EL MUNDO › EL PRESIDENTE CUBANO HIZO UN BALANCE DEL AñO DEL DESHIELO
“Nadie debe pretender que Cuba, para normalizar las relaciones con Estados Unidos, abandone la causa de la independencia”, afirmó Castro. “El pueblo cubano no renunciará a los principios e ideales por los que ha luchado.”
El presidente cubano Raúl Castro advirtió ayer que su país no renunciará a la independencia para lograr normalizar sus relaciones con Estados Unidos, ni a su derecho de elegir “el sistema económico, político y social que desee”.
Castro leyó una declaración, emitida en el noticiero de la televisión estatal, en la que hizo balance del primer año del restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, un día después de ese aniversario. En doce meses de “diálogo profesional y respetuoso” se han obtenido “resultados en el plano político diplomático y de cooperación”, como la apertura de embajadas o las dos reuniones entre ambos presidentes, pero “no se ha avanzado en temas que para Cuba son esenciales”, como el fin del embargo, dijo Castro. “Esa política sigue en vigor. Se mantiene la persecución financiera a las transacciones legítimas de Cuba y los efectos extraterritoriales del bloqueo, lo que provoca daños y privaciones a nuestro pueblo y es el principal obstáculo para el desarrollo de la economía cubana”, indicó el presidente cubano.
En ese sentido declaró que, aunque ha pedido al Congreso al fin del embargo y levantado algunas restricciones, el presidente Barack Obama dispone de prerrogativas ejecutivas para adoptar nuevas medidas que “modifiquen sustancialmente la aplicación del bloqueo”. Castro recordó las otras demandas de Cuba para la normalización, como son la devolución de los territorios que ocupa la base naval de Guantánamo y el fin de los programas encaminados a promover cambios en la isla y de las políticas migratorias que dan un trato preferencial a los cubanos.
Cuba responsabiliza a esas medidas, como la Ley de Ajuste, la política pies secos/ pies mojados o el programa Parole para médicos, de la situación de los más de 6000 emigrantes cubanos varados en diversos puntos de Centroamérica, en su intento de llegar a la frontera con Estados Unidos. “Estimulan una emigración ilegal, insegura, desordenada e irregular, promueven el tráfico de personas y otros delitos conexos, y generan problemas a otros países”, indicó Castro.
“Nadie debe pretender que Cuba, para normalizar las relaciones con los Estados Unidos, abandone la causa de la independencia”, afirmó Castro. “El pueblo cubano no renunciará a los principios e ideales por los que varias generaciones de cubanos han luchado a lo largo de este último medio siglo. El derecho de todo Estado a elegir el sistema económico, político y social que desee, sin injerencia de ninguna forma, debe ser respetado”, agregó.
El lunes el presidente estadounidense Barack Obama dijo que consideraría visitar Cuba el próximo año si pudiera constatar avances en materia de derechos humanos y conversar con disidentes y miembros de una oposición que el Gobierno de Castro considera ilegal.
“Cuba tiene total disposición a continuar avanzando en la construcción de una relación con los Estados Unidos que sea distinta a la de toda su historia precedente, sobre bases de respeto mutuo a la soberanía y la independencia, que sea beneficiosa para ambos países y pueblos, y que se nutra de las conexiones históricas, culturales y familiares que han existido entre cubanos y estadounidenses”, dijo Castro.
El 17 de diciembre de 2014 ambos países sorprendieron al mundo con un anuncio histórico de deshielo de su diferendo histórico de medio siglo. El 20 de julio restablecieron relaciones diplomáticas e iniciaron un proceso de “normalización” de sus relaciones, que ambos presidentes estiman será largo. “El gobierno de Cuba seguirá insistiendo en que para alcanzar la normalización de las relaciones, es imperativo que el gobierno de los Estados Unidos elimine todas estas políticas del pasado, que afectan al pueblo y a la nación cubana, y no se corresponden con el contexto bilateral actual”, dijo Castro.
Desde el 17 de diciembre de 2014, el día que Barack Obama y Raúl Castro sorprendieron al mundo con el anuncio de su distensión, ambos países han recorrido un intenso camino que ha dejado un abultado álbum de imágenes para los libros de historia. Entre ellas, las banderas de Cuba y Estados Unidos en sus sedes diplomáticas de Washington y La Habana o la primera reunión entre los presidentes de ambos países en más de medio siglo.
Cuba y Estados Unidos dedicaron la primera mitad del año a la negociación para reabrir embajadas con cuatro rondas de conversaciones celebradas en La Habana (enero y marzo) y Washington (febrero y mayo) bajo el liderazgo de dos mujeres: Josefina Vidal, directora de la Cancillería cubana para América del Norte, y Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para América Latina.
Una negociación que fructificó el 20 de julio, la fecha del restablecimiento diplomático: desde ese día la bandera de Cuba volvió a ondear en Washington, mientras que la enseña norteamericana se izó sobre el Malecón habanero el 14 de agosto, bajo la atenta mirada de John Kerry, el primer secretario de Estado que visitó la isla en 70 años.
Antes de llegar a ese momento, Cuba vio cumplida una de sus tradicionales reivindicaciones frente a Estados Unidos: su salida de la lista de países patrocinadores del terrorismo, una decisión que Washington hizo efectiva el 29 de mayo y que supuso un impulso definitivo para el proceso de acercamiento.
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