EL MUNDO
› OPINION
El laberinto se bifurca
› Por Claudio Uriarte
De ganar John Kerry con Wesley Clark en el segundo puesto en New Hampshire, el primero sería la izquierda y el segundo la derecha de cara a las campañas en el sur y en el oeste. De salir Kerry 1 y Howard Dean 2, estas etiquetas políticas se invertirían. De resultar Kerry 1 y el sorprendente John Edwards 2, volveríamos al primer escenario. Estas son las actualizaciones del laberinto en que se entró la semana pasada con el ascenso de Kerry y Edwards y la autocombustión de Dean en los caucuses de Iowa. Pero como la interna es para elecciones nacionales y no se reduce a los demócratas, hay que tomar dos factores, aparentemente contradictorios, en consideración:
1) De imponerse Kerry en la interna demócrata –que debería estar básicamente definida para el 9 de marzo–, el senador de Massachusetts deberá afrontar el desafío de convertirse en el primer candidato de la Costa Este en conquistar la presidencia desde John Kennedy en 1960. En efecto, todos los que fueron elegidos después vinieron del sur o del oeste, reflejando cambios demográficos que influyeron en una derechización política: Lyndon Johnson era de Texas (sudoeste); Richard Nixon, de California (oeste); Jimmy Carter, de Georgia (sur); Ronald Reagan, de California (oeste), George H. W. Bush, de Texas (sudoeste); Bill Clinton, de Arkansas (sur); George W. Bush, de Texas (sudoeste). Ampliamente considerado, este vuelco del balance de poder interno reflejó la decadencia de las viejas industrias de chimeneas y el ascenso de nuevos sectores vinculados con la alta tecnología y la industria militar, en un nuevo medio ambiente de bajo poder sindical y alto grado de desregulación estatal. El aristocrático Kerry, por consiguiente, tiene que demostrar que es capaz de ganar el sur y el oeste demócratas, y si los gana, que puede disputárselos al sureño antisindical y deregulador por excelencia, el ex gobernador de Texas George W.
2) Pese a las apariencias, el promedio de opinión pública estadounidense está a la izquierda de George W. Bush: la abrumadora mayoría de la prensa escrita y televisiva es altamente crítica de la guerra en Irak; las universidades de todo el país son semilleros de “pensamiento crítico” de todas las especies, y una encuesta informal reciente de la revista Newsweek encontró que, salvo en la campaña de Joseph Lieberman, los jóvenes voluntarios de todas las otras de la interna demócrata leían o habían leído a Noam Chomsky. Es muy posible que los efectos políticos de esta Revolución Cultural subterránea todavía no se hayan visto del todo.