Vie 09.09.2016

EL MUNDO  › PERTENECEN A JOSE AGUSTIN POTENZA, ARGENTINO Y MILITANTE PERONISTA SECUESTRADO EN URUGUAY

Nueva identificación de restos en Paraguay

Potenza fue secuestrado junto a su pareja, Rafaela Filipazzi, en Montevideo. Los mataron en Paraguay. Los restos de la mujer fueron identificados la semana pasada. Para los organismos de DD.HH. del vecino país, estos hallazgos “son la prueba contundente del Plan Cóndor”.

› Por Adrián Pérez

José Agustín Potenza, militante peronista secuestrado en Uruguay por un grupo de tareas que respondía a Alfredo Stroessner, en el marco del Plan Cóndor, se convirtió ayer en el primer desaparecido argentino en ser identificado por Paraguay. Al momento de ser detenido, Potenza era pareja de Rafaela Giuliana Filipazzi Rossini, ciudadana italiana radicada en Argentina que desapareció con su compañero y fue identificada la semana pasada junto a Miguel Angel Soler Canale, secretario general del Partido Comunista paraguayo. Por segunda vez en los últimos diez días, la Dirección de Memoria Histórica y Reparación (DMHR) del Ministerio de Justicia paraguayo anunció la identificación de represaliados por la dictadura paraguaya, un hecho histórico para los organismos de derechos humanos y la búsqueda de Verdad y Justicia en Latinoamérica.

Potenza había nacido en Floresta el 23 de abril de 1928. Su pasión por la música lo llevó a tocar el piano, la batería y el órgano. Una foto lo muestra sonriente tocando su instrumento preferido, el acordeón. Se abrazó al peronismo durante la Revolución Libertadora, cuando fue perseguido: salvó su vida de milagro al conseguir refugio en la embajada de Nicaragua, de donde saldría vestido de mujer, con la ayuda de un cuñado.

En una ocasión se escondió en un altillo de la casa que compartía con Rosa Parada, su compañera de entonces, y con sus cuatro hijos, cuando un grupo de uniformados entró por la fuerza a buscarlo. “Nos gritaban a mi mamá y a mis hermanos. Con mi hermana nos abrazamos a mi abuela. Mi mamá les aseguraba que no estaba, ellos pedían una escalera para subir al altillo. Le apuntaban a mi mamá y ella lo siguió negando hasta que por fin desistieron y se fueron, entonces mi papá salió”, reconstruye Silvia Potenza desde Merlo, San Luis, en diálogo con Página/12.

Con las fuerzas represivas pisándole los talones, Potenza decidió que era buen momento para viajar a Uruguay, donde permaneció exiliado dos años. De regreso a la Argentina, continuó su carrera de músico: hacía giras, se presentaba en cantinas como Sotto il Ponte y Spadavecchia. Llegó a trabajar en la Biblioteca del Congreso de la Nación hasta que lo cesantearon en 1976. Silvia dice que no sabe por qué lo echaron, que están tratando de averiguar con su familia.

La hija del militante identificado ayer cree que su padre y Filipazzi Rossini iban rumbo a Paraguay cuando fueron detenidos y llevados a Uruguay. “Del hotel Hermitage, en Montevideo, se los llevaron por la fuerza a Paraguay. El siempre decía que iba a morir joven”, afirma Silvia. Y describe a su padre como “un groso, un bohemio, un tipo pintón. Le prestaba mucha atención a la pulcritud, se cuidaba las manos”.

Patricia Bernardi trabajó como integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en la identificación de José Agustín Potenza y de Rafaela Giuliana Filipazzi Rossini. Según la antropóloga forense, los restos de ambas personas, al ser encontrados, no presentaban evidencias de lesiones. “Por eso decimos osteológicamente indeterminados. Estaban vestidos y la preservación de los esqueletos era buena. Teníamos sangre de los familiares, que obtuvimos gracias a la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas”, cuenta la especialista.

Asimismo, Bernardi señala que la Dirección de Memoria Histórica paraguaya sostenía –como hipótesis– que los restos podían ser de ciudadanos argentinos. “Por eso pedimos a nuestro laboratorio en Córdoba que comparara esas muestras de sangre con las de Potenza y Filipazzi. Y ambas salieron con el 99,99 por ciento”, señala la antropóloga forense.

Consultada sobre la posible identificación de más desaparecidos en Paraguay, Bernardi afirma que hay optimismo. “Necesitamos que todos los familiares se acerquen a dar su muestra de sangre”, pide. Y, en lo personal, confía que cada vez que logran identificar a desaparecidos, siente que para el familiar se produce un gran alivio.

Para Rogelio Agustín Goiburú Benítez, titular de la DMHR, las identificaciones obtenidas por el equipo que dirige, en colaboración con el EAAF, representan la prueba contundente del accionar del Plan Cóndor, y, por lo tanto, son un logro histórico para Paraguay. “Abren la posibilidad de que la Justicia de nuestros tres países unifiquen esfuerzos para esclarecer y procesar debidamente a los responsables”, dice desde Asunción, luego de la conferencia de prensa donde anunció la identificación de Potenza.

“Creo que así como se reactivaron esta semana las denuncias de familiares que por primera vez acuden a testimoniar las desapariciones de sus seres queridos, es de esperar que aparezcan testigos que aporten datos precisos sobre la ubicación del sitio donde ocultaron en cuerpo de mi padre”, confía Goiburú Benítez, y adelanta que están aportando datos que podrían concluir en más identificaciones en las próximas semanas.

Los restos de Potenza fueron encontrados el 19 de marzo de 2013 en una fosa común de la Agrupación Especializada de la Policía Nacional junto a los de Rafaela Giuliana Filipazzi Rossini. Ambos cuerpos fueron exhumados dos días después. La pareja fue vista por última vez en el Departamento de Investigaciones de la Policía Nacional paraguaya. El 25 de junio de 1977, al momento de su desaparición, Potenza tenía 52 años.

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