EL MUNDO › MOSCú Y KIEV PONEN A SUS TROPAS EN ALERTA MáXIMO TRAS INCIDENTES EN CRIMEA
Rusia, que acusó a Ucrania de preparar atentados terroristas en la península de Crimea, advirtió a Poroshenko y a sus aliados occidentales de que el gobierno ucraniano no debe jugar con fuego, porque no acaba bien.
La tensión en la zona del Mar Negro escaló ayer y abrió un nuevo capítulo en la conflictiva relación que mantienen Ucrania y Rusia. “Ordené poner en máxima alerta de combate a todas las unidades en la frontera administrativa con Crimea y a lo largo de toda la línea de separación de fuerzas en el Donbas (este de Ucrania)”, escribió en Twitter el jefe del Estado ucraniano, Petro Poroshenko. Horas antes, era Vladimir Putin quien, tras acusar a las autoridades ucranianas de pasar al terror, reunía a su Consejo de Seguridad. “Se han debatido medidas adicionales para garantizar la seguridad de los ciudadanos y de las infraestructuras vitales de Crimea’’, explicó la presidencia rusa.
El mandatario ucraniano explicó que había tomado esa decisión después de reunirse con la jefatura de las fuerzas de seguridad y de los Ministerios de Defensa y Exteriores. Rusia, que acusó a Ucrania de preparar atentados terroristas en la península de Crimea, advirtió a Kiev y a sus aliados occidentales de que el Gobierno ucraniano no debe jugar con fuego, porque no acaba bien. “Una vez más, hacemos un llamado a nuestros socios occidentales para que ejerzan su influencia sobre las autoridades de Kiev y los prevengan de pasos peligrosos que pueden tener consecuencias de lo más negativo. Jugar con fuego no acaba bien”, señaló un comunicado difundido por la cancillería rusa.
El texto, inusitadamente duro, justificó el reclamo afirmando que en el caso crimeano, “Poroshenko no para de alardear del ‘apoyo incondicional de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea’”, informó la agencia de noticias TASS. De allí Moscú deduce que la connivencia de Occidente con esta retórica tuvo un mal efecto sobre el ánimo del gobierno ucraniano, al que acusa de ponerse en el papel de “exterminador del proceso de paz”.
Una fuente anónima de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, citada por el diario francófono libanés L’Orient le jour, anunció que la alianza está observando de cerca y con inquietud la nueva escalada de tensiones entre Rusia y Ucrania. Agregó que confía en la determinación de Kiev de restablecer su integridad territorial por medios exclusivamente políticos y diplomáticos y que Rusia no ofreció pruebas tangibles de sus acusaciones contra Ucrania.
La península de Crimea, que había sido cedida a Ucrania en 1954, en épocas de la Unión Soviética, fue anexada por Rusia en marzo de 2014 tras una intervención militar seguida de un referéndum de incorporación, denunciado como ilegal por Kiev y los países occidentales. Esta anexión provocó las mayores tensiones entre las potencias occidentales y Rusia desde el final de la Guerra Fría y fue seguida por una ola de sanciones europeas y estadounidenses contra Moscú.
El nuevo estallido se produce después de que Rusia denunciara acciones en su contra. En concreto, el FSB (servicio de inteligencia ruso) acusó a Kiev de haber preparado varias incursiones de saboteadores-terroristas que se saldaron con enfrentamientos armados y que costaron la vida, según Moscú, a un agente del FSB y a un militar ruso. Para la inteligencia rusa, un primer grupo fue descubierto cerca de la ciudad de Armiansk, en Crimea, en la madrugada del 7 de agosto en posesión de artefactos explosivos caseros y varios kilos de TNT. Otros dos grupos fueron interceptados en la noche siguiente, apoyados por disparos del ejército ucraniano, según la misma fuente.
El presidente ucraniano calificó las acusaciones de absurdas y cínicas, considerándolas un pretexto para nuevas amenazas militares contra Ucrania. Moscú afirmó haber detenido a un oficial de la inteligencia militar ucraniana, Evguen Panov, comsiderado rehén por el gobierno ucraniano. La televisión rusa mostró el supuesto interrogatorio al prisionero, que presentaba signos de golpes, y que admitía haber sido reclutado por Kiev para atacar un ferry, una base de helicópteros, un depósito de petróleo y una fábrica química.
Por su parte, varios crimeos residentes cerca de la frontera ucraniana dijeron haber presenciado movimientos de vehículos militares en la zona en los últimos días. Estados Unidos, a través de su embajador en Ucrania, Geoffrey Pyatt, aseguró que no había visto nada que corrobore las acusaciones de Rusia.
El número dos de la Guardia de Fronteras ucraniana, Oleg Slobodián, denunció ayer que Rusia desplegó en esa zona unidades de elite dotadas de armamento moderno, capaces de actuar en situaciones críticas y que cuentan con habilidades especiales de combate. El oficial ucraniano no pudo precisar, sin embargo, si el número de tropas rusas en la frontera con Crimea aumentó, pero sí expresó la preocupación de que unidades ordinarias son reemplazadas por fuerzas especiales.
Los guardias fronterizos ucranianos reforzaron su dispositivo de seguridad entre Ucrania y Crimea el 7 de agosto, cuando aparecieron los primeros signos de tensión. “Nos preparamos para todo’’, señaló un alto responsable de los servicios de seguridad ucranianos, considerando que una invasión rusa era posible. “Es una escalada, por supuesto”, dijo. El miércoles, Vladimir Putin instó a los occidentales a presionar a las autoridades de Kiev si quieren realmente alcanzar un arreglo pacífico para el conflicto ucraniano. “En estas condiciones, un encuentro en el ‘formato Normandía’ (Francia, Alemania, Rusia y Ucrania) en China (durante el G20, los días 4 y 5 de setiembre próximo), no tiene ningún sentido’’, afirmó el presidente ruso.
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