La tensión se mantenía ayer en Haití, en donde al menos otras dos personas murieron en una insurrección armada contra el presidente Jean Bertrand Aristide que ha dejado 44 muertos en seis días de violencia. Estados Unidos se declaró “extremadamente preocupado” por la violencia en ese país e instó a Aristide a respetar los derechos humanos.
La policía nacional y miembros del grupo armado oficialista Balai Rouzé chocaron con los rebeldes opositores en Saint Marc, un punto estratégico entre la capital y Gonaives, ciudad del noroeste que hasta el lunes estuvo cuatro días en manos de opositores al presidente Jean Bertrand Aristide-Gonaives sigue bajo control del Frente de Resistencia (ex Ejército Caníbal)–. Dos personas consideradas como cercanas a la oposición fueron asesinadas la noche del martes al miércoles en represalia por el incendio de la clínica de un médico allegado a ese grupo.
Cabo Haitiano, la segunda ciudad más grande de Haití, se mantenía fuera del control de las autoridades luego de que un depósito de comida fuera saqueado e incendiado, informó la prensa en el lugar. La tensión ha seguido escalando en varios pueblos haitianos, mientras Aristide lucha para retomar el control de las ciudades bajo el poder de los rebeldes.
La población de esa ciudad en el norte se encontraba sin electricidad y con crecientes temores de represalias por parte de los rebeldes contra los grupos que siguen apoyando a Aristide.
Varias estaciones de policía han sido destruidas desde que los oponentes de Aristide intensificaron sus protestas. La policía retomó el control de una docena de ciudades tomadas por rebeldes desde el jueves pasado, pero aún ayer se escuchaban tiros en Saint Marc, pese a que la ciudad fue recuperada, dijo el corresponsal. Los tiros se escucharon en los barrios controlados por Ramicos, un grupo de oposición armado.
Los rebeldes que se denominan Frente Nacional de Reconstrucción y Liberación dijeron que están decididos a “liberar” todo el país. “La revolución haitiana está en marcha”, dijo el portavoz rebelde Winter Etienne en un comunicado. Aristide, quien fue elegido para el cargo hasta el 2006, ha estado gobernando por decreto tras las fallidas elecciones del año pasado que dejaron a Haití sin un Congreso. El sacerdote populista llegó al poder prometiendo elecciones en seis meses, pero hasta ahora éstas no han sido convocadas. Aristide ha acusado a los grupos políticos de oposición de favorecer un golpe de Estado en su contra, pero la oposición política está distanciada de sus detractores armados.