Un joven afgano de 17 años hirió de gravedad a tres pasajeros de un tren alemán antes de ser asesinado por la policía y las autoridades teutonas calificaron el hecho como un probable atentado islamista. La agresión se produjo en la noche alemana en un tren regional que circulaba entre las ciudades bávaras de Treuchlingen y Wurzburgo, en el sur de Alemania. “Poco antes de llegar a Wurzburgo, el hombre agredió a unos pasajeros con un hacha y un cuchillo”, señaló un vocero de la policía local. “Dejó tres heridos graves y varios heridos leves”, agregó.

Catorce personas fueron tratadas por estado de shock. “El autor de los hechos logró abandonar el tren, la policía salió en su persecución, disparó contra el agresor y lo mató”, precisó el portavoz sin dar más detalles. Según el ministro bávaro de Interior, Joachim Hermann, una unidad especial de intervención de la policía alemana (SEK) que se encontraba por azar en la ciudad, cumpliendo otra misión, pudo intervenir rápidamente cuando se dio la alerta, persiguió al joven y le disparó cuando intentó enfrentarse con los agentes con las armas blancas que llevaba.

El autor de la agresión es un joven “afgano de 17 años”, quien había solicitado asilo, que llegó a Alemania solo, sin familia, precisó Hermann. Vivía en Ochsenfurt, localidad vecina al lugar donde se produjeron los hechos, y había sido acogido por una familia como menor de edad, indicó la televisión pública ARD. El portavoz del Ministerio del Interior bávaro, Oliver Platzer, dijo que “resulta bastante probable que se trate de un atentado islamista” y subrayó que el agresor gritó “Allahu Akbar” (Alá es grande) en el momento de la agresión.

Las autoridades locales indicaron que esperan los resultados de la investigación para pronunciarse definitivamente. En mayo pasado, un desequilibrado de 27 años cometió una agresión similar con un cuchillo, también en un tren regional del sur de Alemania, y causó un muerto y tres heridos. En ese hecho, la policía se inclinó, en un primer momento, por la pista islamista, porque el agresor gritó “Alá es grande”, pero tuvo que rectificar cuando se confirmó que sufría trastornos psiquiátricos.