Desde Barcelona

Por primera vez sentados en torno a una misma mesa, los cuatro partidos de izquierda que obtuvieron representación parlamentaria en las últimas elecciones llegaron, tras cinco horas de debate, a una conclusión: “están los cimientos y mimbres para articular una alternativa a un Gobierno de derechas”. Así lo declaró el diputado de Izquierda Unida (IU), Alberto Garzón, en la rueda de prensa posterior al encuentro. “Tenemos dos objetivos: no darle ni una pequeña oportunidad de Gobierno a Mariano Rajoy, habida cuenta de los casos de corrupción y la emergencia social de nuestro país, y evitar un escenario de elecciones anticipadas que echaría por tierra una posibilidad de Gobierno de izquierdas”, remarcó.

“Una buena noticia”, según expresó el portavoz de IU, muy satisfecho de haber hecho posible el encuentro entre el Partido Socialista (PSOE), Podemos, Compromís y su propia organización –ya que fue él quien la convocó la semana pasada– pero que, de momento, solo constituye un primer paso de lo que se prevé un largo recorrido. Garzón anunció una segunda reunión entre los cuatro grupos hoy por la tarde “y si hay que continuar el miércoles, se continúa. Y el jueves. Y si hay que estar sin dormir, lo estamos. La ciudadanía nos lo está pidiendo”, afirmó el diputado.

Mientras la veintena de portavoces “del cambio” dialogaban en el Congreso sobre sus propuestas programáticas de gobierno, también Pedro Sánchez –el líder del PSOE– y Albert Rivera –presidente de Ciudadanos– celebraban “en secreto” un encuentro paralelo. En otra sala del Parlamento, las dos agrupaciones se reunieron para continuar las negociaciones que, cada vez más, parecen aproximarlos a un pacto. “Todas las formaciones políticas pueden hablar con quienes quieran, pero eso es distinto a un acuerdo de investidura”, manifestó el número dos de Podemos, Iñigo Errejón, al ser consultado por la cita de Sánchez y Rivera tras finalizar el debate con los otros tres partidos de izquierda. “Si el PSOE y Ciudadanos anuncian mañana un acuerdo, habrán anunciado un espectáculo de juegos artificiales porque los números no les salen”, advirtió Errejón, haciendo hincapié en la resolución que tanto Podemos como Compromís e Izquierda Unida tienen de no apoyar un pacto de investidura con el grupo de Rivera.

Lo cierto es que a lo largo de este fin de semana los encuentros entre los equipos negociadores de ambos partidos se intensificaron y, aunque parecía que los puntos en común eran más que las desavenencias, el líder de Ciudadanos reculó justo unas horas antes de que los socialistas se sentaran a debatir con las izquierdas y le advirtió en una entrevista radiofónica: “Estamos tan cerca de un acuerdo como de levantarnos de la mesa”. Albert Rivera quiso dejarle a Sánchez bien claro que “o Podemos o Ciudadanos” –así lo expresó literalmente a la Cadena Ser– y que si quiere ser investido presidente del gobierno, tendrá que aceptar el 70 u 80 por ciento de su programa. “La igualdad de los españoles no se negocia en un Gobierno y por eso acordamos con el PSOE que no habrá referéndum”, dijo Rivera en alusión a uno de los principales puntos que los distancian del grupo de Iglesias, la celebración de un plebiscito de autodeterminación en Cataluña.

Pero antes del ultimátum de Rivera –y posiblemente después del encuentro “a solas” de ayer aún más– los socialistas y su formación parecen estar entendiéndose bien. Ambos equipos negociadores se mostraron muy satisfechos al acordar medidas que forman parte de la “lucha contra el capitalismo de amiguetes” –según declararon– contra la corrupción, o relativas a la política social y a los cambios en el “modelo productivo”. La maratón de encuentros del fin de semana –el último duró hasta las tres de la madrugada– dio sus frutos pero sigue sin resolver las diferencias que, a día de hoy, parecen insalvables: la política fiscal –Ciudadanos no acepta la subida de impuestos que propone el PSOE–, el sistema de trabajo –los de Rivera se oponen a derogar la Reforma laboral del PP–, el modelo educativo y, por supuesto, la independencia de Cataluña.

El acuerdo entre Ciudadanos y socialistas sería más fácil si luego los de Rivera no pretendieran sumar a un tercero, el Partido Popular. Como sus 40 diputados son insuficientes para formar gobierno con Sánchez, la apuesta de Ciudadanos es la de conseguir un “gran pacto” entre los tres partidos. Para eso intenta acercarse a las propuestas programáticas del PSOE que no se contradicen con las del grupo de Rajoy y reniega de las que, como la derogación de su reforma laboral o su sistema educativo, cerrarían toda posibilidad a un “triple” entendimiento. “Si al final hay un acuerdo, creo que será lo suficientemente moderado en cuanto a políticas económicas y políticas fiscales, y a su vez lo suficientemente innovador y atractivo, como para que el PP tenga que decidir si se suma a ese acuerdo de cambio tranquilo al que estamos intentando llegar”, valoró José Manuel Villegas, jefe de gabinete de Albert Rivera, tras las primeras negociaciones con los socialistas.

Pero pese a los esfuerzos de Ciudadanos, el PP sigue insistiendo en que no participará de ningún pacto que no coloque a Mariano Rajoy como presidente y, pese a los esfuerzos de los socialistas, las fuerzas de izquierdas y Ciudadanos se vetan mutuamente, con lo cual el PSOE se encuentra ante una ecuación aritméticamente imposible. “El tiempo apremia”, reconocen fuentes de la dirección socialista y así es si quieren cumplir con la consulta a sus militantes sobre una propuesta de pacto que les prometieron para este miércoles.