EL MUNDO › PRIMER Y úNICO DEBATE ENTRE LOS CUATRO CANDIDATOS ANTES DE LOS COMICIOS ESPAñOLES DEL 26 DE JUNIO
El socialista Pedro Sánchez acusó a Pablo Iglesias de impedirle formar “un gobierno progresista”, aunque el líder de Podemos les tendió la mano a futuros pactos. El duro enfrentamiento entre los cuatro candidatos apuntó a conquistar a los indecisos.
› Por Flor Ragucci
El primer debate a cuatro de la historia de la democracia y el único que la ciudadanía verá durante esta campaña para las elecciones generales del 26 de junio se dio cita ayer en Madrid y fue meticulosamente preparado por la Academia de la Televisión (ATV) en colaboración con Televisión Española (TVE), Atresmedia y Mediaset (los dos grupos mediáticos privados más importantes a nivel estatal). A las 22 horas todas las cadenas del país enfocaron de cerca a los cuatro candidatos a la presidencia y millones de personas cenaron con ellos, a la espera de que alguno acabe por convencerlas.
Al menos así lo quisieron ver los partidos, decididos a aprovechar hasta la última gota de este encuentro televisivo para llevarse a su terreno al 30 por ciento de indecisos que todavía puede cambiar el rumbo que vaticinan las encuestas, según las cuales el Partido Popular (PP) ganaría seguido ya no de su tradicional adversario, el Partido Socialista (PSOE), sino de la nueva coalición de izquierda Unidos Podemos que formaron Izquierda Unida (IU) y el grupo de Pablo Iglesias.
Por expreso pedido del presidente en funciones y candidato del PP, Mariano Rajoy, fue él quien ocupó el extremo izquierdo del estudio durante el debate y Pablo Iglesias, en cambio, se situó en la parte derecha. Más allá de esta irónica puesta en escena, en el medio sí que se ubicaron los que están en el medio: Pedro Sánchez, presidenciable por el Partido Socialista, y Albert Rivera, cabeza de lista de Ciudadanos. Todos dispuestos a afrontar este segundo round, tras el fracaso de las negociaciones para formar gobierno que siguieron a los fragmentados comicios de diciembre.
Podría haber sido un déjà vu de los debates previos a aquellas elecciones pero no lo fue. La diferencia la marcó, en primer lugar, la presencia de Rajoy, que en su día se negó a participar en cualquier encuentro con otro candidato que no fuera el socialista y esta vez, obligado por las innumerables críticas que recibió por su silencio, se resolvió a dar la cara.
La segunda gran diferencia fue el paso del tiempo. Los reproches cruzados buscando culpables de no haber podido formar gobierno a lo largo de estos seis meses se repitieron en cada uno de los cinco bloques que constituyeron el debate, al igual que las especulaciones de cara a nuevos pactos basadas en los resultados que vienen dando las encuestas.
Sánchez fue quien se mostró más dolido por el fracaso en los dos debates de investidura en los que se postuló como presidente y así lo demostró, sobre todo, en sus ataques hacia Iglesias: “Todas las medidas que usted nombra (por Iglesias) estaban en el acuerdo de investidura con el que yo me sometí al debate. Esto hubiera podido ser realidad, pero no lo fue porque usted y Mariano Rajoy votaron en contra”, lanzó Sánchez durante una discusión sobre la universalidad de la sanidad pública que tanto Podemos como PSOE defienden.
Iglesias no le dejó pasar ni una de estas acusaciones al líder socialista, advirtiéndole que “se equivoca de adversario”. “Los espectadores saben que nadie va a tener mayoría absoluta y si usted saca más votos que nosotros, le voy a proponer otra vez como presidente. Nos va a tocar pactar porque no hay más opciones que nosotros o Rajoy”, le insistió Iglesias a Sánchez. El candidato del PP tampoco se quedó al margen de la rendición de cuentas por este tiempo de inmovilidad y arremetió contra el líder del PSOE: “Sería usted un pésimo presidente para los intereses de los españoles, por eso ni lo apoyé ni lo voy a apoyar”, explotó Rajoy en el primer tramo del debate.
La sensación de que España está en un laberinto político del que nadie conoce la salida llevó a los tres periodistas que moderaron el encuentro a iniciarlo con una pregunta directa: “¿se comprometen a realizar todos los esfuerzos para que esto no vuelva a ocurrir?”. Con un sí rotundo contestaron los cuatro y entonces el debate pudo comenzar dotado de un sentido más claro y, posiblemente, de una audiencia más aliviada.
Los presentadores pusieron sobre la mesa el tema que, después de más de ocho años de crisis económica, sigue manteniendo en vilo a los ciudadanos, el trabajo, y Rajoy intervino en primer lugar defendiendo a rajatabla las políticas llevadas a cabo bajo sus dos legislaturas. “Hay que crear dos millones de puestos de trabajo. Y esto se puede hacer, pero hay que perseverar en las políticas emprendidas”, proclamó el presidente en funciones. “Cuando yo llegué se destruían 1400 empleos al día y hoy se crean 1500 al día. Si pretendemos derogarlo todo, vamos al disparate”, aseguró, dando pie, ahora sí, al déjà vu. Los mismos argumentos, las mismas propuestas, los mismos enfrentamientos que hace seis meses, cuando España estaba a las puertas de los comicios del 20 de diciembre. Ante un Rajoy que –como le dijo Rivera– “saca pecho” por la situación en la que su gobierno dejó a España, el resto de candidatos enumeran cifras que le tiran ese triunfalismo por el suelo. “No comparto el triunfalismo del señor Rajoy. El 93% de la última Encuesta de Población Activa (EPA) son contratos basura”, le dijo el cabeza de lista de Ciudadanos. “Ha suspendido el examen Señor Rajoy”, le increpó por su parte Iglesias.”España sale a flote a pesar de sus políticas porque mucha gente trabaja duro”.
Otro clásico que no podía faltar –y no lo hizo– fue la criminalización de Podemos por apoyar a Grecia y a Venezuela. Rivera, que es quien más a menudo flamea esta bandera en contra de la formación de Iglesias, aprovechó la exposición del líder de la coalición de izquierda sobre su propuesta de subida de impuestos al 2% de la población para aumentar el gasto público para acusarlo: “No se vista de socialdemócrata para aplicar políticas que usted dice que son el cambio en Grecia”, le lanzó mientras enseñaba un tuit en el que Iglesias defendía que 2015 era el año del cambio tanto en España como en Grecia. “Señor Rivera, entre la copia y el original me quedo con el original y el PP es nuestro verdadero adversario”, lo cortó el candidato de Unidos Podemos.
En este tono se sucedieron los diversos temas tocados durante el encuentro televisivo y los reproches por no haber formado gobierno en estos meses, o por querer llevar a España hacia “la debacle comunista”, o porque “predicar es muy fácil y gobernar es muy difícil” –como exclamó Rajoy, visiblemente agobiado por los ataques del resto de candidatos– eclipsaron a las propuestas y auguraron una segunda tanda de negociaciones tan o más complicada que la primera.
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