Lun 01.12.2003

EL MUNDO  › MALESTAR PARA DOS ALIADOS DE LA CASA BLANCA

Los blancos blandos de George

Por Elizabeth Nash
Phil Reeves *
Desde Madrid y Bagdad

Tristeza y enojo fueron los sentimientos en España al regreso de los cuerpos de los siete agentes de inteligencia que fueron muertos en una emboscada el sábado en Irak. El ataque representó el mayor golpe contra el gobierno español desde que comenzó la guerra, y revivió el pedido de retirada de las tropas españolas. Pero el jefe de gobierno español, José María Aznar, desde el canal oficial insistió con que las tropas se quedarán en Irak. Durante el fin de semana las guerrillas también mataron a dos diplomáticos japoneses, baleados en un alto en la ruta entre Tikrit y Samarra. El premier de Japón, Junichiro Koizumi, dijo ayer que mantenía su compromiso de brindar asistencia para la reconstrucción de Irak.
Esas muertes pueden incidir en el debate en Japón sobre si enviar o no tropas a Irak. El mes pasado, los planes de Tokio de desplegar efectivos en las zonas de “no combate” –las únicas permitidas por las leyes pacifistas de Japón– fueron postergados luego del ataque contra la base militar italiana en Nasiriya, que causó 28 muertos. El hecho de que las guerrillas están atacando a los aliados de Estados Unidos ha disparado los debates sobre la permanencia en Irak. En España, el líder socialista José Luis Zapatero pidió que “permitamos a nuestras tropas volver cuanto antes”. Aznar dijo ayer que “completaremos nuestro compromiso como las otras naciones. La retirada es el peor camino que podemos tomar”.
Las críticas arreciaban. “El ataque convierte a la misión en la más trágica que hayan realizado las tropas españolas en el exterior”, escribió en su editorial el diario El País. Un sondeo del periódico El Mundo registró que dos tercios de los encuestados pidieron la retirada. El ataque de los agentes fue “preparado meticulosamente”, dijo un informe de la televisión española ayer, con la especulación de que los vehículos emboscados habían sido perseguidos desde Bagdad. El reporte aludió a que la policía iraquí, entrenada por las fuerzas ocupantes, se habían unido a la resistencia.
Las víctimas españolas eran agentes militares del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Su papel consiste en dar protección a los 1300 efectivos españoles, infiltrarse en organizaciones civiles y políticas en busca de información y combatir el terrorismo. Para mantenerse de incógnito no usaban uniformes y portaban armas pequeñas. Madrid prometió reforzar la protección de los agentes de CNI en Irak, tras la muerte de José Antonio Bernal, un agente adjunto del consulado español, quien fue baleado en Bagdad en octubre. En agosto, el capitán de navío Manuel Martín Oar murió en un atentado contra el cuartel de Naciones Unidas en la capital iraquí, que mató a 24 personas.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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