EL MUNDO › SEGúN UN PLAN MIGRATORIO QUE FIRMó CON LA UE
La Unión Europea (UE) y Turquía firmaron un acuerdo en Bruselas que obliga a Ankara a frenar el avance de cientos de miles de refugiados de Medio Oriente a Europa, a cambio de ayuda financiera, visas más ágiles para los turcos y la expectativa de un empujón a la candidatura de la potencia regional al bloque europeo. “La UE se compromete a conceder 3000 millones de euros iniciales para paliar las necesidades de 2,2 millones de refugiados sirios actualmente establecidos en el territorio sirio”, sostuvo la resolución final que ambas partes firmaron al final de la cumbre. El texto incluye la apertura a mediados de diciembre del capítulo económico del proceso de adhesión turca a la UE y la posible liberalización de visados para ciudadanos turcos en octubre de 2016.
A cambio, la UE y Turquía acordaron aplicar un plan de acción que ayudará a organizar los flujos migratorios y a contener la inmigración irregular, continuó el texto. En concreto, Turquía se comprometió no sólo a frenar el avance de los miles de refugiados que llegan principalmente de Medio Oriente, pero también de Africa, a las fronteras sur de la UE, sino también a recibir a los que sean rechazados en el proceso de admisión en Grecia. Hasta ahora, distintos países europeos habían expresado sus razones para obstaculizar el ingreso de lo que sería el primer Estado miembro de mayoría musulmana de la unión.
Pero la llegada este año de casi 900.000 refugiados e inmigrantes de Medio Oriente y Africa a la UE, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones, y la crisis política que este inédito flujo de personas provocó dentro del bloque, llevaron a varios líderes europeos a repensar su relación con Turquía, principal puerta de entrada de los recién llegados a Europa. “Está claro que la Unión Europea no puede resolver la crisis migratoria por sí sola, es muy importante trabajar de cerca con nuestros socios”, destacó durante la cumbre el jefe de gobierno de Estonia, Taavi Roivas.
Por su parte, el flamante primer ministro portugués, António Costa, reconoció que Turquía es un socio estratégico muy importante para la UE, miembro de la OTAN, por lo que el empeño de Portugal es que esta crisis se resuelva. Tusk fue un poco más cauto y recordó que Turquía aún debe hacer reformas, respetar los estándares más elevados de los derechos humanos y de la libertad de prensa e implementar la hoja de ruta y los parámetros acordados. Turquía debe solucionar el conflicto que mantiene con Grecia sobre la dividida isla de Chipre, modificar su negativa a reconocer el genocidio armenio a principio del siglo XX por su predecesor, el Imperio Otomano, y modificar varias leyes sobre derechos de las minorías, entre otros puntos.
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