EL MUNDO
› OPERATIVO TRAS LOS ATAQUES A LOS ALIADOS DE EE.UU. EN IRAK
Un palo en la rueda de la resistencia
El ejército norteamericano mató a 46 supuestos atacantes iraquíes en Irak, luego de las 14 muertes del fin de semana.
Por Phil Reeves *
Desde Bagdad
El mes más sangriento desde que Estados Unidos invadió y ocupó Irak terminó con más víctimas luego de que la resistencia iraquí matara a 14 personas de cinco nacionalidades en un fin de semana lleno de emboscadas cuidadosamente calculadas. Como venganza, las tropas estadounidenses mataron ayer a 46 iraquíes y capturaron a otros ocho en un operativo cerca de Tikrit, el feudo de Saddam Hussein, contra los fedayines, los milicianos leales al derrocado presidente iraquí. Hace unos días, éstos habían anunciado que están a la cabeza de una insurrección contra las tropas de ocupación “para devolver la libertad a Irak”.
Las tropas norteamericanas repelieron “varios intentos de emboscada contra dos convoyes logísticos. Mataron a 46 atacantes, hirieron al menos a otros 18 y capturaron a ocho en la ciudad de Samarra”, explicó ayer un vocero del ejército norteamericano en Irak. Según la versión estadounidense, un grupo de guerrilleros iraquíes atacó a una formación militar apostada en esta ciudad, ubicada a 110 kilómetros de Bagdad, con morteros, granadas y armas ligeras. Y los norteamericanos respondieron derribando tres edificios en los que supuestamente se escondían algunos combatientes de la resistencia. “Fue la mayor emboscada contra nuestras fuerzas desde que estamos en esta zona”, declaró el vocero refiriéndose al llamado “triángulo sunnita”. Y agregó que cinco soldados estadounidenses y un civil de ese país fueron heridos en el operativo.
Este fin de semana, los aliados de Estados Unidos cargaron con el peso de la seguidilla de ataques diseñados para alimentar la oposición a la ocupación en sus propios países y paralizar los esfuerzos para reconstruir Irak. Un par de días después de que George W. Bush hiciera una visita relámpago a Irak para el Día de Acción de Gracias y así demostrar su compromiso con los iraquíes y asegurar a los norteamericanos que Estados Unidos está ganando la guerra, sus enemigos respondieron matando a trabajadores civiles, agentes de inteligencia militar, diplomáticos y soldados.
Las últimas bajas elevan a 105 –79 norteamericanos y 26 de los países aliados– el número de soldados de la ocupación que murieron en Irak en noviembre. Esta cifra incluye a los 19 italianos que murieron en un ataque suicida en Nasiriya y a los 17 soldados norteamericanos que fallecieron cuando dos helicópteros Black Hawk chocaron en un incidente que, según dice ahora el ejército estadounidense, podría haber empezado con un ataque con misiles.
Este fue el mes con más víctimas desde que empezó la guerra, el 20 de marzo. Una sombría estadística que refuta a la comandancia militar norteamericana, que asegura que la guerra de guerrillas está bajo control. Y si se suman a los seis soldados norteamericanos muertos en Afganistán en noviembre, este mes fue el más costoso para los militares norteamericanos desde febrero de 1991, cuando 162 soldados murieron en el clímax de la Primera Guerra del Golfo.
En un lapso de 48 horas, la resistencia iraquí mató a dos electricistas surcoreanos, un contratista colombiano de la subsidiaria de Halliburton —el conglomerado petrolero estadounidense que alguna vez fue dirigido por el actual vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney–, siete agentes españoles de los servicios de inteligencia militar, dos diplomáticos japoneses y dos soldados norteamericanos. Ayer, dos electricistas de Corea del Sur que habían sido contratados para instalar líneas eléctricas en una estación de transmisión se convirtieron en las últimas víctimas del mes cuando fueron acribillados en el auto que los llevaba a Tikrit. Fueron emboscados en la misma ruta en la que dos diplomáticos japoneses recibieron disparos cuando se detuvieron en un puesto de comidas ubicado en la banquina. Los ataques –cinco en total– empezaron horas después de que el máximo comandante norteamericano en Irak, el teniente general Ricardo Sánchez, declarara que la situación estaba mejorando. Y acentuaron la estrategia insurgente que busca poner una cuña entre Washington y sus aliados en Irak.
Para el gobierno de Bush, esta avalancha de ataques contra personal no militar y no estadounidense marca un giro deliberado en las tácticas de la resistencia. El objetivo es golpear el costado más débil de las tropas anglonorteamericanas, dificultar el reclutamiento de civiles para trabajar en Irak y socavar la resolución de los socios de Washington para quedarse en ese país.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.
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