PáginaI12 En Estados Unidos
Desde San Francisco
La memorable campaña entre Hillary Clinton y Donald Trump hacia la presidencia de los Estados Unidos guarda todavía algunas sorpresas, a diez días de que se cuenten los votos. La ventaja de la candidata demócrata, que hace dos semanas parecía irremontable, se redujo sensiblemente en los promedios ponderados de encuestas, que ahora la muestran entre cuatro y cinco puntos arriba. Una luz considerable, sin dudas, pero que deja la puerta abierta para una sorpresa de última hora. En ese contexto apareció el jueves la noticia de que el FBI decidió reabrir la investigación sobre el uso indebido de emails privados por parte de Clinton cuando era Secretaria de Estado, cuyas consecuecias aún no se ven en los sondeos y podrían acentuar en los próximos días la tendencia a emparejar el cotejo en la recta final, a medida que disminuye el número de indecisos y votantes de terceros partidos. Del otro lado, en medio de una batalla a campo abierto entre el candidato presidencial y el establishment republicano, los votantes parecen haberse volcado definitivamente hacia el lado de Trump, que recuperó así terreno para llegar con chances a la noche de la elección mientras siembra dudas acerca de lo que pasará con ese partido a partir del día siguiente.
Una diferencia inédita de recursos volcados en la campaña, en operaciones de territorio y en avisos de televisión no pudo garantizarle a Clinton el final tranquilo que ella imaginaba cuando comenzó esta carrera presidencial. A medida que la diferencia que tiene a nivel nacional se achica, también se complica su panorama en algunos estados clave que parecían estar en su bolsillo, como Nevada, Florida y North Carolina y hoy aparecen nuevamente en juego. El despliegue de figuras populares en el Partido Demócrata, como el presidente Barack Obama, la primera dama, Michelle Obama, y la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren, que acompañaron a la candidata en actos esta semana en esos distritos, no alcanzan para hacer crecer su intención de voto por encima de los 47 puntos, muy poco para llegar al 8 de noviembre sin sobresaltos.
La reapertura de la investigación contra Clinton, llega, entonces, en el peor momento posible. La ex Secretaria de Estado había estado bajo la lupa durante más de un año por haber utilizado servidores personales para tratar asuntos oficiales, algunos calificados como confidenciales o secretos. Esa pesquisa inicial no reveló datos suficientes para iniciarle una causa penal, decidió el Bureau en julio, en un fallo en el que sostiene sin embargo que hubo un “descuido extremo” por parte de la candidata en el manejo de sus comunicaciones. Sin embargo el viernes se supo que el FBI encontró nuevos emails que podrían complicar su situación. Si bien el contenido de estos mensajes no se va a conocer hasta después de los comicios, la noticia puede afectar negativamente a su candidatura en la recta final de la campaña.
En una carta enviada al comité legislativo que entiende en este tema, el director James Comey, el mismo que había aconsejado cerrar la investigación contra Clinton en julio, solicitó ahora ampliar su testimonio en base a que “en conexión con un caso no relacionado el FBI entró en conocimiento de emails que aparentan ser pertinentes” a la pesquisa contra la candidata. “A pesar de que el FBI no puede asegurar que este material sea o no relevante, y no puedo predecir cuánto tiempo tomará completar el trabajo adicional, creo que es importante informar al comité sobre estos esfuerzos”, agrega Comey, un funcionario republicano designado por la admistración demócrata hace tres años. Aparentemente, los emails provienen de una investigación sobre el ex legislador demócrata Anthony Wiener por enviar mensajes indebidos a una menor de edad. Wiener está casado con una de las más cercanas asesoras de Clinton, Huma Abedine. Según informaron los medios locales, sería una serie de mensajes en la casilla de correo de ella los que reflotaron las sospechas contra la ex Secretaria de Estado.
La falta de detalles despertó las suspicacias en el equipo Clinton, que sospechan que se trata de una maniobra para perjudicarla políticamente. En un acto el viernes por la tarde, ella se refirió directamente sobre el tema, exigiendo explicaciones al FBI. “Es imperativo que expliquen el asunto en cuestión, sea cual sea, sin ninguna demora. Que se sepa”, dijo, en un tono enojado que no es el que acostumbra a mostrar en sus discursos de campaña. Las suspicacias se agravaron ayer, cuando la prensa reportó, citando fuentes off the record, que la fiscal general Loretta Lynch, cabeza el Departamento de Justicia, recomendó no hacer públicas estas novedades tan poco tiempo antes de la elección, sugerencia que el director del Bureau desoyó. “Me sentí obligado a informarlo porque muchas veces en estos meses dije que la investigación estaba cerrada y sería engañoso hacia el pueblo americano no hacerle saber que hubo avances”, explicó Comey.
Estas novedes lograron lo que hace algunos días parecía imposible: encontrar coincidencias entre Trump y los principales dirigentes de su partido. “La corrupción de Hillary Clinton está en una escala que no hemos visto nunca antes. No podemos dejar que lleve su plan criminal al salón oval”, dijo el candidato en un discurso en New Hampshire. Por su parte, el jefe de la cámara baja del Congreso y némesis republicano de Trump, Paul Ryan dijo a Clinton “se le confiaron algunos de los secretos más importantes de esta nación y ella traicionó esa confianza al manejar sin cuidado información altamente clasiificada” y solicitó al director nacional de Inteligencia que “suspenda todo acceso” de la ex secretaria de Estado a material secreto “hasta que este asunto se resuelva totalmente”.
Está por verse aún si estas nuevas revelaciones afectan las chances de Clinton de ganar las elecciones. Hasta ahora, cada vez que la investigación del FBI en su contra ocupó el centro de las noticias, su intención de voto sufrió una erosión de alrededor de de dos puntos, incluso cuando, en julio, se cerró la investigación en su contra sin iniciarle acciones penales. Sin embargo, el margen para oscilaciones de envergadura ahora es pequeño ya que disminuyó desde entonces el número de indecisos e incluso millones de personas ya emitieron su voto de forma anticipada. Como sea, ella sigue siendo amplia favorita para ganar: su intención de voto promedió durante toda la campaña los 46 o 47 puntos, uno o dos por encima del techo que Trump nunca pudo perforar, y por ahora continúa en esa magnitud, a la espera inquieta de los últimos sondeos que reflejen, o no, las novedades.