EL MUNDO
La Argentina de hace dos años vive en Dominicana
Disparo del dólar y las tarifas, caída del poder adquisitivo, intentos de reelección, pedidos de cese del presidente y moratoria de la deuda... Esta es la República Dominicana que entró en huelga general ayer.
Por Juan Jesús Aznárez *
Desde Santo Domingo
La huelga general de 48 horas contra la política económica del gobierno de Hipólito Mejía y el acelerado encarecimiento de la vida paralizó ayer las principales actividades laborales de República Dominicana. “Todo el mundo está al grito”, resumía una huelguista. Vigilada por el ejército y la policía, fue altamente apoyada en las principales ciudades del país caribeño, cuyos ocho millones de habitantes sufren una elevada pérdida de su poder adquisitivo. La sostenida depreciación del peso respecto del dólar, más del 100 por ciento, se suma a una inflación del 43 por ciento durante el año pasado, sin precedentes y la más alta de América latina.
La Coordinadora de Organizaciones Populares, Sindicales y Choferiles, integrada por decenas de grupos ajenos a los principales partidos, exige la aplicación de medidas que el gobierno considera imposibles, entre ellas aumentos salariales del 100 por ciento en los sectores público y privado. “Con los mismos pesos que antes llenabas el depósito, ahora no mueves el vehículo”, resumen en las calles de Santo Domingo las víctimas de la crisis económica. Coaligada con las pugnas políticas, a tres meses de las generales, agotó las reservas en divisas y obligó al Ejecutivo al ajuste fiscal y a un nuevo endeudamiento, de 600 millones de dólares, con el FMI.
A media mañana, en conferencia de prensa, mientras la protesta se desarrollaba sin incidentes graves, Jesús Avón, portavoz de la Coordinadora de Organizaciones Populares, concretó nuevas exigencias: declarar la moratoria en el pago de la deuda externa, prohibir durante dos años la importación de artículos de lujo, establecer nuevos impuestos a los bienes suntuarios e inmobiliarios, a las ganancias netas de las grandes empresas y el sector financiero y eliminar los impuestos a las gasolinas. Avón denunció la detención de 100 dirigentes de la Coordinadora durante las batidas policiales previas al comienzo de la huelga.
Determinados bancos, una parte de las oficinas estatales, algunos grandes almacenes y la mayoría de los hoteles continuaron funcionando, pero el grueso del transporte, las fábricas, el comercio, las escuelas o los hospitales apoyó una huelga que el activista antigubernamental Abel Rodríguez calificó de “mensaje que el pueblo dominicano le envía al presidente Mejía de que no se puede transitar por el camino que nos lleva”. Un recorrido por la capital certificó el masivo respaldo de la protesta. Mejía, socialdemócrata “caribeño”, aspirante a la reelección el 16 de mayo, la calificó de “inoportuna” y “peligrosa para la paz social” y calculó unas pérdidas de 50 millones de dólares. La Conferencia del Episcopado Dominicana, en un documento titulado “Por favor, digan algo”, insta a correcciones gubernamentales para evitar un estallido social. “La pérdida de la calidad de vida es patente y amenazante porque la inflación llega a niveles desconocidos”, constatan los obispos. “Trágicamente, estamos metiéndonos en un círculo vicioso, peligroso, de inflación y devaluación progresiva.” La sociedad dominicana sufre, a diario, apagones, la sostenida devaluación de su moneda, la subida del precio de los derivados del petróleo, del transporte, de las medicinas, de los artículos de primera necesidad y de las tarifas eléctricas y telefónicas. Los salarios permanecen estancados o apenas incrementados. “El pueblo no aguanta más”, avisan algunos pasquines callejeros.
La devaluación fue imparable desde el colapso del Banco Intercontinental el pasado año, que causó un quebranto de 2200 millones de dólares a las arcas públicas, a caballo de la corrupción y la torpeza. Pero el progresivo desplome del peso arrancó casi doce meses antes, con el anuncio de que Hipólito Mejía maquina su reelección a contrapelo del histórico ideario de su partido y de parte de sus dirigentes. La mayoría absoluta en el Parlamento del oficial Partido Revolucionario Dominicana (PRD) impuso una reforma constitucional para autorizar la reelección y, paralelamente,según las fuentes consultadas, varios tropezones en política monetaria, gastos populistas o innecesarios y factores externos sacudieron los mercados y dispararon la cotización del dólar.
Los promotores de la huelga enarbolaron la bandera del empobrecimiento, la más sentida por la población, y se decantaron en favor de las consignas de máxima, incluida la renuncia del presidente. “Todo el mundo sabe que el gobierno no está en condiciones de satisfacer el pliego de demandas” de los huelguistas, subrayó Mejía, en el poder desde agosto del año 2000, en un mensaje a la nación. La economía dominicana experimentó un auge entre los años 1992 y 2000, pero atravesó diversas perturbaciones a partir del año 2001. Sólo en los primeros 20 días de enero, el dólar ha pasado de costar 35 pesos a más de 50. Hace un año se vendía a 17,5 pesos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.