EL MUNDO
› UN BAZAR DE REHENES ENTRE ISRAEL Y HEZBOLA
El clérigo y el empresario
Por Robert Fisk*
El hombre con el turbante era llamado “la Voz de la Fe” por sus partidarios de Hezbolá, y nunca hubiera imaginado, al aparecer ayer con su turbante blanco y su túnica marrón del avión alemán que lo trajo a la libertad en el aeropuerto de Beirut, que un mero clérigo del pobre pueblo de Jibchit podría recibir una recepción oficial de los hombres más importantes del gobierno del Líbano. Estaban el presidente Emile Lahoud y el premier Rafiq Hariri, escuadras de parlamentarios y embajadores, y hasta delegados de la Unión Europea para saludar al hombre que había pasado 15 años en una prisión israelí, casi un década en solitario, sin acusación ni abogados ni visitas familiares. Detrás de él bajó Mustafá Dirani, el guerrillero barbudo que capturó al aviador Ron Arad en 1986.
Pero ahí estaban, con por lo menos otros 20 prisioneros libaneses, en la misma pista donde, apenas unas horas antes, un israelí aparentemente sano llamado Elhanan Tannenbaum fue liberado, un hombre que fue, según las opiniones, un inocente empresario israelí o un importante espía de la Mossad. Todos eran rehenes, por supuesto: rehenes por los cuerpos muertos de tres soldados israelíes y por el empresario/espía vivo, por 29 libaneses en las prisiones israelíes y por 400 de los 7 mil palestinos presos en las cárceles israelíes que también fueron liberados ayer a la tarde. Y por los cuerpos de 460 guerrilleros libaneses muertos cuando luchaban contra la ocupación israelí de 22 años en el sur del Líbano.
A los israelíes les gustaba llamar a sus prisioneros “fichas de canje”, pero fue un bazar de rehenes lo que el mundo vio ayer. El jeque Obeid era un fuerte, barbudo partidario del Hezbolá libanés cuando fue secuestrado por tropas israelíes de su hogar, en 1989. Su hijo había mantenido una página web para el padre prisionero que nunca había visto. Sólo recientemente recibió una visita de la Cruz Roja. Lo mismo le ocurrió a Mustafá Dirani, secuestrado por tropas israelíes en el valle de Bekaa del Líbano porque originalmente había tenido prisionero al aviador israelí Ron Arad, que fue capturado cuando el avión en que comandaba fue derribado durante un ataque israelí al campo de refugiados palestinos de Ein el-Helweh en 1986. Si Arad está vivo todavía –y los libaneses, sirios e iraníes han negado todos tenerlo cautivo en los últimos 18 años–, entonces Israel dejará en libertad a su más antiguo rehén libanés, Samir Kantar, que mató a tres israelíes en 1979.
Fue con Arad que Elhanan Tannenbaum había volado al Líbano, tentado aparentemente por Hezbolá, que estaba convencido de que era un agente de la Mossad. La familia de Tannenbaum dijo siempre que era un empresario basado en Suiza –a los periodistas les dijo ayer que era un “ciudadano israelí”–, pero esas misteriosas “fuentes de seguridad” cercanas a los israelíes contaban una historia diferente: que había sido un agente israelí originalmente echado de Suiza por orden de la policía suiza, que había sido reentrenado en la estación de la Mossad cerca de Natanya y que había regresado una vez más a Lausanne. Fueron los servicios de seguridad suizos, así afirmaban las “fuentes”, los que lo entregaron al Hezbolá.
De cualquier manera, ayer era un hombre libre, junto con Obeid, Dirani, los otros prisioneros libaneses y los 400 palestinos, la mayoría de los cuales debían ser liberados más adelante este año, y hoy les tocará el turno a los muertos. Los restos de tres soldados israelíes –Beni Avraham, Avi Avitan y Omar Saoud– fueron entregados ayer a los representantes militares de su país en el aeropuerto Wahd cerca de Colonia. Fueron capturados muertos o muriéndose, después que los guerrilleros de Hezbolá hubieran atacado su base en las granjas de Shebaa, en el pequeño rectángulo ocupado por el Líbano en el 2000, sólo meses después de la retirada del ejército israelí del sur del país.
El ganador, lamentablemente para los israelíes, probablemente sea Hezbolá. Después de cuatro años de existir como un ejército guerrillero sin una guerra que pelear, ahora han probado que pueden sacar prisioneros de las cárceles de Israel. Por cierto, el jeque Hassan Nasrallah, el líderde Hezbolá que recibió a Obeid en el aeropuerto de Beirut ayer a la tarde, había pedido más nombres de prisioneros para liberarlos de las cárceles israelíes.
Entonces, ¿Ron Arad está vivo todavía? ¿Había Obeid cumplido su utilidad como rehén? ¿O era Tannenbaum un hombre mucho más importante que lo que los israelíes quieren que pensemos? Hoy lo podremos saber.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.