EL MUNDO › LA LIBRA SE HUNDE POR EL MIEDO AL “BREXIT”, LA SALIDA DEL REINO UNIDO DE LA UNIóN EUROPEA
La campaña para el referendo del 23 de junio sobre la permanencia del Reino Unido en la UE comenzó de la peor manera para el premier Cameron: el líder conservador y ex alcalde Boris Johnson anunciaron su apoyo al No y la libra cayó frente al dólar
› Por Marcelo Justo
La campaña para el referendo del 23 de junio sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea comenzó de la peor manera para el primer ministro David Cameron. El ex alcalde de Londres, el popular diputado conservador Boris Johnson, anunció el domingo que haría campaña a favor del No. Ayer la libra experimentó una fuerte caída frente al dólar y el primer ministro compareció ante el parlamento para defender el nuevo acuerdo con la Unión Europea. En caso de que los británicos le bajen el pulgar al acuerdo se activaría la cláusula 50 del Tratado de Lisboa que rige la UE para miembros que decidan dejar de serlo, algo que no ha sucedido en el proyecto paneuropeo desde su lanzamiento en los años 50 bajo la sombra de la posguerra.
Como casi todo tratado sobre la tierra, el de Lisboa tiene un universo de lectores reducido a algunos políticos, funcionarios, periodistas y académicos, pero esta semana su cláusula 50 ingresó en el lenguaje cotidiano de los pubs británicos y la prensa. En el parlamento el primer ministro señaló que un No al acuerdo desataría inmediatamente esta cláusula para una salida irreversible de la UE. “Esta es una decisión final. Se ha dicho que si votamos a favor de dejar la Unión Europea, se podrá renegociar un acuerdo y tener un nuevo referendo. No me voy a detener en la ironía de que alguien que llama a votar por el no a la Unión Europea, dice que en realidad es un voto para permanecer en la Unión. Esto es ignorar las reglas de la democracia, la diplomacia y la legalidad”, señaló Cameron.
La estocada era para la rebuscada fórmula con que Boris Johnson había justificado su apoyo al No el domingo. El ex alcalde de Londres había señalado que estaba en contra del acuerdo que había negociado Cameron con la UE, razón por la cual, haría campaña por el “No”, pero no con el objetivo de separarse de la UE sino para renegociar un nuevo acuerdo. Con la ácida ironía que sobrevuela los debates parlamentarios británicos, Cameron comparó esta estrategia con la de un divorcio para contraer nuevas nupcias con el mismo cónyuge. “Conozco parejas que han iniciado los trámites legales de divorcio. Pero no conozco ninguna que inició esos trámites con el objetivo de renovar su voto matrimonial”, dijo Cameron provocando una estruendosa carcajada en la Cámara de los Comunes.
La fuerte defensa de Cameron de la permanencia en la UE trajo cierto alivio al campo del Si que por la mañana se había visto sacudido por la caída de la libra a su valor más bajo respecto al dólar en siete años, todo atribuido al pronunciamiento de Johnson. El ex alcalde capitalino pertenece al bando de los euroescépticos pragmáticos del Partido Conservador que se han dividido entre el sí y el no por partes más o menos iguales. Unos 106 diputados conservadores entre ellos seis ministros harán campaña por el “No” a la UE. Muchos son de una eurofobia a prueba de balas y fueron fundamentales en la derrota electoral de John Major ante Tony Blair en 1997 que inauguró 13 años ininterrumpidos de gobierno laborista. Ninguno tiene el extraño carisma de Johnson, que logra combinar la imagen de extravagante chico de clase alta con la más popular de compañero de cervezas en el pub de barrio.
Los tomadores de apuesta consideran que Johnson puede cambiar la tendencia inicial que es favorable a una permanencia en la Unión Europea. La explicación de fondo que dio Johnson sintoniza con cierto pragmatismo insular británico siempre ambivalente sobre la relación a mantener con el continente europeo. “Me gustaría una relación mucho más basada en el comercio y la cooperación que en un estado supranacional”, señaló Johnson. Esta visión mercantilista choca con la más idealista del continente que ve la creciente unión política
y económica como el mejor resguardo frente a esos fantasmas tan presentes en la historia europea que por más racionalidad cartesiana que presuma está plagada de guerras que ni siquiera pueden justificarse desde un punto de vista estrictamente bélico (como, por ejemplo, la primera guerra mundial).
Con el apoyo de los medios, mayoritariamente euroescépticos, muchos británicos han adoptado esta percepción negativa de la UE, vista como absurdo superestado kafkiano. Pero la decisión de Boris va más allá de esta diferencia. Es un secreto a voces que Johnson aspira a sustituir a Cameron. Ayer tuvo dos buenas noticias al respecto. En el Parlamento, Cameron aseguró que no buscaba una reelección (en el Reino Unido el primer ministro puede ser reelecto indefinidamente). La segunda es que Paddy Power una de esas casas de apuestas siempre presentes en los debates políticos y el fútbol británicos, lo dio como favorito para reemplazarlo.
El referendo será decisivo. Si el Reino Unido da la espalda a la UE, Cameron se verá obligado a renunciar. Ayer, el editor político de Channel 4, Gary Gibbon, señalaba que incluso en caso de triunfo, muchos diputados conservadores tanto del Sí como del No creen que Cameron no completará su mandato hasta 2020. En caso de derrota está claro quién asoma hoy como el gran beneficiario.
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