerra mundial, entonces se hacen guerras locales. ¿Y esto qué significa? Que se fabrican y se venden armas, y de esta manera los balances de las economías idólatras, las grandes economías mundiales que sacrifican al hombre al pie del ídolo dinero, obviamente se sanan”.
2) Además, volvió a denunciar los intereses de los traficantes de armas y la indiferencia al respecto de los Estados durante la Misa de Pascua cuando también expresó la esperanza de que el pacto entre Irán y el Grupo 5+1 “constituya un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”, para luego pedir el cese al fuego en Siria e Irak, haciendo extensiva la plegaría por Tierra Santa, Libia, Yemen, Nigeria, Sudán, la República Democrática del Congo y su “amada” Ucrania.
3) Por último, durante la audiencia general del miércoles 2 de septiembre, al recordar que en aquellos días se conmemora en Asia el final de la Segunda Guerra Mundial, el Papa volvió a denunciar que “los fabricantes y traficantes de armas están manchados con la sangre de los inocentes”.
Sin embargo, cabe destacar otro aspecto del llamado del Santo Padre a construir la paz. En ocasión del encuentro con los 7 mil niños de la Fábrica de la Paz, él también explicó que la paz no consiste sólo en el silencio de las armas, sino que para que haya paz hace falta también que “cada día se dé un paso en la justicia, para que no haya niños hambrientos, enfermos que no tengan la posibilidad de ser ayudados en la salud. Hacer todo esto es hacer la paz. La paz es un trabajo, no es quedarse tranquilos, es trabajar para que todos tengan la solución a los problemas, a las necesidades que tienen en sus tierras, en sus patrias, en sus familias, en sus sociedades: así se hace la paz, ¡artesanalmente!”.
En dos entrevistas que el papa Francisco ha concedido recientemente, volvió a explicitar este concepto aun más claramente. Hablando de la crisis migratoria actual a la emisora portuguesa Radio Renascença dijo: “Vemos estos refugiados, esta pobre gente, que escapa de la guerra, que escapa del hambre, pero esa es la punta del iceberg” y precisó “pero debajo de eso, está la causa, y la causa es un sistema socioeconómico malo, injusto, porque dentro de un sistema socioeconómico, dentro de todo, dentro del mundo, hablando del problema ecológico, dentro de la sociedad socioeconómica, dentro de la política, el centro siempre tiene que ser la persona”.
Luego, hablando a la radio argentina Milenium, volvió a explicar que “vivimos en un sistema que por ganar dinero se ha desplazado al hombre del centro y se ha puesto al dinero desembocando en la existencia de sistemas corrompidos, con esclavitud, trabajo esclavo y descuido de la creación”.
En cambio, para construir la paz hace falta volver a poner el hombre al centro del proyecto político y eso no tanto como “ciudadano” o como “sujeto económico”, sino como “persona dotada de una dignidad trascendente” como pidió en su visita al Parlamento Europeo en Estrasburgo, el pasado 25 de noviembre.
Sin embargo, cabe destacar que esto comporta también promover una “globalización de la “solidaridad”, porque “la inequidad, la injusta distribución de las riquezas y de los recursos, es fuente de conflictos y de violencia entre los pueblos, porque supone que el progreso de unos se construye sobre el necesario sacrificio de otros y que, para poder vivir dignamente, hay que luchar contra los demás”, como subrayó el Santo Padre en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium.
Por su parte, también los obispos cubanos subrayaron que “la misericordia es también “ponerle corazón a la miseria” y añaden que “el papa Francisco, Misionero de la Misericordia, quiere invitarnos a que no nos cansemos de practicar la misericordia.”
Una esperanza en este sentido se expresa también de algunos documentos reservados de la Casa Blanca y del Departamento de Estado de Estados Unidos que dio a conocer el diario italiano La Stampa. En dichos documentos escritos para la preparación del primer encuentro entre el Papa y el presidente Obama, que se llevó a cabo en marzo del año pasado en el Vaticano, se afirmaba que “la herencia diplomática del papa Francisco todavía está en construcción, pero la ‘conversión pastoral’ que es la característica de su pontificado, está cobrando formas importantes. La presencia del Pontífice en el escenario global significa que sus acciones pastorales tendrán amplias implicaciones políticas”.
A ese respecto, permítanme afirmar que personalmente opino que esta previsión tendrá el mismo destino que la premonición de Fidel Castro.
* Embajador de la República Argentina ante el Vaticano.
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