Carles Puigdemont (foto), elegido presidente de Cataluña, designará en los próximos días el gobierno que lo acompañará en su tarea de proclamar la independencia de esta región y que agudizará la confrontación con el ejecutivo español. En una primera muestra de esta tensión, el rey Felipe VI evitó recibir en audiencia ayer a la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, una de las figuras más representativas del independentismo, para que le comunicara el resultado de la votación (70 votos a favor y 63 en contra). Se trata de una recepción protocolar no obligatoria antes de que el monarca firme el decreto de nombramiento, pero la Casa Real pidió hacerlo por escrito. Puigdemont celebró su elección con un “Viva Cataluña libre”, después de recibir el apoyo de la mayoría absoluta independentista del Parlamento, desde conservadores hasta izquierdistas catalanes, obtenida en las regionales del 27 de septiembre.

Hoy, este periodista de 53 años, independentista desde la cuna, tomará posesión del cargo a las 19 hora local (15 hora argentina) en el palacio del gobierno regional en Barcelona, en la que el presidente saliente, Artur Mas, le cederá el mando. Puigdemont renunció ayer a la alcaldía de Gerona, cargo que ejercía desde 2011. Hizo oídos sordos a la advertencia del jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, que le dijo el domingo que no permitirá que se arrogue poderes ilimitados. “Rajoy es un presidente en funciones que hace declaraciones en funciones. No me interesa lo que diga un proyecto que se acaba. Me interesa lo que diga el proyecto que tenga que venir, si es que tiene que venir alguno”, dijo Puigdemont.

Sobre las presiones que pueda recibir desde el Estado, el presidente regional electo aseguró que nunca ha tenido miedo y que ya las conoce. “Si dejamos que el miedo nos paralice, nunca progresaremos”, apuntó. Puigdemont fue elegido como candidato alternativo a Mas en el marco de un acuerdo in extremis alcanzado el sábado por los partidos secesionistas de Cataluña, apenas 30 horas antes de que expirara el plazo para la investidura del nuevo presidente del Gobierno catalán.

En su discurso ante el Parlamento regional, se comprometió a aplicar la resolución aprobada el 9 de noviembre por la Cámara para guiar a la región hacia la ruptura con España, que fue anulada después por el Tribunal Constitucional. El plan es hacerlo en un plazo de 18 meses, en abierto desafío al Ejecutivo español, que está en funciones desde los comicios generales del 20 de diciembre.

Tras la advertencia lanzada por Rajoy, el Partido Popular insistió en que cualquier cargo público que incumpla las resoluciones del Constitucional tendrá que atenerse a consecuencias administrativas e incluso penales. “Al Gobierno no le va a temblar el pulso y la ley está para cumplirse”, dijo el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado. En tanto el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, ofreció diálogo a Puigdemont y pidió a Rajoy que haga lo mismo para normalizar las relaciones entre Madrid y Cataluña. Desde Podemos, partido considerado heredero del movimiento de los indignados, pidieron a Rajoy que se ponga en contacto con Puigdemont. Y Ciudadanos brindó apoyo a Rajoy para hacer cumplir la ley ante el desafío independentista.

El diario La Vanguardia señaló ayer que los miembros de JxSí ultiman la configuración del gobierno de Puigdemont, que se perfila como un gabinete joven y con fuerte contenido político. El Ejecutivo va a dividirse en tres macroáreas lideradas por Oriol Junqueras (presidente de Esquerra Republicana de Catalunya y el único vicepresidente del nuevo gobierno), Neus Munté (vicepresidenta y portavoz de la Generalitat) y Raül Romeva (propuesto por Junqueras como Consejero de Exteriores).