EL MUNDO › LULA PIDE LA SALIDA DE LEVY, EL TITULAR DE HACIENDA DE BRASIL
La continuidad de Joaquim Levy es incierta, sobre todo desde que el ex mandatario de Brasil busca limitar la política de ajuste.
› Por Darío Pignotti
Lula contra el golpe fiscal. El ex presidente brasileño comenzó a trabajar en varios frentes para poner límites a la política de ajuste impiadoso ejecutada por el ministro de Hacienda Joaquim Levy, cuya continuidad en el cargo es incierta. “Tal vez Levy coma el pavo de Navidad como ministro, pero creo difícil que llegue en esa condición al carnaval”, presagió la semana pasada un analista en el sitio de noticias UOL.
Paciente, Lula no habla de fechas para la dimisión del actual ministro de Hacienda, que hasta el año pasado era ejecutivo del Banco Bradesco y antes se había desempeñado como funcionario del FMI. Pero cuestiona su permanencia al frente de Hacienda y así se lo hizo saber el último jueves a la presidenta Dilma Rousseff durante una conversación en el Palacio de Alvorada, residencia oficial, según trascendió en varios medios que cubrieron la reunión celebrada en Brasilia.
Lula nunca habló en público de la salida del ministro, algo que hizo el domingo el titular del PT, Rui Falcao, merecedor de un tirón de orejas (tal vez más declamado que sentido) de parte de Rousseff. Ayer por la tarde el Instituto Lula recibió, en San Pablo, al ministro de Planificación, el desarrollista moderado Nelson Barbosa, cuyo rol en el gabinete es el de garantizar recursos para los programas sociales antagonizando con las propuestas regresivas de Levy para quien no hay otra meta que el superávit fiscal requerido por el FMI y las agencias calificadoras de riesgo. Ahorro, el propuesto por Hacienda, destinado al pago de los intereses del 14,25 por ciento que gravan la deuda pública, los cuales consumen más del 8 por ciento del PBI anual, mientras la Bolsa Familia representa menos del 1 por ciento del PBI.
En la noche de ayer Jaques Wagner, el lulista ministro de la Casa Civil (jefe de gabinete), propinó otra derrota a la ortodoxia de Levy al anunciar que el Planalto no acatará su orden de lograr el superávit fiscal a cualquier costo, inclusive social, y que el presupuesto de 2015 arrojará un déficil de menos de 1 punto del PBI.
Casi a la misma hora que Wagner comunicaba un déficit moderado, su correligionario, el senador petista Lindbergh Farias, proponía “hacer algo frente a este ajuste de Levy que nos está metiendo en una profunda recesión, aumentando el desempleo que algunos analistas ya ven arriba del 10 por ciento en febrero... Levy es el ministro del samba de una nota sola ajuste, ajuste, ajuste”.
En torno del superávit, bandera de Levy, o déficit fiscal, admitido por Lula y los ministros petistas, se libra un duelo de repercusiones múltiples. A Levy lo respaldan el mercado y los medios especializados locales y extranjeros (como The Economist y Wall Street Journal) que intentan restaurar los dogmas de la Ley de Responsabilidad Fiscal heredada de Fernando Henrique Cardoso, el ex presidente y líder del Partido de la Socialdemocracia Brasileña.
A riesgo de incurrir en algún simplismo esa ley cardosista erige como principio liminar el de aumento los recursos para el pago de la deuda, agigantada por las tasas de interés en alza, a los acreedores privados relegando los recursos para políticas sociales e inversión estatal.
Vale decir: habrá planes sociales con lo que sobre del pago de deuda, si sobra.
Levy y los banqueros tienen entre sus aliados al Partido de la Socialdemocracia de Cardoso, Aécio Neves y José Serra, agrupación que impulsa en el Congreso la reglamentación de la Ley de Responsabilidad fiscal imponiendo un superávit fijo. La iniciativa socialdemócrata, que avanza en el Senado, recibió una contestación fundamentada por parte de decenas de intelectuales y economistas de izquierda y progresistas.
“Es un proyecto de la mayor gravedad para la democracia brasileña al permitir límites draconianos para la deuda pública forzando la obtención de superávit primarios del 3 por ciento por varios años.”
“Las consecuencias sobre el crecimiento económico, la justicia social y propia recaudación de impuestos son deletéreas, pues significa tornar perenne la crisis económica por la que hoy pasamos... En suma, este proyecto enyesaría las políticas fiscal y monetaria y probablemente enyesaría el crecimiento necesario no sólo para generar empleos.”
El documento también lleva la firma del reelegido presidente de la Central Unica de los Trabajadores, Wagner Freitas, el coordinador de los campesinos sin tierra Joao Pedro Stédile y Guilherme Boulos, líder de los Trabajadores Sin Techo. Y es junto a estas organizaciones que Lula intenta construir una coalición, que además de frenar el asalto conservador de Levy y los socialdemócratas, pueda ser el germen de un frente amplio progresista.
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