EL MUNDO › VIRGINIA RAGGI GANó CON EL DOBLE DE VOTOS QUE EL SEGUNDO
En el ballottage de las elecciones municipales hubo menos votantes que en la primera vuelta. La candidata del Movimiento Cinco Estrellas recibió el apoyo de la derecha y el centroderecha. El berlusconismo no ganó en ninguna ciudad importante.
› Por Elena Llorente
Página/12 En Italia
Desde Roma
Con más del doble de los votos conseguidos por el Partido Democrático (PD, centroizquierda), el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) del cómico Beppe Grillo ganó la segunda vuelta de las elecciones municipales en Roma. De esta forma, además, la capital italiana tendrá por primera vez una mujer al frente de la administración ciudadana. Virginia Raggi, en efecto, la candidata del M5S elegida alcaldesa, hasta el cierre de esta edición y computadas 2280 secciones sobre 2600, consiguió el 67 por ciento de los votos contra el 33 de su opositor del PD, Roberto Giachetti, que reconoció públicamente su derrota, deseándole buena suerte a la nueva intendenta.
Estos datos significan, por otra parte, que pese a que la afluencia a las urnas bajó en esta segunda vuelta (54 por ciento contra el 63 en la primera), Raggi consiguió su triunfo gracias también a los votos de la derecha y el centroderecha, que se presentaron en la primera vuelta con candidatos separados. Y esto plantea una serie de dudas o de preguntas sobre las llamadas “facturas” que se suelen pasar a nivel político en casos como éstos, es decir, “nosotros te dimos nuestro voto, ahora queremos esto”.
Raggi, casi 38 años, casada, un hijo pequeño, es abogada. Comenzó a trabajar con el M5E en 2011 y en 2013 fue elegida consejera municipal. Su tarea no será fácil en Roma, una ciudad muy degradada, abandonada por sus administraciones anteriores, con calles llenas de pozos y de asfalto destruido, con basura tirada aquí y allá, con obras viales empezadas hace años y nunca terminadas.
El éxito del sector femenino del M5S se extendió también a otra ciudad importante como Turín (norte de Italia, la ciudad de la Fiat), donde su candidata, Chiara Appendino, arrasó al actual alcalde y candidato del PD, Piero Fassina, con el 55 por ciento de los votos contra el 46. En la primera vuelta el M5E había conseguido el 31 por ciento de los votos mientras el PD lo había superado, con el 42 por ciento. En cambio ahora se dio vuelta la torta gracias al apoyo, se presupone, también del centroderecha.
De esta segunda vuelta participaron 126 municipios –contra más de 1300 en la primera vuelta–, lo que significa un total de casi 8 millones de votantes, principalmente en ciudades como Roma, Milán (el corazón financiero de Italia) y Turín –ambas en el norte del país–, Bolonia (al noreste de la capital italiana y tradicionalmente sede de la izquierda) y Nápoles (al sur de Roma, una ciudad que mantiene una permanente batalla contra la camorra, la mafia local). El triunfo del centroizquierda y de la izquierda fue claro, en cambio, ayer, en Bolonia, Milán y Nápoles, aunque no con las diferencias abismales que hubo en Roma.
La asistencia a las urnas no fue todo lo alta que se esperaba en el país (54 contra el 63 por ciento en el primer turno) y la región del Lazio, a la que pertenece Roma, no anduvo de lo mejor. Sólo se presentó a votar el 50 por ciento de los que tenían derecho, contra el 57 por ciento del primer turno, el 5 de junio pasado. Estos datos sirven para entender además que, en un país donde el voto no es obligatorio, el sistema político está seriamente desgastado. Porque el no presentarse a votar significa desentenderse del problema. Es decir que mucha gente no cree que las elecciones o nuevos candidatos o partidos puedan cambiar las cosas.
Lo que quedó claro también es que el centroderecha liderado por Silvio Berlusconi –hoy recuperándose de una delicada operación al corazón y todavía internado en Milán– no ganó en ninguna ciudad importante.
Del PD se dice que el primer ministro Matteo Renzi estaba esperando ansiosamente los resultados de estas elecciones para ver, en definitiva, cuál es el peso real del PD en el país, en vistas al referendo a realizarse en octubre sobre el cambio de la Constitución, que intenta modificar las características del Senado. El PD ha caído en desgracia en los últimos años por distintas medidas a nivel laboral y económico, que muchos califican de “berlusconianas”. En Roma, sobre todo, la desconfianza hacia el PD se hizo más fuerte después de la fallida administración de su candidato y ex alcalde de Roma, Ignazio Marino, que por eso fue obligado al renunciar antes de tiempo. Desde que está Renzi en el gobierno, hace casi dos años, el PD ha pasado por importantes disputas internas que lo han llevado a sufrir numerosas escisiones. Exponentes de relieve han abandonado el partido, en desacuerdo con sus políticas, pero también criticando la soberbia del primer ministro.
En este período electoral, curiosamente, varios políticos parecen apreciar una frase lanzada por el papa Francisco (“hay que construir puentes no murallas”), que el pontífice usa en relación con todo tipo de discriminaciones, y respecto de los inmigrantes sobre todo. La frase la usó esta semana el mismo Renzi en San Petersburgo, en la víspera del encuentro con el presidente ruso Vladimir Putin. “Italia trabaja para construir puentes –dijo–. Por eso quiere el diálogo. Son más las razones que nos unen que aquellas que nos separan.” Pero también esta semana, previendo los resultados del ballottage, Giuliano Pisapia, el alcalde saliente de Milán y exponente de una izquierda independiente, se refirió a la cuestión de los puentes. “Trabajaré como voluntario para crear puentes entre el PD y la izquierda”, declaró. Puentes que, si alguna vez existieron, en los últimos años se han roto llevando a resultados como los de ayer.
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